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Cultura  |  23 enero de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

LO QUE LEEMOS. La Rebelión en la Granja: Apuntes de mi reencuentro con George Orwell.

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El Totalitarismo y las historias que siempre se repiten.

 

 

Por Pedro Pablo Poveda Orjuela

 

Iniciamos las tertulias literarias de 2022 con una novela distópica y suigéneris en modo de fábula, que el escritor de nacionalidad británica nacido en la India, George Orwell (Eric Arthur Blair), concibió en 1937, culminó en 1943 y logró publicar en 1945, luego de varios rechazos de casas editoriales que obedecieron a un tipo particular de autocensura inglesa ligada a las relaciones de poder de la alianza anglorrusa, y a la interacción estratégica que se daba en ese momento entre los actores de la segunda guerra mundial, con el protagonismo del lado de los aliados, de los líderes Iósif Stalin, por la Unión Soviética, Winston Churchill por el Reino Unido, y Franklin D. Roosevelt  por Estados Unidos.

La obra se constituye en una crítica aguda dirigida inicialmente al régimen de Stalin y al sistema soviético generado a partir de la Revolución de Octubre de 1917, que se ve reflejado en las situaciones y en cada uno de los animales y personajes de la granja, y es igualmente válida ante cualquier dictadura o sistema de gobierno totalitario de cualquier color, latitud o partido, que reprima, condene injustamente, asesine, robe y mantenga el poder a cualquier costo, sobre una fachada hipócrita y manipuladora de doble moral soportada desde un manejo mediático y cultural absoluto, con la inteligencia de un aparato oficial de seguridad que permita generar redes de información y delación al servicio del tirano y su corte.

Hace unos treinta años tuve la oportunidad de disfrutar “1984”, otro de los libros de mayor difusión del autor, publicado en 1949, luego de finalizada la segunda guerra mundial. Es también  una novela distópica sobre el totalitarismo del Gran Hermano, que mantiene el poder, fundamentado en sistemas de información, vigilancia, espionaje y control perpetuo de las comunicaciones de los ciudadanos, y sobre la construcción, decodificación y el manejo de la imagen mediática del líder, y su conversión en dios, padre, héroe, salvador, y figura a quien todos deben amar, respetar y rendir lealtad.

La sorpresa al leer en esta última semana la Rebelión en la Granja, es que me he encontrado con dos obras distintas pero hermanas, que confluyen al abordar la dinámica de los estados todopoderosos que manipulan y deforman la opinión, el conocimiento y la cultura, mediante matrices de comunicaciones. Además el Orwell de La Rebelión es pedagogo, agudo y frentero en su crítica, y describe simbólicamente desde la fábula el proceso que se vive en el génesis de la revolución o acceso al poder, y en la transformación de los lideres que obtienen el poder, se corrompen y transforma tirando por la borda su propósitos vitales y su fundamento ético, para terminar siendo adictos a permanecer dirigiendo y tomando las decisiones de primer nivel para su provecho personal, el robustecimiento de su bolsillo, y la gloria de sus egos mayúsculos.

Detrás de una trama que desarrolla su tiempo de manera lineal y magistralmente sencilla, con un narrador omnisciente y en tercera persona, esta es una novela relativamente corta, estructurada en nueve secciones, donde se pueden apreciar las tragedias y debilidades del hombre desde el poder y en la vida cotidiana, al tiempo que la “subjetividad” de los conceptos ligados a la verdad y la libertad de prensa.

 

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