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Columnistas  |  19 abril de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: German Estrada Mariño

Análisis de la personalidad de Petro

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German Estrada Mariño

Por:

Germán Estrada Mariño

Psicólogo clínico

Experto en psicología forense y criminal

Psicoterapeuta

Universidad Nacional de Colombia

 

Gustavo Petro está cerca de convertirse en el primer mandatario del país. Más allá de sectarios puntos de vistas que como he sostenido en otras columnas están sesgados por el fanatismo ideológico al cual subyacen sesgos cognitivos que impiden ver las cosas tal cual son, el siguiente ejercicio es un intento tal vez frustrado pero próximo a descifrar la personalidad de este hombre que militó en una guerrilla, fue senador destacado por mucho tiempo y ocupó el segundo cargo más importante del país como alcalde de la capital, con bastantes baches en su administración. 

¿Es un líder idóneo para gobernar, liderar, administrar, dirigir y comandar tal vez el país más complejo de América Latina y uno de los más golpeados en la historia del mundo?

Empezaré por destacar sus innegables fortalezas: inteligencia, ímpetu, motivación, perseverancia, capacidad crítica, dotes de estadista otorgados por su formación como economista y un elevado nivel de cultura general. 
Es un hombre consciente de las necesidades del país y de todos los errores de sus predecesores. Es un candidato con una propuesta polémica porque sacudirá el mismo modelo económico que pondría a tambalear a los grandes grupos económicos y políticos que han gobernado a la saqueada e inequitativa Colombia por décadas y es un hombre consciente de algo que marca el liderazgo en el siglo XXI y que cautiva en todos los continentes a los jóvenes: la protección del medio ambiente y la búsqueda de mayor equidad social.

Nada de eso se le puede quitar o negar a su hoja de vida y a su visión del país, sin embargo, ¿es eso suficiente para comandar el barco que tantas veces ha naufragado y ser su capitán supremo?

Diversas teorías de liderazgo y el estudio de la inteligencia emocional han demostrado como en los grandes líderes algunos atributos de personalidad son claves para conducir a sus grupos, seguidores, empresas o causas en diferentes esferas al éxito: Empatía, capacidad de trabajo en equipo, Capacidad para delegar, capacidad para conciliar, habilidades de negociación y resolución de problemas complejos a través de la práctica de la inteligencia emocional que se trata en últimas de una habilidad que se desarrolla durante la infancia: la capacidad de ponerse en el lugar del otro, incluso del contradictor y de quién piensa diferente con el fin de poder tomar decisiones estratégicas que puedan ser conscientes del otro ya que todo gobernante sensato debe tener siempre presente, so Pena de perder la cabeza y la mesura, de que se gobierna para todos y todas y no solo para los propios seguidores o electores .
En ese orden de ideas Petro a pesar de sus grandes potencialidades intelectuales y su visión es víctima de un rasgo de su propia estructura de personalidad que le impide ejercer, y así lo mostró en su administración en Bogotá, un liderazgo eficiente, un inmenso ego Narcisista que le impide empatizar con quien no esté dispuesto en su propio equipo a darle siempre la razón. Esto afecta pues las habilidades de negociación, resolución de problemas en áreas que no son de su experticia ya que no está dispuesto a reconocer que el por sí solo no lo puede todo y que no puede ni debe controlarlo todo y a todos en su equipo. Su capacidad de delegar y de dar autonomía es menguada debido al mismo narcisismo. Durante su alcaldía se conocieron diversos episodios de conflicto con sus secretarios de despacho y con aliados estratégicos para su auge político como Navarro Wolf y Jorge Robledo. Petro es incapaz o así lo ha demostrado hasta ahora de reconocer errores y de pedir perdón como cualquier Narciso autoritario. 
Estos elementos constituyen rasgos que configuran un perfil potencialmente peligroso de llegar al poder, no por lo que alegan sus muchas veces manipuladores opositores que es llevar al país a la hecatombe de los gobiernos que han fracasado con líderes de izquierda, sino porque el poder es para él un fin en sí mismo y la delgada línea que separa la visión  del poder como medio para servir a los intereses de la mayoría y la del poder como dice fin para reafirmar su necesidad de reconocimiento admiración y convertirse en redentor que lo hacen preso de una vanidad sin límites, es demasiado delgada para que desde su inmenso ego Narcisista la contemple de forma consciente. 
Su principal trampa es pues el inmenso ego.
Diversos líderes con rasgos autoritarios que han llevado a sus naciones a la instauración de dictaduras y de regímenes totalitarios que concentran el poder en un solo hombre o en una sola rama como el ejecutivo, poseían marcados rasgos narcisistas. 
¡Sus colaboradores se podrán quejar de soberbia, arrogancia excesiva poca capacidad de escucha y marcada terquedad ya que la capacidad de reconocer que no siempre se tiene la razón está menguada por la necesidad psíquica de tenerla a toda costa! 
El peligro de que se instaure un gobierno autoritario represor de medios opositores como en cualquier régimen autoritario es algo que los asesores del candidato deben contemplar si quieren que el país llegue a feliz puerto ya que de lo contrario no por malas intenciones sino por rasgos de personalidad patológicos puede terminar dándole la razón a sus más fuertes contradictores, muchos de los cuales han caído precisamente en lo mismo ya que una personalidad neurótica no discrimina ideología y eso es algo que el fanatismo ideológico impide ver.
 
Termino citando un extracto de la novela" El impostor de Javier cercas acerca del narcisismo: 
“... Por supuesto, el narcisismo no es una forma de locura; es, más bien, un trastorno de la personalidad, una simple anomalía psicológica. Se caracteriza por la fe ciega y sin motivo en la propia grandeza, por la necesidad compulsiva de admiración y por la falta de empatía. El narcisista posee un sentido exagerado de la propia importancia, practica el autobombo sin pudor, a todas horas y con cualquier excusa y, haya hecho lo que haya hecho, espera ser reconocido como un individuo superior, admirado sin resquicios y tratado con unción. Además de tender a la arrogancia y la soberbia, cultiva fantasías de éxito y poder ilimitado y, reacio a ponerse en la piel de los demás, o incapaz de hacerlo, no duda en explotarlos, porque considera que las normas que rigen para ellos no rigen para sí mismo. Es un seductor imparable, un manipulador nato, un líder deseoso de captar seguidores, un hombre sediento de poder y de control, casi blindado frente al sentimiento de culpa”.

 

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