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Obituario  |  25 abril de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Jaime Tobón, un solidario, muy solitario

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Por Jair Castro López

Nos duele la muerte de nuestro amigo Jaime Tobón Naranjo. Apoyado en mi castigada memoria, trataré de referir episodios desconocidos en el ciclo vital de Jaime Tobón Naranjo, apartándome un poco de las generalidades profusamente descritas en otros medios, inherentes al núcleo familiar, salvo el cariñoso trato a su compañera de faenas, Chava.

Conocí a Jaime cuando en compañía de mi hermano Aldemar, hicieron parte del grupo fundador del I.T.I., una opción mixta: academia - industria. Estuvieron cuatro años, Aldemar en Motores y Jaime en Mecánica Industrial, con sobresaliente calificación en Dibujo Técnico.

Mi hermano terminó en Pereira y presumo que Jaime lo hizo en el Rufino J Cuervo, dado que el naciente plantel solo tenía hasta 4o de bachillerato.

Ciclista

En este período juvenil, donde todos los retos son válidos, Jaime incursionó en el ciclismo como aficionado, en compañía de otros gomosos, algunos con tímidos asomos al ciclismo competitivo como Néstor Ariza, Jairo Páez y otros, todos convergentes en la panadería Italiana de don Elías Rincón, proveedor infatigable de roscones y kumis casero para la diaria concurrencia. De esta práctica desarrolló su complexión atlética como otros de los afiebrados madrugadores.

Doña Amelia, su madre

Una de las vivencias de identidad compartidas, lo fue la obligada permanencia en los escenarios asolados por la violencia política. Su señora madre, doña Matilde, enfermera titulada, en época de escasez abrumadora de médicos, su perfil era muy apropiado para múltiples tareas en el hospital y otros lugares habilitados en el área urbana de Filandia, con el alma en vilo grabó en ígneos caracteres variedad de sangrientos sucesos, imposibles de olvidar.

Filandia, al igual que otros poblados como Córdoba, Pijao, Buenavista, Génova, tuvieron similares experiencias con las chusmas, bandoleros y policías chulavitas.

En Ecopetrol

Los siguientes entornos, lo ubican laborando en Ecopetrol, el sueño dorado de jóvenes y adultos. Por su tendencia izquierdista, se le facilitó ocupar cargos sindicales en la petrolera y la USO.

Las agitadas condiciones de violencia que vivía el país, coletazos de la hegemonía castrense, lo convirtieron, en la calurosa Barrancabermeja, en un perseguido ideológico; en diálogos posteriores, refirió cómo, detenido por una patrulla, antes de abordar el campero instruyó a sus compañeros y curiosos que lo llevaban a los cuarteles , estrategia que lo salvó de un final reservado a los librepensadores.

Con enfática convicción, se refería al entonces ministro laureanista  Lucio Pavón Núñez, como Lucio Pavor Núñez.

Voracidad literaria

Mención obligada merece su insaciable voracidad literaria. Por años intercambiamos libros, actividad que también compartió con Gilberto Montalvo.

El periodismo

Los pasajes vivenciales lo ubican en prolegómenos periodísticos en RCN, en Voz de Armenia y en los espacios informativos de Radio Ciudad Milagro.

Como muchos periodistas de la época, Jaime no fue ajeno a los espirituosos, generosamente compartidos con sus amigos. Si no fuera abstemio, tal vez hubiera podido hacer parte de esas tertulias.

Capítulo imposible de soslayar, el inherente al asesinato de Jairo Elías Márquez. Director de la revista El Marqués, amistad que compartimos con Jaime. Por esas calendas, Marleny Moreno Gómez, esposa del inmolado periodista, dedicaba su tiempo a levantar sus dos pequeños hijos, Jairo Elías y Salomé, huérfanos a temprana edad.

La señora Moreno, quedó en una encrucijada. No estaba familiarizada con actividades propias de la empresa editorial y tampoco era opcional entregar el patrimonio a desconocidos. La viuda era amiga de Jaime, yo no la conocía.

Concluidas las exequias de Jairo Elías, acordamos proponerle a la viuda nuestra colaboración en material para la revista y conocimientos de la actividad, durante un año, sin cobrarle ni un céntimo, mientras se enteraba del oficio.

Entre tanto, los utilitaristas de la revista hicieron mutis por el foro, aduciendo la cobarde excusa, que "eso estaba muy caliente". Quedó demostrada la connatural solidaridad de Jaime Tobón, quien permaneció al lado de ‘la marquesa’ hasta su partida final.

Su empeño formativo le hizo poseedor de una sólida cultura universal, un léxico prolijo y una capacidad para improvisar, poco común en el universo periodístico.

El Tintico

En los noticieros de Radio Ciudad Milagro, compartimos gratas experiencias... nunca faltó a sus deberes laborales. Dimos vida al Tintico, una sección semanal en la cual el informativo se emitía desde un hogar u oficina diferente. Como es una malsana costumbre, en Armenia, la pereza mental y el escaso cacumen, convierten todas las buenas ideas en burdas copias y el Tintico no fue la excepción.

El terremoto

El terremoto lo asumió con respeto y el lógico temor de catástrofes semejantes. Fiel a su filosofía de responsabilidad profesional, ubicó a su compañera en una carpa al lado de otros vecinos y partió en medio de la incertidumbre hacia el desolador panorama hasta últimas horas de la madrugada.

Dispersos los periodistas, se retomaron los noticieros desde la casa de Álvaro Castro, Robles ST y Radio Ciudad Milagro; con fidelidad perruna, permaneció a bordo sin quejas ni reproches como todo lo de él.

Fungió como jefe de prensa de la gobernación, sin muchos apoyos políticos. Su innata condición altruista y solidaria, se manifestó en la trágica muerte de Lina María Ramírez (hija del colega Luis Carlos Ramírez) luego de aparatosa caída de un caballo de paso... solo pudo partir a la dimensión desconocida, cuando la gobernadora Sandra Paola Hurtado le susurró que su hijo no quedaría desamparado…Jaime frecuentó al chico largo trecho.

Tajada, el Cucho, el Cabezón, fueron remoquetes que no lo incomodaron, pues su cédula y registro notarial eran la única verdad civil. Solo una vez, lo vi furibundo con Óscar Galvis, descompuesto se tomó su tiempo para retomar la calma monacal.

Desde Bogotá, nos comunicamos algunas veces, hasta cuando un accidente vascular le trajo secuelas en la vocalización…ya no logré entenderle…me alejé con prudencia…yo bien sordo y Jaime impedido, mala fusión.

 La última vez que lo vi me impresionó su extrema condición física… irreconocible; ni cuando lo atropelló un taxi en plena vía pública y quedó con muletas y bastón.

No es decente escribir sobre un amigo, no existen los humanos perfectos.

Condenable la actitud de los fariseos de siempre, aprovechan los duelos para repartir culpas en torno a la salud de los periodistas. En un ambiente hostil como éste, las empresas no siempre descuentan cotización para salud y pensión. Quienes estamos en plena etapa de pérdida funcional soportada en múltiples patologías, podemos colegir que el hombre es el arquitecto de su propio destino.

Nada me sobra, nada me falta y en el 2018, cuando mi salud colapsó, tres o cuatro personas indagaron por mi salud, dejaron el mensaje que se habían comunicado. Siempre estuve para mis hijas y fueron ellas quienes se ocuparon de mis quebrantos de salud...sin pedirles nada… gran parte de los periodistas y algunos funcionarios, las conocieron desde pequeñas y se familiarizaron con el oficio y los comunicadores y funcionarios.

El día anterior, por el azar indescifrable, supe por una compañera de aulas, que viviendo en la carrera 15, compartió vecindario con la madre de Jaime en 1978, vivían madre e hijo.

Como epílogo, rescaté la letra de una composición musicalizada que concentra estos dolores postreros.

De Wenceslao Pareja...

 EN LAS LEJANÍAS

 En las lejanías dejé mis tristezas,

he forjado solo mi robusta sed;

oscuro no valgo todas las grandezas,

que siento muy hondo, dentro de mi ser.

 

Vago en el silencio de mis noches largas,

camino en la sombra, sin hallar la luz,

mis lágrimas turbias saben más amargas,

ya no hay quien me ayude a cargar la cruz.

 

Soy un retrasado de la caravana, soy un proletario de la incomprensión;

soy uno de tantos de la grey humana,

que nada le queda, más que el corazón…

 

Corazón anciano, ya no hay quien te quiera,

la tragedia dura de mi senectud;

ya para mis huesos cuando yo me muera,

tal vez lo más blando será mi ataúd…

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