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Columnistas  |  29 mayo de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: German Estrada Mariño

Francia Márquez, el símbolo de la Colombia olvidada que busca reivindicación

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German Estrada Mariño

German Estrada Mariño

Psicólogo clínico, psicoterapeuta individual y familiar

 

No podemos avergonzarnos de la Colombia profunda olvidada y de los marginados, la verdadera vergüenza debe ser nuestra indolencia.

LA LUCHA PACIFICA Y LA BUSQUEDA DE RECONOCIMIENTO DE LOS MAS MARGINADOS:

Esta mujer más allá de partidos e ideologías que impiden reconocerla, es un gran ser humano y   fiel ejemplo de la Colombia olvidada, aislada, discriminada y maltratada por un Estado ausente, cómplice de la violencia y del desplazamiento. A través de décadas de corrupción, a la población que Francia representa, se les ha negado el derecho a condiciones de vida mínimamente dignas. Las minorías étnicas que vemos poco en la élite bogotana o de las grandes ciudades, sin duda son quienes más necesitan que el Estado sea reparador, justo e incluyente.

En Colombia hay 5 millones o más de afrodescendientes y eso no podemos desconocerlo. Al menos no, sí queremos ser realmente ciudadanos de bien, que contribuyan a construir una sociedad más justa, más equitativa más sensible, más compasiva, más incluyente, y menos maltratante con las minorías y los menos favorecidos. 

LA DESIGUALDAD SOCIAL COMO INDICADOR DE VERGÜENZA NACIONAL.

Esto no es un capricho de un partido o ideología en Colombia. Es importante que tengamos claro que el índice de desigualdad social cuyo indicador es básico para medir el progreso económico de una nación, es uno de los referentes internacionales más importantes, porque habla de la capacidad de una nación para desarrollarse en materia económica, a la luz de la reducción de la pobreza, de la de las necesidades básicas insatisfechas, de la mejor cobertura en educación y de la reducción de la violencia.

Colombia se viene rajando en casi todo, y Francia Márquez, esa mujer negra del Pacífico colombiano, que ha luchado sin empuñar jamás un arma, ni recurrir a ningún medio violento, se hace visible para que la Colombia olvidada sea tenida en cuenta, y figure en las prioridades de un gobierno centralista que a lo sumo observa con desprecio inhumano a sus propios compatriotas , a sus propios hermanos por pertenecer a razas de minorías étnicas y regiones en donde no se concentra el poder político y económico.

EL ROL Y LA INDOLEMCIA DE LA SOCIEDAD CIVIL EN EL DIARIO VIVIR.

¿Somos conscientes de que las comunidades indígenas sin acceso a servicios básicos que viven en el Chocó pacifico, están conformadas por hermanos colombianos que sufren mucho más que nosotros en las ciudades, y que merecen tener una vida más digna?

¿Somos conscientes de que nuestras existencias enajenadas de la realidad no perciben la magnitud de los problemas que sufren millones de colombianos que como Francia Márquez crecieron en medios violentos, sin servicios básicos como salud, educación, agua potable, luz e internet, servicios de los que muchos hemos gozado siempre?

LA NEGACION Y LA ZONA DE CONFORT MANTIENEN LA INDIFERENCIA LA XENOFOBIA Y EL RACISMO:

En virtud de lo anterior, hacernos los de la vista gorda mientras sean otros los que sufren resulta la posición más cómoda y negacionista, que pone en evidencia que el egoísmo, la indolencia, la insensibilidad, el cinismo y la xenofobia, se han incrustado en nuestra cultura. Pero aún más allá en nuestras almas, ya que nuestras consciencias no están dispuestas a reconocerlo, tan solo hablar de ello es incómodo, tan solo leer esta columna lo es para muchos y muchas, porque nos confronta y esperamos jamás ser confrontados, ya que solo procuramos nuestro propio bien, consideramos que nuestra vida está bien encaminada mientras satisfagamos nuestras propias necesidades.

Estas confrontaciones nos invitan salir de nuestra hipócrita zona de confort, cuando profesamos muchas veces una fe religiosa una doctrina o unos valores e ideales éticos, jurídicos o morales que no ejercemos; cuando no nos interesa lo que pase con los más vulnerables, con las minorías y los discriminados, con los débiles y olvidados, con los marginados y excluidos. Eso no importa mientras no seamos nosotros o pertenezcan a nuestras familias.

En virtud de lo anterior, es determinante para que nuestra existencia tenga  sentido, el poder  razonar y reflexionar sobre  qué valores sustentamos  nuestra existencia, y sobre cuáles actuamos y  modelamos a nuestros hijos, cuando adolecemos de la capacidad de ponernos en el lugar de los débiles y consideramos que todos como hermanos estamos conectados por ser de la misma especie, y que podríamos ser nosotros quienes hubiésemos nacido en una minoría.

EL PRECIO QUE HEMOS PAGADO, GUERRA, DESOLACION, POBREZA Y MUERTE:

La ONU, Human Rights Watch y la Unión Europea entre muchos otras organizaciones internacionales (que no son "castrochavistas y mamertas", calificativos que se sobre generalizan y contribuyen a  crear resistencia para contemplar a los más necesitados al señalar como enemigo  a quien incluso con cifras bien sustentadas y con el debido rigor  se atreva a cuestionar  las políticas guerreristas y excluyentes),  han sido contundentemente  críticas con la inequidad social de Colombia,  uno de los países más desiguales de todo el mundo, y el segundo más desigual de América Latina, como lo sustentan las mediciones que comparan a los países[1]. Esto deberían avergonzarnos a todos y todas como electores, por ser cómplices de la injusticia social, la responsabilidad no solo es de quienes ostentan el poder.

La injusticia social es el caldo de cultivo de la violencia, el narcotráfico, la guerra armada, de la multiplicación de los grupos criminales y de la crueldad más perversa del ser humano. Los niños soldados en cualquier bando son una de las vergüenzas más grandes de este país, en donde miles de inocentes terminan instrumentalizados para la guerra, ante la falta de oportunidades.

Tanto desde el extremo del ejercicio de un poder indolente, como desde quien busca a través de cualquier medio, incluso violento e igualmente cruel, hacer justicia por su cuenta empuñando armas y cayendo en conducta delictiva en procura de ajusticiar a la fuerza o de obtener a cualquier costo lo que el Estado le ha negado: psicopatía y maldad pura, perversión y crueldad, es lo que hay en ambas orillas, aunque opuestas.  Las dos se retroalimentan mutuamente señalándose y culpándose.

HACIA UNA COLOMBIA MAS INCLUYENTE, HACIA GOBIERNOS MAS SENSIBLES:

Por ello sí el Estado quiere ser eficiente, que es su misión, debe ser incluyente. Esta es una premisa constitucional con todas las etnias, razas y estratos sociales.

El miedo a perder privilegios no puede ser mayor al dolor que nos debe producir que muchos niños colombianos en regiones apartas de las grandes capitales, afrodescendientes, provincianos, nacidos en la selva, indígenas, oriundos de zonas rurales sin acueducto, sin alcantarillado, sin vías ni seguridad alimentaria, se acuesten sin comer o con un solo plato de comida al día.

Grandes pensadores han planteado que solo quien da es capaz de alcanzar una felicidad verdadera. Dar otorga más alegría que recibir; solo dando es como recibo realmente; sin embargo, desde la zona de confort esa alegría no es experimentada, ya que contemplarla amerita mirar afuera y no solo adentro de nuestros propios hogares y problemas. “Ya tengo demasiados problemas para preocuparme del de los demás”.

[1] Colombia, el segundo país más desigual en América Latina

Informe del Banco Mundial muestra que el principal reto del país es la persistencia de la situación entre generaciones. (https://www.portafolio.co/economia/gobierno/colombia-es-el-segundo-pais-mas-desigual-de-america-latina-segun-el-banco-mundial-557830 )

No mirar afuera es un factor de mantenimiento de la pobreza, ya que sí en su mayoría una sociedad es indolente, los líderes de esta se sentirán con derecho de ignorar a los débiles, auspiciados por sus seguidores, y a su vez ello gesta las bases para que surjan nuevos y cada vez más perversos egoístas e insensibles liderazgos.

La lucha pacífica, que le mereció el equivalente de nobel del medio ambiente a Francia Márquez, la dio porque buscó que territorio fuera respetado; porque la madre naturaleza no fuera maltratada cuando el Estado llega a otorgar licencias a las multinacionales que  destruyen para hacer la explotación minera, mientras que en la misma región explotada, la población sufre de hambre; esa es una lucha por redimir derechos[i][1]. Esos de los que muchos hemos gozado sin tener que protestar, o correr el riesgo de ser asesinados. 

En estas regiones a muchos les toca salir en medio del monte a buscar, como animal hambriento, alguna fuente de sustento para sí mismo y para los hijos, entre el largo olvido del Estado. Y lo más grave es que millones de compatriotas, que jamás han sufrido o vivido en carne propia en tales circunstancias tan rudimentarias, primitivas, y salvajes, puedan desentenderse de las circunstancias de estos colombianos (he visitado algunas de estas regiones y no exagero al describir la crudeza de la Colombia olvidada).

LA GRANDEZA NO ESTA EN LAS APARIENCIAS, EL ESTATUS SOCIAL, SINO EN LAS OBRAS:

Francia Márquez no tiene la educación más elevada, es una abogada hecha a pulso. Tampoco se viste con lujosos atuendos; ni está obsesionada con ponerse un vestido Chanel o vivir en Miami cuando sea rica, porque no es lo que le interesa. Eso es lo que les importa a quienes proyectan el propio vacío moral y la superficialidad de los deseos. En cambio, Francia Márquez está obsesionada con que muchas regiones como la suya, tengan acceso a las oportunidades de las que otros han gozado siempre, para que los niños de esos territorios olvidados puedan crecer en condiciones mínimamente dignas.

Francia Márquez no habla varios idiomas ni es experta en glamur o etiqueta, como los que normalmente han ostentado grandes cargos en los gobiernos, pero por es por eso mismo que es tan valiosa para Colombia. Ella es la representación fehaciente, viva y realista de la Colombia olvidada y excluida, una Colombia con millones de habitantes que merecen una vida mejor.

EL CAMINO A LA EMPATIA Y LA COMPASIÓN:

Nuestra sensibilidad y salida de la zona de confort, nuestra empatía, nuestro amor al prójimo, al otro y sobre todo al débil, debe traducirse en políticas públicas. Pero estas, jamás se llegarán a materializar si los votantes no se ponen la mano en el "corazón” para elegir gobernantes que busquen en realidad proteger y servir a los más necesitados. Más allá del discurso, necesitamos gobernantes que representen a votantes, electores, y ciudadanos más compasivos, empáticos sensibles y que consideren que es urgente la construcción de un país mejor para todos y todas.

 

[1]   En 2020, más de la mitad de los ataques sucedieron en solo tres países: Colombia, México y Filipinas. Por segundo año consecutivo, Colombia registró la mayor cantidad de asesinatos en 2020, con 65 personas defensoras de la tierra y del medio ambiente asesinadas. (https://www.globalwitness.org/es/last-line-defence-es/)

 

Porque servir es el arte de ejercer el poder de forma justa. De brindar una vida digna. Servir a los más necesitados a los marginados, a los olvidados, y a los discriminados, es la muestra de mayor grandeza que puede tener un gobernante cuando su vocación es el servicio. El poder político ha de tener como fin último el servir, mas no el ser servido.

En Colombia hay 5 millones o más de afrodescendientes y eso no podemos desconocerlo[1].  El Estado debe ser incluyente con todas las etnias razas y estratos sociales.

A los más privilegiados les propongo que reflexionen a la luz del ejemplo de Alejandro Magno, un hombre que tuvo mucho poder y dinero, quien pidió antes de morir que lo velaran en su féretro con las manos afuera y expuestas: “Para que todos vean que me voy como llegue al mundo, con las manos vacías".

En mi campaña voluntaria y gratuita de prevención del suicidio (que no hago por ser rico, porque no lo soy, sino por aportar a los más necesitados) siempre proclamo lo siguiente: si hoy muriésemos en un accidente, en un hecho abrupto, si hoy nos llegase la muerte, cómo responderíamos las preguntas: ¿En qué sustenté el sentido de mi vida, en este terrenal, pasajero y superficial mundo? ¿En poseer, en acumular, en llenar el ego de cosas banales? ¿Qué legado le dejas a la humanidad? ¿Qué granito de arena aportas desde tu existencia? Es lo que das lo que le da un sentido profundo a tu vida, no lo que tienes. Ojalá recapacitemos porque al llegar la muerte será demasiado tarde. Pudimos nacer en una minoría étnica y entre los más necesitados. 

LA RAIZ DE TODOS LOS MALES

La injusticia social es la responsable de las peores barbaries que ha vivido Colombia en las 6 últimas décadas. Guerra interna en dos extremos igualmente perversos y despiadados. Quienes, a punta de sangre, secuestro, despojamiento, extorsión, narcotráfico y acecho a los colombianos marginados, les han hecho experimentar en carne propia el sufrimiento a nombre de las “justas causas”. Estas últimas fundamentadas en ideales corrompidos por medios perversos, que los llevaron a enriquecerse y manchar con sangre a inocentes mientras instrumentalizaban niños y jóvenes para una causa que vendían como justa. Esta barbarie le permite al paramilitarismo entrar en  escena con igual o mayor barbarie, sumándose a  los crímenes de Estado en complicidad con Fuerzas Militares, como lo están develando la Comisión de la Verdad y la JEP, en donde está saliendo  a flote lo más perverso de la historia de nuestro país.

 

[1] Según la estadística oficial, el 9,3% de los 50 millones de colombianos se reconoce como afro y de ellos, el 30% es pobre. Sin embargo, las comunidades denuncian un subregistro. Hoy, el gabinete de gobierno tiene una sola mujer negra y dos son congresistas en un cuerpo bicameral de 280 miembros. (https://www.portafolio.co/economia/gobierno/elecciones-2022-el-ascenso-politico-de-las-afrocolombianas-562569)

 

Volviendo a Francia, ella jamás empuño un arma o buscó la justicia a cualquier costo. A pesar de las precarias condiciones en las que creció. Ella no se convirtió en violenta como muchos lo hicieron, ni buscó la salida más rápida, la que estaba a la mano, la salida más perversa.  Su lucha por los territorios ancestrales víctimas de multinacionales, y por la protección al medio ambiente, es de aplaudir. Los invito a ver su biografía en este retrato de su vida de la DW alemana[1].

Respetando cualquier creencia práctica u orientación religiosa, les comparto una pequeña oración que cuando era niño y adolescente me caló. En el colegio se me repetía constantemente, y  hoy en día comprendo mucho más que en ese entonces. La oración por la paz escrita por San Francisco de Asís:

 

[1] Francia Márquez: luchar contra la minería( https://www.youtube.com/watch?v=wn77QbQ4AgE&t=106s


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