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Columnistas  |  07 agosto de 2022  |  12:01 AM |  Escrito por: Johan Andrés Rodríguez Lugo

Esto de equivocarse

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Johan Andrés Rodríguez Lugo

Johan Andrés Rodríguez Lugo

 

El viernes conversé con Juliana Castro sobre su primera novela “Papel Sensible”, un texto de 27 escritos, que son también 27 miradas, 27 pensamientos, 27 momentos para detenerse y admirar. Ella propone en este texto varias ideas sobre la quietud que requiere observar algo, mirar hacia atrás, recordar y volver a contar. Dice dentro del libro que “no todo sucedió, pero todo es cierto” porque la memoria es caprichosa, porque quien recuerda tiene también un punto de vista específico de las cosas y cuando mira hacia atrás lo hace, tal vez, sesgado. Claramente recordar un momento específico y contarlo genera la añoranza del pasado y hace que quien escucha haga memoria, y si quien escucha participó de la anécdota entonces se genera otro escenario donde los recuerdos del momento se entrelazan y se podría generar una duda: <<¿fue así? Yo lo recuerdo diferente>>. Cada quien va generando un recuerdo desde su sentimiento y a veces olvidamos los recuerdos y aceptamos que quienes se atreven a recordar es porque sí recuerdan y les creemos, como un acto de fe, creemos porque no podemos comprobar.

Y en esto de recordar y también equivocarse al recordar, se encuentra la entrevista que le hice a Juan Guillermo Caicedo sobre su libro “Ideario de un soltero(n) pandémico cuarentón”, su primer texto publicado por la Biblioteca de Autores Quindianos y que se lanzó días atrás en un evento que cuestionaba esta falta de espacios de publicación y los deseos de recordar para contar. Juan, como adelanto del especial que haremos en revista El Rollo, me decía que muchos de los textos que incluye el libro son recuerdos de anécdotas familiares, que él recuerda y exagera para darle diversión al texto, pero que se sorprende cuando escucha a esos familiares volver a contar la historia y hacerlo de la forma en que se escribe ahora. Me decía que esto de recordar para volver a narrar fue de los momentos más reveladores durante la pandemia, porque todo era una espera a la muerte, entonces esta añoranza del pasado permitió revivir momentos que ya fueron y como sabemos, como hemos visto, quienes cuentan la historia también son, en parte, dueños de ella, pues les permitimos decirnos lo que pasó y les creemos.

 No hay nada mejor que recordar y reírse, sobre todo cuando los recuerdos incluyen anécdotas en donde los protagonistas salen mal parados. Ese momento en que uno cuenta una y otra vez la caída, el golpe, el reguero, el daño a una puerta de madera, la casi muerte ocasionada por un error de calculo al frenar una bicicleta en bajada y que terminó con unas fotos sonriendo casi sin dientes en el viaje al hospital. Sí, Morris, hablo de ti. Y estos momentos que se cuentan luego de estar bien, se recuerdan como las anécdotas más divertidas, poder empezar la historia con un: << Les voy a contar el día que casi me mato>> y empezar a narrar e ir incluyendo los pensamientos e ir generando las risas para que el recuerdo sea solo un mirar hacia atrás. Porque la casi muerte también es divertida, estar al borde del colapso y vivir para contarlo es casi un triunfo, como en el texto “aprender a manejar” que se incluye en libro de Juliana Castro.

En esta imagen descrita en palabras se encuentra Juliana, de niña junto a su hermano, dentro del carro que la mamá está aprendiendo a manejar. Este es uno de los textos más bellos para mí pues es un reto a la primera representación de sabiduría: la mamá. Dice la dedicatoria del texto: Para mi mamá, que lo sabe todo. Y luego, más adelante, nos dice:

Mi mamá lo sabía todo, pero no sabía manejar (…) Mi mamá lo sabía todo porque lo que no sabía lo aprendía. Cuando jugábamos a corcharla, solo gritábamos que queríamos ser como ella, que queríamos saberlo todo, estar llenos de historias. No nos dábamos cuenta de que ese era su truco: mi mamá nos estaba enseñando a aprender.  

Y luego, hay otro texto que se llama “Equivocarse en público” en donde narra el momento en que Patti Smith se equivoca en la interpretación de una canción de Bob Dylan justo en el lugar en donde el escritor, cantante y poeta es premiado con el Nobel de literatura. En esta imagen nos habla y nos cuenta sobre esto de equivocarse, disculparse y volver a empezar, nos dice que a veces no hacemos bien lo que se supone que sabemos hacer y nos equivocamos, dice Juliana:

Hay una dignidad silenciosa en el ensayo y el error; en volver a tratar después de equivocarse, después de haber presenciado y vivido cómo la excelencia se nos escapa. (…) Cada vez que cometo errores o temo que espacios grandes me disminuyan, permito que Patti Smith me quite el aliento y la memoria. En este caso, el video (que nunca es igual a la cosa misma) contiene la posibilidad de revisitar la belleza, de volver a intentar.

La portada de revista Semana del 3 de agosto de 2019 titulaba “Un año de aprendizaje” y en su interior decía:

Sin embargo, el hecho de que el presidente sea producto de un accidente histórico no necesariamente es malo. Duque puede ser novato y demasiado joven, pero es inteligente, centrado, conciliador, responsable y trabajador. Tiene el problema de que algunas de esas no son las características del partido que lo eligió. El Centro Democrático no es de centro, no es conciliador y no siempre es responsable. Eso ha obligado al presidente a caminar en una cuerda floja entre lo que él es y lo que esperan quienes lo eligieron.

Ya pasaron otros 3 años de ese año de aprendizaje. Hoy, precisamente, se despide el presidente y los datos son claros, los informes visibles y las conclusiones están dadas, no voy a volver a decir lo que sabemos, o pensamos, o cuestionamos, pero en twitter estamos discutiendo porque lo importante, al parecer, en la política y en la vida, más que la preparación son las ganas de hacer las cosas bien, entonces cuestionamos la falta de preparación de Iván, pero justificamos la de Susana. Los congresistas no se preparan, los políticos no investigan, acaso leen, pero tienen equipos de asesores que tampoco leen, ni investigan, ni asesoran, entonces no sé realmente para qué se eligen.

No sé tampoco si lo anterior sea solo eso: querer hacer las cosas bien. O quizás, lo que nos dice Juliana, Juan Guillermo, Patti y muchos otros es que no es cometer errores y ya, sino reconocer los errores y cambiarlos, entender que eso hace parte del proceso, pero tener la oportunidad de mejorar, porque no basta con no saber o con ignorar, la cuestión es aceptar el error, aceptar la crítica y mejorar, cambiar, hubo tres años para mejorar, hubo una campaña completa para aprender del cargo y nos encontramos entonces justificando lo injustificable cuando ya no se puede hacer más. Nos volvemos a equivocar en todo caso.

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