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Columnistas  |  10 agosto de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Gilberto Zaraza

Empieza una nueva era

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Gilberto Zaraza

Gilberto Zaraza Arcila

Con la posesión del primer presidente y vicepresidenta de origen popular y progresistas en la historia de Colombia, se inicia una era de cambios y transformaciones que permitirán saldar la enorme deuda social. Por primera vez habrá una verdadera democracia. Un gobierno del pueblo, con el pueblo y para el pueblo. Un gobierno para todos, incluyente y  con justicia social. Antagónico al excluyente, clasista, racista, aporofóbico, de privilegios y represivo que impuso la derecha y extrema derecha durante más de 200 años. Que solo dejó violencia, inseguridad, desempleo, miseria, expropiación, concentración del poder y la riqueza, desigualdad, corrupción, impunidad, etc.

Por fin pudimos derrotar el adoctrinamiento del miedo y la mentira sobre el fantasma del comunismo, que solo existe en teoría, del inexistente castrochavismo, de la fantasiosa llegada al poder de la guerrilla; que llevarían el país al abismo. Por el contrario para salir de él, representado en el estado de postración política, económica, social y ambiental en  que recibe el país; el presidente debe realizar una reingeniería para combatir los principales problemas que afronta. Violencia, corrupción, impunidad y desigualdad; que nos tienen ocupando deshonrosos primeros lugares a nivel mundial, deben ser la prioridad.

Somos el primer país de Latinoamérica con mayor concentración de la tierra.  Según OXFAM El 1% de los propietarios poseen el 81%.  Y Un millón de hogares campesinos tienen menos espacio del que dispone una vaca para pastar.   Según el destacado economista francés Tomas Piketty, el 10% de los colombianos concentra el 70% de la riqueza del país, mientras el 50% de la población más pobre, solo tiene el 1%. Esas son las causas del conflicto armado.

Como lo anunció, lograr la paz será uno de sus mayores empeños. El cumplimiento integral de los acuerdos suscritos con las FARC. Y alcanzar la paz total con el ELN, disidencias de las FARC, grupos narcoparamilitares y bandas criminales, nos permitirán obtener la anhelada unidad y reconciliación nacional.

Derrotar la corrupción y la impunidad son retos igual de importantes. Su promesa de cero tolerancia contra estos flagelos y la violación de los derechos humanos por la fuerza pública, tienen que ser un compromiso real, y no el mismo retórico y mentiroso discurso de todos los mandatarios. Para tal efecto, se requiere una reforma a la justicia que permita endurecer las penas a los corruptos, eliminando la casa por cárcel y la feria de rebajas y descuentos. Aplicando con todo rigor y agilidad la extinción de dominio de todos los dineros  y bienes sustraídos de las arcas del Estado.

Para disminuir la concentración de la riqueza y la enorme desigualdad, la reforma tributaria debe ser progresiva y equitativa, eliminando todas las exenciones  y descuentos para los más ricos. El combate frontal de la DIAN contra la evasión y la elusión fiscal, debe incluir penas de cárcel para los infractores. Se debe disminuir la enorme diferencia entre los que más ganan y lo que menos.  No es justo que 288 congresistas ganen 37 salarios mínimos mensuales, mientras 13 millones de colombianos el 62% de los que tienen trabajo, ganen un salario mínimo o menos. El 40% de los colombianos viven en la pobreza monetaria, con menos de $354.000 mensuales y el 12.2% subsisten  en la miseria con menos de $161.000 mensuales. Como si fuera poco, el 46.9% de los colombianos vive del rebusque (informalidad).

También, es indispensable la reforma a la salud para acabar el negocio de las corruptas EPS, y  el paseo de la muerte que ha dejado cerca de 1.450.000 víctimas, por falta de atención médica.  Y  la reforma  de la educación para garantizar educación gratuita y de calidad.

El presidente Petro empezó a demostrar que puede ejercer  liderazgo regional, al proponer a los organismos internacionales de crédito, pagar deuda externa con gastos internos dirigidos a la protección ambiental de la selva amazónica y la conservación de los recursos naturales.  Al plantear una convención internacional para cambiar la política y la estrategia en la lucha contra las drogas. Al invitar a la unidad latinoamericana para actuar como un solo bloque, oponiéndose a la injerencia en los asuntos internos de los países, y con una sola moneda como lo propuso el presidente del congreso.   

Además, debe recuperar la soberanía y la dignidad del país hoy debilitadas por la innegable influencia de los Estados Unidos; desvinculándonos de la OTAN, de la OCDE y del inamistoso  e injerencista Grupo de Lima.  

 

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