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Columnistas  |  18 agosto de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

¿Por qué gustan tanto las notarías?

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Aldemar Giraldo

                                                                                       Aldemar Giraldo Hoyos

 

Tuve que crecer y madurar mucho para entender que una notaría es una fuente de riqueza en un país de “tramitología”, en el cual se produce reglamentación para simplificar los trámites, pero se sigue trabajando con “el método viejo”; no es raro que a uno le pidan registrar la firma ante notario o le exijan que lleve la firma del notario autenticada; ¿será que somos muy avivatos en los negocios o hay un compromiso tácito con los notarios para que ellos aumenten sus ingresos?

En Colombia hay 911 notarías y 77 de ellas están ubicadas en Bogotá; no es raro que esta cifra haya crecido mientras escribo esta columna, pues en la estadística no aparecen las creadas por Duque antes de entregar la silla (entregó 4 notarías, a dedo y no por concurso de méritos); algo grave es que, de esa cifra, 150 han sido nombrados sin un proceso objetivo y claro de selección.

Las nuevas joyas de la corona se ubican en Rivera (Huila), El Rosal (Cundinamarca), San José de Hisnos (Huila) y Piamonte (Cauca); son notarías para pagar favores (funcionarios de la superintendencia que le han colaborado al gobierno de Duque). Para tranquilidad del lector, le cuento que hay notarios subsidiados y otros a cargo de entidades grandes; los primeros pueden ganar entre 5 y 9 millones de pesos y los segundos, entre 80 y 120 millones al mes; con estas cifras es fácil deducir por qué son apetecidas las notarías, especialmente, en las capitales y en los distritos capitales.

Según notarios que no quieren que se publiquen sus nombres, “el notariado es una especie de fortín burocrático para nombrar amigos que les ayuden en la conformación de la gobernabilidad, es decir, que les ayuden a manejar el Congreso”. Esto se vio muy claro durante el gobierno del patrón de Duque; quería la reelección y el acto legislativo se logró con el aceite de las notarías; basta recordar nombres non sanctus, como Yidis y Teodolindo.

Volviendo a las andanzas del subpresidente, figuran 4 notarios, nombrados a dedo por él: Clemencia Silva Nigrins, Enrique José Nates, Angela María Uribe y Francisco Duque Osorio; tienen en común el nexo familiar o político con alguien de la cuerda de Iván (Mirar el apellido de Angela María, por ejemplo). Estos cuatro nombramientos no incluyen a los signados durante la última semana del gobierno de Duque. Como quien dice, ahí te dejo, Petro.

Así las cosas, para ser notario sólo hay que tener buen padrino político y lamer ladrillo antes y durante las elecciones; he aquí una forma truculenta de corrupción. Como decía mi abuela:” El pájaro que no vuela que agarre ventaja”

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