Al terminar de disfrutar el más reciente libro del escritor colombiano Mario Mendoza titulado Leer es resistir, queda la sensación de haber explorado no una típica historia en la que un autor relata sus memorias o da consejos de cómo hacer algo relacionado a su trabajo, sino la de conocer el amor que se le tiene a las historias que llenan la literatura en todo su esplendor.

Por medio de relatos breves y en un lenguaje con el que ya este reconocido escritor tiene acostumbrados a sus lectores, nos contagia de esa pasión literaria, de la importancia de leer y por qué debe hacerse como una manifestación de libertad, de resistencia, de rebeldía, sin presiones ni prejuicios. En resumidas cuentas, toda una carta de amor pública.

En este libro, que no es un ensayo, un recopilatorio de cuentos, crónicas, un manual, ni algo parecido, los lectores nos dejamos llevar por sus páginas en un placentero viaje a muchos lugares, y sentimos que estamos en uno de los tantos conversatorios en los que Mario Mendoza cautiva a su público con la forma de hablar, porque el libro es eso, Mario hablando.

Es como si hubiera conversado por días enteros frente a una grabadora y luego se transcribiera al papel todo lo dicho. Un concepto no menor, ni mucho menos, pues de esta forma logra transmitir emociones y conectar con lo que dice.

Leer es resistir son consejos al oído, recomendaciones de autores o libros quizás desconocidos para algunos, ya reconocidos para otros, pero necesarios para todos y de tener en cuenta para dejarnos atrapar y viajar con la imaginación por los mundos que nos muestran.

En este libro todas las historias contadas por Mario Mendoza, que van desde lo personal a hechos generales, tienen como lugar común ese mundo mágico de portales que debemos abrir, donde podemos tener otras vidas y viajar en el tiempo a otros espacios construidos por años de entrega disciplinada y absoluta soledad de sus autores.

Al terminar de leerlo encontramos las respuestas a preguntas que teníamos guardadas por muchos años. Nos vemos frente a una invitación abierta a ser felices sin prejuicios. A disfrutar sin elitismos ni aristocracias académicas oscurantistas, acartonadas e inquisidoras.

Leerlo es la invitación a desaprender lo que no nos sirve para seguir. Tenemos en las manos un boleto a romper esquemas, paradigmas y simplemente a saltar porque luego aparecerá el piso, como lo dijo su autor cuando tuvo que decidir entre seguir siendo profesor universitario o lanzarse a la escritura como propósito de vida.

La mesa está servida. Los libros nos esperan con sus historias para que los disfrutemos y los degustemos. La felicidad nos espera en sus páginas por abrir y descubrir. Ante ellos y el manjar que brindan cada uno se puede servir la porción que considere, y si prefiere no hacerlo, también está en su derecho, en últimas leer es resistir y cada quién decide qué tanto lo hace.

Que lo disfruten.