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Columnistas  |  22 septiembre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Samaria Márquez Jaramillo

Cuando la información oficial es propaganda de Estado, se multiplican los eufemismos

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Samaria Márquez Jaramillo

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Copiando el funeral de la reina Isabel II , los informadores rusos están dando entierro mediático de primera a la avanzada en contra de las tropas rusas, invasoras en Ucrania, y que ocupa los titulares de casi todos los medios de comunicación occidentales y es descrita por los medios pro-Soviet de una manera amañada, haciendo lo imposible por ocultar la verdad, mientras voces que están fuera del círculo ruso e imposibles de acallar, hablan de que la solución es deshacerse de Putin como mandatario pues está llenando de luto y de dolor a su patria. Y cuando los medios de comunicación dan algo de cabida a los reveses del ejército ruso suelen utilizar eufemismos para minimizar la importancia de lo que está ocurriendo y sugieren que todo va según lo previsto. ¿Cómo podrán, muy pronto, reversar la tendencia de “tapen, tapen” y hacer público el desangre cainesco? Desde el pasado fin de semana, el tono empezó a cambiar y los periódicos y noticieros rusos, que están al servicio del gobierno, empezaron a utilizar explicaciones contradictorias. Esto corresponde a la estrategia tradicional de propaganda soviética, que no consiste en informar sino en confundir”, mientras que algunos, “abanderados de la verdad”, según se autodenominan, empiezan a preparar a los lectores para noticias diferentes y dicen: “Si el conflicto no se desarrolla como estaba previsto, es porque Vladimir Putin ha sido mal aconsejado”. Salta a la vista que están prestos a señalar chivos expiatorios.

Es de cobardes amenazar con armas nucleares. El derecho internacional lo sanciona con mano férrea.  Ninguna ser humano puede sentirse triunfador digno si apabulló a su enemigo de manera indigna y reprochable.

“No estoy fanfarroneando", dijo hoy Putin cuando advirtió que podría usar armas nucleares. ¡Está loco!

Las nucleares son las armas más diabólicas y destructivas. Causan el mayor y más intenso sufrimiento humano, puesto que hasta ahora no hay forma de controlar los daños que ocasiona la lluvia radioactiva. Una bomba nuclear mata a millones inmediatamente y los pocos sobrevivientes sufrirán horribles lesiones durante el resto de sus vidas ocasionadas por la exposición a la radiación, pero hay otro “además”: La radioactividad daña al Planeta, es maligna para el Ecosistema, lo que asegura la llegada de hambrunas. Lo más lamentable es que ningún estado u Organización, puede aliviar las consecuencias terroríficas de una bomba nuclear.

Dios se haga cargo de Putin.

 

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