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Columnistas  |  03 octubre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Lucimey Lima Pérez

Las consecuencias del sueño variable

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Lucimey Lima Pérez

Lucimey Lima Pérez

El buen dormir produce beneficios para la salud y para la ejecución de actividades. El sueño nocturno, considerado reparador, aumenta la actividad defensiva del sistema inmunológico, contribuye al control de la ansiedad y al manejo del estrés cotidiano, regula el apetito y el afecto, y hasta facilita el buen humor. Además, tiene repercusiones sobre aspectos de la vida estudiantil y la laboral, tales como levantarse con energía, con la mente despejada para el desempeño y favorece las relaciones interpersonales.

La bondad del sueño no solo se manifiesta por la duración de este, sino por la calidad del dormir. Una persona adulta debe dormir entre 6 y 9 horas por día, cuando el dormir es de buena calidad vale, pero si el tiempo aun fuera suficiente, pero amanece agotado, no ha habido el adecuado descanso.

El sueño errático crónico se asocia con depresión y puede producir alteraciones cognitivas a lo largo de los años. Esto es, si el patrón de sueño es diferente con frecuencia y la persona identifica curso variable del sueño, unos días con varios despertares y otros con dificultad para conciliarlo, además con duración diferente casi cada noche, pues estamos ante un patrón desordenado que hay que tratar con propiedad. Esto resulta en deterioro de las funciones mentales, como ha sido demostrado en varios trabajos de investigación y en estudios anecdóticos en las consultas especializadas. Uno de ellos publicado en junio de este año, el Seatle Longitudinal Study (Kirkner, 2022) señala que, al analizar la duración y la variabilidad del sueño, lo más relevante fue la correlación positiva entre el grado de variabilidad y las alteraciones cognitivas, con deterioro mental temprano, mucho más marcado en mayores de 65 años.

Lo primero es poder identificar el patrón de sueño en cada caso y hacer las recomendaciones pertinentes, por demás conocidas y no practicadas.

La higiene del sueño debe aprenderse desde temprano en la vida y practicarse con disciplina y consideración hacia sí mismo. Antes de dormir debe existir un ritual que nos prepare para permitir a nuestro cerebro cambiar su ritmo y entrar en el sueño. Algunos aspectos no parecen relevantes, pero lo son, la rutina incluye el cambio de ropa, el aseo antes de ir a la cama, destender la cama, evitar el uso de pantallas luminosas, tomar una infusión herbal, evitar café, té negro, alcohol en demasía (produce un sueño ficticio), y todo aquello que permita apagar el radio que se prende en nuestro interior justamente al ir a la cama. La rutina puede elaborarse en forma individual, pero convertirse en una verdadera rutina en la medida de lo posible. Un aspecto relevante es el establecimiento de un horario regular para dormir y despertar, así como el uso de la cama para dormir y y para el sexo, mantener una temperatura adecuada y un muy bajo nivel de luz. El ejercicio contribuye con el buen descanso, pero no es recomendable justo antes de dormir. Ayudan, además los ejercicios respiratorios profundos y lentos, con uso del abdomen como músculo crucial en la expansión de los pulmones. La conciencia del propio cuerpo en descanso es necesaria, tal como recorrerlo todo, de pies a cabeza relajando cada parte del mismo. Es una cuestión de entrenamiento, de concentración suave y de aprendizaje.

Dulces sueños cada día…

Psiquiatra, Psicoterapeuta, Neurocientífico

Investigador Titular Emérito del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC)

Especialista en Psicoterapia y Educador en CatholicCare, Hobart, Tasmania, Australia

[email protected]

 

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