• JUEVES,  25 ABRIL DE 2024

Armenia  |  16 octubre de 2022  |  08:30 AM |  Escrito por: Miguel Ángel Rojas Arias

La Nueva Historia de Armenia III

0 Comentarios

Imagen noticia

Foto de Jesús María Ocampo Toro, del archivo de Alfonso Valencia, tomada del cuadro que aparece en la Sociedad de Mejoras Públicas de Armenia; y placa de conmemoración de la fundación de Armenia, ubicada en el sitio donde se reunió por primera vez la junta pobladora, actual carrera 14 N°. 19-46, edificio Tigrero.

Miguel Ángel Rojas Arias

Como casi todos los pueblos del mundo, Armenia también tiene en su fundación un mito. Eso es lo que se ha venido a llamar el mito fundacional. Ese mito ha sido relatado por todos aquellos que escribieron la historia de Armenia, y que hemos señalado a lo largo de este relato (Suárez, Macías, Santos Forero, Valencia, Cadena, Rojas, etc.) Pero también todos aquellos que la han narrado en forma oral, desde campesinos hasta académicos.

El mito lo encontramos inicialmente en la voz de Jesús María Suárez, uno de los fundadores, en su texto La Fundación de Armenia y su origen. SE trata de la decepción sufrida por el colono Jesús María Ocampo al tratar de construir un puente, con amigos de Calarcá, que comunicara esta recién fundada población con la ‘vereda’ de Armenia, ubicada al otro lado del río, y donde vivían cerca de mil personas. Esta historia contada por Suárez fue tomando, a lo largo de los años, nuevos matices, y cada quién le agregó lo que quiso. Por eso, aquí la citamos directamente del texto de Suárez, para evitar confusiones.

El mito fundacional de Armenia

El mito fundacional de Armenia, según su origen, es el siguiente: “…Continuamos nuestra marcha hasta llegar al punto denominado Armenia (antigua) donde nos encontramos con el señor Jesús María Ocampo (alias Tigrero) natural de Anaime[i], residente en Calarcá, de 35 años de edad, hombre valiente en la montaña y demás campos, desmembrado como vecino del caserío de Calarcá y también decepcionado por no haber sido atendido por sus vecinos en la construcción de un puente sobre el río Quindío que pusiera en comunicación los vecinos aludidos con las montañas en referencia…” (Suárez, 1910). Según este relato, después de esa decepción, Ocampo propone fundar un pueblo en el sitio donde vivían, al otro lado del río.

Esta versión es ampliada ocho años más tarde por Valentín Macías, en su libro ya mencionado Memorias que se relacionan con la fundación de Armenia y sus progresos. Macías hace una larga alusión a Ocampo y su residencia, primero en Calarcá, y luego en la porción conocida como Armenia, y de las dificultades que había para pasar el río Quindío desde el occidente hacia Calarcá, para aprovisionarse de víveres y herramientas. Y cuenta la historia del mito fundacional sobre la fallida construcción de un puente para hacer más expedito el camino entre la ‘vereda’ de Armenia y el pueblo de Calarcá.

“…Ocampo pasó a Calarcá, habló con personas influyentes de esa ciudad y las encontró propicias a su acertado proyecto. Le dijeron que alistara los materiales para el puente y que le diera aviso cuando fuera el día del primer convite, para ir a ayudarle. Muy alegre Ocampo del buen recibimiento que le hicieron sus amigos de Calarcá, les dio las gracias, agregando: ‘Yo haré cortar las maderas y todo lo tendré listo, les daré aviso oportunamente y les advierto que no lleven víveres ni aguardiente que todo corre por mi cuenta’. Se despidió cortésmente y regresó a su finca” (Macías, 1918).

Según Macías, que debió recoger la versión entre muchos de los fundadores de Armenia que aún vivían en la época de publicación de su relato (1918), Ocampo organizó una comitiva sin precedentes: “Algunos días más tarde Ocampo tenía los materiales listos, gracias a su esfuerzo y al de sus amigos, entre los cuales recuerdo a D Juan de la C. Cardona, D. Agustín Martínez y D. Jesús Soto etc. Dio aviso oportuno a sus amigos de Calarcá y se puso a preparar el fiambre. Una mañana de verano, Ocampo madrugó más de lo acostumbrado, cogió dos cerdos y los degolló, luego los empacó y en un costal echó como treinta panojas de choclo, frisoles verdes, sal, plátanos y algunos utensilios de cocina. Cargó con todo, una bestia y partido para el río con sus peones, dos cocineras y varios amigos. Eran las cuatro de la mañana de una mañana de verano y con buena luna”.

Foto de Armenia, en su primera cuadrícula. Fecha desconocida

Esta historia ampliada y contada por Macías, cobra visos de novela: “Al rayar el día llegó la comitiva al río. Ocampo dio las órdenes del caso y se dispuso con su gente a esperar la llegada de los calarqueños. Más, como se hiciera tarde y estos no apareciesen, empezó a cundir el descontento. ‘Nos dejaron metidos’, decían algunos; ‘se perdió chicha, calabazo y miel’, exclamaban las cocineras. A todas estas, Ocampo sin perder la serenidad, les encarecía la virtud de la paciencia. Pero se hacía tarde y los calarqueños no llegaban. Todo tiene su término y Ocampo se fatigó de aguardar y subiéndosele la sangre al cerebro, echó por la boca algunos tajos y mandobles, que no he podido saber en qué idioma los profirió, y levantando su campamento regresó a su hogar profundamente disgustado con la conducta de sus amigos de allende el río”. (Macías, 1918)

Según el cronista, Ocampo volvió a Salento y de ahí a Calarcá a los ocho días y recibió ofensas del señor Eliseo Ochoa, que había oído que Jesús María quería fundar un pueblo al otro lado del río, luego de que lo dejaran plantado en su afán de construir el puente. “Usted, Ocampo, cuando más, sí será hombre de hacer un rancho cubierto de hojas de platanilla, para meter a su madre”, le increpó en forma burlesca el señor Ochoa, de acuerdo con lo contado por Macías.

Esa ofensa y ese reto, de acuerdo con todos aquellos que han narrado este episodio, hizo que Jesús María Ocampo buscara un grupo de amigos que vivían en la fracción de Armenia para fundar el pueblo.

Ocampo se encontró en los predios de la ya existente finca Armenia con los hermanos Suárez, Jesús María y Alejandro, que habían llegado de Salento, y acordaron fundar el pueblo. Para tal fin, buscaron un terreno adecuado y se valieron de los servicios de presbítero Vicente Henao, conocedor de tierras, que les ofreció la finca conocida como ‘Los Potreros’, que a pesar de poseer muy buenas condiciones tenía un costo inalcanzable, $1.500 pesos. Además, era una porción de tierra de un solo dueño, el también sacerdote Sebastián Restrepo, propietario de predios aledaños, lo que impedía la expansión de la aldea, en caso de un rápido crecimiento. (Suárez, 1910).

Es entonces cuando aparece el ofrecimiento de la propia finca Armenia y terrenos colindantes, perteneciente a tres dueños: Antonio Herrera, José de los Reyes Santa y Rafael Correa. El precio del terreno era muy favorable, $256 pesos y, efectivamente, fue adquirido por los señores Jesús María Ocampo Toro y Alejandro Suárez Suárez.[ii]

En el momento de la transacción económica se firmó un papel entre los vendedores y los compradores, pero no se protocolizó en documento público legal ante ninguna autoridad. Con la palabra dada, se reúne a los vecinos y se levanta el acta de fundación el 14 de octubre de 1889 (Suárez, 1910). Lo más encomiable de este acto es que los compradores, señores Jesús María Ocampo Toro y Alejandro Suárez, donan estos terrenos a aquellos que quisieran hacer parte del nuevo pueblo fundado, sin cobrarles un solo peso por su adjudicación. Y para tal fin, ese mismo día de la fundación se nombra a los señores Juan de Jesús Arias y José Joaquín Buitrago como agrimensores, para que empiecen a adjudicar los solares. Al día siguiente, 15 de octubre, inician la adjudicación gratuita, y entregan los primeros 9 lotes.

Foto de la antigua carrera 18, sector de Tres Esquinas.

Sin embargo, pasados los días, nadie tiene propiedad real de la venta que hicieran Herrera, Reyes Santa y Correa a Ocampo y Suárez, y menos la cesión gratuita que estos hicieran a 319 colonos. Por tanto, el día 14 de mayo de 1891, un año y 7 meses después de la fundación, protocolizan a través de escritura pública los dos actos, el de la venta y el de la cesión gratuita de los terrenos, esta vez teniendo como testigos a los miembros de la Junta Pobladora de Armenia[iii], y ya cuando habían trazado la cuadrícula del pueblo con sus calles bien delineadas.

 

Archivos consultados

ARCHIVO Sociedad de Mejoras Públicas de Armenia —SMP—. Armenia, Libro de Actas 1889. Este documento reposa en la SMP desde el año 2009.

ARCHIVO Sociedad de Mejoras Públicas de Armenia —SMP—. Libro de Adjudicación de Lotes, 1889.

 

Libros consultados

 

CADENA, C. Olga. PÉREZ, José Manuel. Historia de Armenia, en Voces N°. 1 noviembre 1996.

MACÍAS, Valentín. Memorias que se relacionan con la fundación de Armenia y sus progresos. Editorial Quindío, 1918.

ROJAS, A., Miguel Ángel; QUICENO, López Orlando. Armenia ayer y hoy, Talleres Litográficos de Fudesco. Armenia, diciembre de 1999

SUÁREZ, Jesús María. La Fundación de Armenia y su origen. Editorial Quindío, 1910.

SANTOS, Forero Jorge. Armenia: libro histórico. Armenia, 1930.

VALENCIA, Alfonso. Quindío histórico. 1963. Imprenta Departamental de Caldas.

(Lea mañana en EL QUINDIANO La Nueva Historia de Armenia (ULTIMA PARTE)

 

[i] Este dato del sitio del nacimiento de Ocampo que trae Suárez, es equivocado. Jesús María Ocampo, efectivamente venía del caserío de Anaime, en el Tolima, pero había nacido el 14 de noviembre de 1847 en Salamina, para entonces jurisdicción del Estado Soberano del Cauca.

[ii] Escritura 87. Oficina de Registros Públicos del Circuito del Quindío. Libro de Registros N°.1, Folios 366,367,368, partida 508 Cartago, junio 2 de 1891.

[iii] Escrituras 87. Oficina de Registros Públicos del Circuito del Quindío. Libro de Registros N°.1, Folios 366,367,368, partida 508 Cartago, junio 2 de 1891. Escritura 88. Oficina de Registros Públicos del Circuito del Quindío. Libro de Registros N°.1, Folios 375 y 376, partida 515, Cartago, junio 14 de 1891.

 

 

PUBLICIDAD

Comenta esta noticia

©2024 elquindiano.com todos los derechos reservados
Diseño y Desarrollo: logo Rhiss.net