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Cultura  |  07 mayo de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Piruchina

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Un cuento de Enrique Álvaro González, integrante del taller de escritura Café y Letras Renata Quindío.

Fueron las primeras explosiones y los rayos luminosos que se filtraron a través de la cortina los que la hicieron abrir sus ojos para descubrir la línea vertical de luz formada por la puerta entreabierta.

Piruchina se incorporó, inmersa aun en el mundo de Oniris; salió al pasillo del segundo piso, y desde allí contempló a los mayores abajo en la sala, entre ellos a su padre, quien con una pantaloneta puesta, arreglaba junto a los otros hombres de la casa los regalos en torno al árbol adornado y luminoso. Mientras, las mujeres se atareaban en los preparativos de dulces, colaciones y otros pasa bocas navideños.

Más el sueño fue más fuerte que la curiosidad, y la niña, conocedora del camino, regresó dormida a su lecho, donde unas horas después fue sorprendida por las luces y ruidos de la casa y el tan esperado anuncio por las almas infantiles:

– ¡Ha nacido Jesús! ¡Vamos a ver qué nos trajo!– Gritaron casi al unísono los niños.

Pasado el feliz impacto, la chiquillada saborea los dulces, las colaciones y todas las ricuras preparadas para ellos y la conversación deriva por diferentes rutas, hasta que una vocecita sobre sale:

–Ay… lástima no haber visto al Niño Dios, cuando trajo los regalos.

– ¡Yo lo vi!– exclama Piruchina

– ¿Y cómo era?– Pregunta el coro improvisado de niños, y con toda la ternura propia de sus seis añitos, ella respondió:

–Igualito a mi papi, pero en calzoncillos.

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