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Cultura  |  08 mayo de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

La educación perdida

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La ignorancia es el peor enemigo de un pueblo que quiere ser libre

Jonathan Hennessey, novelista gráfico estadounidense

 

Gloria Chávez Vásquez

El propósito de la verdadera educación es dar a la mente una estructura que nos ayude a madurar espiritual, emocional e intelectualmente. Mediante el estudio y la práctica de lo aprendido, adquirimos hábitos, métodos, habilidades, creencias y principios éticos y morales. Idealmente, estos conocimientos serán asimilados por nuestra futura familia, y transferidos de generación en generación a la sociedad.

 

Por siglos, los educadores han creado sistemas destinados a enseñar a los ansiosos de conocimiento o de manera obligatoria al resto de la sociedad. Algunos de estos métodos son absorbidos por el sistema público, a conveniencia. Si se aplican eficientemente, solo es posible evaluar, de la manera en que se comporten los egresados del sistema educativo en cuestión.

 

En la actualidad, la educación parece haber perdido su eficacia y, por tanto, la lucha del conocimiento contra la ignorancia nos resulta inútil. Es entonces que se presume que, como dijo una vez Sócrates, el conocimiento en mano de los ignorantes es peligroso. O como dijo luego Aristóteles: Educar la mente sin educar el corazón no es educación. Es por eso que, muchos que creen tener una educación, en realidad no la tienen.

 

Breve historia

El aprendizaje con miras al conocimiento y la sabiduría es asunto de vocación en el espíritu evolucionado. Hay quienes dicen que el estudio académico no es para ellos. En ese caso lo mejor es el adiestramiento en un oficio, que muchos, con la inclinación, piden a gritos. Otros prefieren evadir toda instrucción o simplemente obtener los beneficios sin poner ni un grano de arena para merecerla.  

Desde su Liceo en la antigua Grecia, Aristóteles (384-322 BC) advertía al alumno que, si no estaba dispuesto a aprender, nadie le podría ayudar, pero si lo estás, nada ni nadie te puede detener. Para el filósofo, la educación era el camino, no el objetivo. El aprendizaje, _le decía a su pupilo, Alejandro de Macedonia_ no es un juego. No se aprende sin dolor y solo encuentras la felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio.

En cuanto a la vocación pedagógica, El que sabe, hace, el que entiende, enseña. Las cosas que tenemos que aprender antes de poder hacerlas, las aprendemos haciéndolas. No hay otra forma de aprender en la vida.

En su libro, Emile, (1762) J.J. Rousseau propone un sistema educativo que permita al “hombre natural” (que nace bueno) convivir con una sociedad inevitablemente corrupta. Acompaña el tratado una historia novelada del joven Emile y su tutor, ilustrando cómo se debe educar al ciudadano ideal. Hoy se le considera el primer tratado sobre filosofía de la educación del mundo occidental.

La Educación Progresista nace en Estados Unidos con John Dewey (1859-1952), filósofo y educador norteamericano quien pensaba que lo que se ofrecía en el sistema educativo de su época no era suficiente para proporcionar una preparación adecuada, que se ajustara a la vida en una sociedad democrática. Buscaba además un nuevo orden en la construcción social.

En su escuela-laboratorio las clases tradicionales se transformaron en actividades prácticas. Las materias fueron organizadas conectando lectura, escritura, historia, ortografía, aritmética y ciencias de la vida. Se enfatizó la educación física, las artes y habilidades prácticas como la administración del hogar y las manualidades. El profesor hacia el papel de guía del estudiante.

Dos modelos importantes

Dos modelos de escuela, cuyas estrategias educativas han sido malamente copiadas por el sistema público son los ideados por el austriaco Rudolph Steiner y la italiana María Montessori.  

Rudolph Steiner abogó por la separación de las instituciones educativas y el control gubernamental. En su ensayo La educación a la luz de la Ciencia Espiritual (1907), describió las fases del desarrollo del niño como base de un enfoque saludable de la educación.

En las escuelas Waldorf-Steiner no se califica al alumno. En su lugar, el perfil de estudiante, describe su carácter y forma de aprender, consejos prácticos para el camino y posible vocación.  La enseñanza comprende matemáticas, historia, ciencia, geografía y arte, con énfasis en dibujo. A esto se agregan dos idiomas extranjeros, música, euritmia, lecciones de arte, gimnasia, trabajo manual y canto. A partir del sexto grado, se añaden actividades artesanales como la carpintería, física, química y jardinería.  En las clases avanzadas se enseña tejido, agrimensura, cerámica, encuadernación, mecánica técnica y tecnologías de la información. El teatro, la actuación, los conciertos, las fiestas y representaciones, son parte de la vida social del estudiante.  

Aparte del título tradicional, el profesor requiere una especialización de 3 años en enseñanza Waldorf que incluye un intenso período de prácticas. Durante los primeros 8 años enseña todas las materias y actúa como guía para el niño desde temprana edad.

El Método Montessori

Tanto Steiner como María Montessori (1870-1952) estaban de acuerdo en que, si una metodología educativa no funciona con un niño, lo lógico es probar otros métodos.

El método Montessori se basa en un triángulo: los alumnos eligen libremente dentro de un número de actividades apropiadas para su desarrollo. " La libertad es actividad y la actividad es la base de la vida".​ El ambiente preparado no solo se refiere al espacio físico, sino también a las personas con las que el niño se relaciona y las actividades y directrices que se plantean en ese espacio, según las necesidades concretas de cada etapa.

Un modo de motivar a los niños y despertar sus deseos de aprender se resume en La Fórmula Montessori: “Ayúdame a hacerlo solo”. El adulto únicamente interviene cuando el niño le pide ayuda. De este modo, se favorece la autonomía desde los primeros años.​

Las escuelas empaquetadas

Una de las razones del fracaso en la moderna educación pública en EE.UU. es que se ha convertido en una industria lucrativa para administradores y proveedores. Los textos se compran por el peso y no por su valor educativo, a precios extravagantes. La prioridad es el dinero destinado por el gobierno, presente o no, a cada estudiante. Este conflicto de intereses ha despojado de su poder de decisión a padres y educadores, reemplazados por los agentes políticos.

Los estudiantes perdieron el respeto a los maestros desde que la disciplina se consideró un abuso. La anarquía del ambiente escolar nutrió la mentalidad de pandilla y la hostilidad de los adolescentes creció exponencialmente. Un currículo, (reciclado del sistema Dewey), apadrinado por Bill Gates, con la venia de los sindicatos de maestros, reemplazó la vocación pedagógica por la “eficiencia” corporativa. Los nuevos instructores y trabajadores sociales, comenzaron a entrar y salir por la puerta giratoria burocrática.

John Taylor Gato, autor de Dumbing Us Down (Entonteciéndonos) critica el “currículo escondido de la educación obligatoria” en el sistema escolar estadounidense en el que enseñó por tres décadas: “La escuela es una sentencia de doce años de prisión en la que lo único que se aprende son malos hábitos; la enseñanza es incoherente y confunde al estudiante. Su programación se parece a la de la televisión en que rellena el tiempo “libre” de los jóvenes; los hace indiferentes, emocional e intelectualmente dependientes. Les inculca la inseguridad y la necesidad de aprobación constante. Les deja claro que no pueden ocultar nada, porque son vigilados constantemente”. No es de sorprender, entonces, que la ideología en boga del wokismo haya transformado el aprendizaje en adoctrinamiento y al estudiante en presa de depredadores.

La educación y el sentido común

Se supone que la educación nos capacita para la vida en sociedad, para la convivencia mediante el compañerismo, la empatía y la cooperación. Aparte debería nutrir la imaginación, la creatividad y fomentar un pensamiento crítico propio.  

Pero mientras la corrupción en la educación pública atrofie el desarrollo intelectual del estudiante, desanime la sociabilidad y cree necesidades emocionales, físicas y espirituales, continuara afectando, cada vez más, la salud mental de la sociedad. Este estado de ineducación, impide además el desarrollo del sentido común, tan importante en la supervivencia del individuo y la civilización.

Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.

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