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Cultura  |  08 mayo de 2023  |  11:50 AM |  Escrito por: Administrador web

La Galería de Armenia, una historia a prueba de demoliciones. Sexta Entrega

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Jair Castro López

Retomando la ruta por la acera de la calle 17 con carreras 16 a 19, para desembocar al inicio. Allí se encontraba el café Rivoli, con foto enmarcada de un toro que un buen día de mercado, escapado de algún medio de transporte, le dio por adentrarse al local para terror de los clientes cotidianos.

A continuación, la droguería Antioqueña, negocios menores hasta la portada de la carrera 17.  La torre central, coronada con el gallo de pastas de igual nombre.  Las escalinatas llevaban al segundo piso donde se encontraba el Permanente o Comisaria del Centro; celdas y un piso más arriba, las inspecciones de Policía. El Comisario más recordado, Lalo Pineda, tío político del ingeniero Tamayo ya referido; el funcionario siempre con un Pielroja en los labios y una palabra de trato cordial. 'Cachaco', llamaba a las personas conocidas ... en la acera, un parqueadero para la camioneta vetusta, llamada La Bola o La Chota, vehículo destinado a transportar agentes de policía y detenidos hasta las celdas del piso dos. Ya hicimos mención al SIC, el tenebroso Servicio de Inteligencia Colombiano, de fama paralela a las tropelías del Chulavitismo.. pocos años después, La Bola fue entregada a los alumnos del ITI, para los talleres de motores y mecánica. A fe que el cacharro fue reacondicionado por los estudiantes y de paso, lorear por la periferia. En la libreta de apuntes figuran como comisarios, entre otros, Héctor Giraldo y José Ocampo, de filiación, conservadora.

Por esta doble entrada al interior, antes de acceder a los graneros de la manzana cuatro, estaba el local de Floresmiro López, con un amplio surtido de productos de fique...elementos para el campo, alpargatas, lianas, cabuyas y muchos artículos más. Válido es agregar que Alfonso López, hijo, también condiscípulo, excelente jugador de fútbol, siempre atento a la misma faena de todos, domingos, festivos y fines de semana, apoyo definitivo para don Floro y cuando este no pudo continuar por salud quebrantada, fue él quien asumió el control del local, y uno más de los damnificados con la desaparición de la galería y el trasteo a otros remedos de plaza. Por la misma calleja hacia el centro, se encontraba un negocio de cafetería de un ciudadano ecuatoriano de apellido Albán, padre del también rufinista Agnelio Albán Ramírez, estudió Ingeniería Química, provenientes del honrado trabajo de su padre en la plaza de mercado; posteriormente, regresaron al país natal y allí hasta hace algún tiempo, Agnelio ocupaba una importante posición en Quito.

Rumbo a la carrera 18, almacenes de telas, droguería Velásquez, y de nuevo a la trasversal donde se inició el periplo. Para destacar que en la parte externa al café Rivoli, se parqueaban los taxis de la empresa Tax Nogal, luego sería Tax Legal y en periodos sucesivos, con rutas a Calarcá y servicio urbano.

En este punto, es pertinente referir que frente a la galería, por la calle 17, carreras 18 y 17, se encontraban La Gran Flota, ruta a Montenegro. Por la misma acera, hacia la droguería Bolívar, Trans Pijao y Génova, huelga decir su ruta. Hay que recordar que las droguerías de ese entonces, tenían servicio de inyectología, despacho de fórmulas y a falta de recursos para visitar un médico, los pacientes eran formulados por los empíricos empleados. Una de estas droguerías era de propiedad del señor padre del extinto gerente de Bancafé, Diego Álvarez de la Pava; solo una vez, un parroquiano enguayabado, acudió a la 13 - 13 a recibir una dosis de penicilina procaínica y la consiguiente reacción anafiláctica, lo dejó listo para la pieza del olvido. No existían las pruebas previas de sensibilidad.

Retomando la droguería Bolívar, en la parte alta, se encontraba el consultorio del médico Múnera Botero, muy acertado y solicitado por la clientela tradicional. Por aquel entonces, se agregaban Isaza Duque, Barros Baquero, García Sierra, los hermanos Luna, Mejía Baena, Rave Soto y años después, el cirujano Numa Pompilio Carvajal.

La triste anécdota, corrió por cuenta del accidente sufrido por Múnera Botero, Av. Bolívar en la parte externa de Bavaria, lugar donde el vehículo subió a la acera y arrolló a unos peatones, …el resultado fue que el prestigioso galeno se alejó del ejercicio profesional y en medio de las diligencias judiciales, fue autorizado a desplazarse a Medellín, su patria chica y nunca más se volvió a mencionar su nombre. La ciudad perdió una muy significativa alternativa de salud.

Continuará...
 

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