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Columnistas  |  02 junio de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Faber Bedoya

Desde el séptimo piso: como decíamos ayer

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Faber Bedoya

El gran poeta Fray Luis de Leon, colega nuestro, fue procesado por la inquisición de Valladolid como sospechoso en materia de fe, acusado de haber traducido a la lengua vulgar libros sagrados y permaneció encarcelado por cinco años. Le restituyeron la catedra y cuando volvió al salón de clases, pronuncio la célebre frase, “como decíamos ayer” y siguió en el tema que había dejado antes. Traemos a colación este enunciado, porque en nuestra conversación pasada, y en la anterior y con otros colegas, hemos venido trillando el mismo tema, hay mucha incertidumbre en el ambiente cívico, administrativo, económico y político en nuestro querida y nunca bien ponderada Armenia, Quindio.

En todas las evaluaciones que hacen los turistas de la estadía en el Quindio hacen mención a la amabilidad de sus gentes, y en general a que somos muy atentos. Pero como decía mi abuelo, es porque no saben “las peladuras que hay debajo de la enjalma”.  Nosotros, que hace tantas temporadas altas y bajas, recorremos a pie las usadas calles de nuestra ciudad, somos testigos de primera mano de fenómenos que ya parecen, son paisaje urbano. La inseguridad en todos los sectores y comunas, va en aumento. La movilidad en ciertos sectores de la ciudad es muy complicada, la informalidad es lo normal, el desempleo con índices altos, baja competitividad y mínima presencia nacional de nuestros líderes y dirigentes. Lo cual se evidenció en el presente Plan Nacional de desarrollo, ya aprobado por el congreso.  

Y esto lo hemos escuchado, leído, visto, en todos los medios de comunicación y ahora en las redes sociales. Entonces si ya lo sabemos, si esta sobre diagnosticado, por qué no hacemos nada. Para nosotros los ciudadanos mayores de a pie, creemos que la calentura no está en las sabanas, como dicen las señoras cuando el niño tenía fiebre. Estamos de acuerdo con quienes sostienen que el problema es estructural. Equivale a decir que vivimos en una ciudad enferma, con bases, vigas y columnas débiles, poco flexibles, endebles, a veces con guaduas con dentro, con aceros de poca densidad, ladrillos en pandereta, mezclas no recomendadas, mampostería enjuta. Aprendimos con la experiencia del terremoto de índices de sismo resistencia, pero en la reconstrucción del tejido social, nos quedamos habilitando, y por lo tanto tenemos mínima resistencia a los fuertes temblores con los cuales la sociedad nos ataca.

Y en la sociedad humana su base principal es la familia, constituyen la cimentación sobre la cual reposa toda la construcción social. Es la obra negra y la misma sociedad se va encargando de pulir y embellecer esa obra blanca que es el ciudadano, de bien.  Pero hoy nos resulta tan difícil, siquiera, definir lo que es familia. Ya nos quedamos solos. Ella y yo, con unos vecinos que no sabemos quiénes son, escasamente nos saludamos. También se acabó la vecindad. Como será que hay propuestas para incluir a las mascotas como miembros de la familia ante la ausencia de hijos !!.  El tema de la familia cuyabra, la de Armenia, es preocupante. Nos estamos llenado de turistas residentes en todos los barrios. Venidos de diversas partes del país, se establecen aquí, compradores compulsivos, se divierten, indiferentes, no generan empleo y disfrutan. En nuestro condominio hay varios apartamentos que los arriendan en las temporadas, o para estudiantes por semestres. Las familias que quedamos somos pocas, no somos el 15%. Y ese número de residentes somos familias de dos personas, máximo tres. No hay niños. Es muy diciente de 120 residentes hay tres niños.

La dinámica social presenta otras estructuras familiares, eso es inevitable, pero también nos cambiaron los valores, los principios éticos y morales ? Nosotros los habitantes de estos pisos, tenemos que ver impávidos como en nuestras narices se nos acaban el orden establecido y logrado con tanto esfuerzo. Nos costó mucho trabajo ser ciudadanos de bien, para que al final del camino triunfen los otros. Alguna vez nos dijeron “los buenos somos más”, parece que no es así. Vamos, también a tener que cambiar la ecuación entre buenos y malos.

Armenia es una ciudad muy querida, amable, todavía pequeña, amañadora, nos conocemos, nos saludamos en la calle. Los adultos mayores hemos logrado conformar a través de los grupos, una cofradía espiritual y nos unen unas costumbres y valores nacidos, crecidos, florecidos y reproducidos aquí en nuestra ciudad. No puede ser, hablo desde el séptimo piso, que nos toque presenciar una debacle social y desde luego familiar, por culpa de nosotros mismos.

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