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Columnistas  |  03 octubre de 2017  |  12:00 AM |  Escrito por: Pablo Morales

Tóxico para niños

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Pablo Morales

Como buenos ciudadanos y padres, hacemos mal cuando nos cohibimos de expresar las observaciones que desde el sentido común y nuestro criterio de vida, nos alertan frente a lo que se puede mejorar o cambiar de una sociedad que de verdad se preocupa por los niños. Y la verdad, desde que soy padre, me he interesado más por todo lo que tenga que ver con el cuidado y bienestar de ellos.

El reguetón, ritmo proveniente de los barrios marginales del Caribe, hoy se escucha en casi todo lado, en muchas de las emisoras comerciales, en el bus, taxi, almacenes, centros comerciales, la calle, por supuesto en todas las discotecas de todas las clases sociales, en las universidades y, grave falla, en muchos colegios, y hasta en jardines infantiles. ¿Cuál es el nivel del pensamiento con el que se está educando a nuestra sociedad?

Y es que el reguetón siempre ha sido motivo de controversia, por sus letras explícitas y su alto contenido sexual, sobre todo cuando se refiere a las mujeres. Frases plagadas de misoginia rampante como “En mi cama yo la meto, por el centro yo la agarro y la someto por el suyo” del reguetonero, Mr.Fox, no son precisamente declaraciones de amor, más bien se recrea una violación. Nada que deba escuchar un niño, ni un adolescente, ya los adultos decidirán que escuchar, eso ya es cuestión de cada quién. Pero, ¿quién protege a nuestros niños?

Hace unos días leí la noticia de Totó la Momposina, autoridad de nuestro folclor, quien al respecto del reguetón dijo: "Y entonces los muchachos ahora bailan reguetón y que te lo meto, que te lo saco, que lo hacemos, no no, eso no tiene ningún valor de música, y eso es para embrutecer a toda la humanidad a través de los malos pensamientos".

Pues estoy de acuerdo con ella, no tengo duda que escuchar de forma repetitiva sus letras tóxicas nos someten de manera inconsciente a nuestros instintos básicos, creando una brecha involuntaria con el pensamiento racional y analítico. Pero como Ñejo y Dálmata dicen: “Eso en cuatro no se ve” mejor dicho, todos encalambrados y con la mente en shock sin saber en dónde estamos metiendo las “narices”.

Hay dos instintos fuertes e incontrolables en el ser humano, que son, el instinto de conservación y el sexual; al segundo atina el reguetón, y lo ayuda a posicionarse como una exitosa estrategia comercial que vende millones de dólares del producto y premia el bajo intelecto con contenidos basura y pornográficos que degradan el pensamiento colectivo.

Pero, Ñengo flow y las disqueras se sienten cómodos esparciendo liricas con ese flow “Tu ere’ bien puta, es lo que ella busca, se difraza y me ejecuta cuando se convierte en puta... Ella sabe con cojones pero se hace la bruta…”

La repetición de sus letras es una programación neurolingúistica que con seguridad tendrá repercusiones psicológicas y de comportamiento en nuestra sociedad. Imagínese entonces el efecto en un niño que es como una esponjita, repitiendo sin saber lo que dice, o peor, bailando como una estríper amenizando clientes, piense en la sociedad actual y futura.

Y la responsabilidad es de nosotros los adultos, no son bobadas, son asuntos muy serios. ¿Cómo controlarán los índices de natalidad en adolescentes?, o las enfermedades de transmisión sexual en los menores. De hecho, es una realidad que no hay que ser magos para inferir una clara influencia del ritmo de moda.

“La música siempre ha sido uno de los principales elementos para la formación cultural, que pueden ser de gran influencia en las conductas y emociones que reflejan los seres humanos. La música le entrega a los niños, su identidad cultural”.

Por eso aseguro que el reguetón es muy tóxico para la mente de los niños, quienes no han desarrollado su propio criterio frente a la vida, y sin duda imitan y reproducen todo cuanto ven y escuchan del mundo de los adultos. ¿Cuándo ha escuchado usted que en alguna emisora adviertan sobre la presencia de niños o menores de edad antes de poner un reguetón con sus porno líricas?, nunca, ¿verdad?

Desde niño mi papá me enseñó que mi vida sería el resultado de la información con la que yo alimentara la mente, y hoy le puedo decir a Don Antonio, que tenía toda la razón, y que le deseo un muy feliz y bendecido onomástico hoy, día en el que escribo esta columna. Cuidemos como lo más querido, la mente de los niños, es en ese plano en el que deben crecer muy fuertes.

Twitter @MoralexPablo

 

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