Los cuatro grandes partidos, no son los mismos cuatro partidos con tradición de Colombia. Dejar en claro esa diferencia permite hablar sin apasionamientos y tomar posiciones de manera clara en la vida.

Para escribir estas líneas, no hay que salir de los asaderos de pollos intelectuales denominadas facultades de ciencias políticas o estudios políticos, o tener una inteligencia combinada de Sthephen Hawking, Albert Einstein, Charles Darwin o Copernico –teniendo en cuenta que los que somos creyentes no vemos conflicto entre la ciencia y el conocimiento de la realidad con la grandeza del Creador, de Dios-. Hay que saber observar los fenómenos y hacer predicciones. Estamos en una crisis partidaria, pero antes hay que hacer algunas claridades.

El término partidos tradicionales es una expresión despectiva hasta cierto punto que ha usado el lenguaje político de la izquierda y de cualquiera que reivindique en sí mismo el concepto de lo “alternativo” para referirse a la antigüedad y estancia en el poder de los partidos Liberal (1848) y Conservador (1849). En este orden de ideas, en el tiempo han supervivido tres partidos más que no se comparan en su antigüedad, pero que superan los últimos treinta años, que son Unión Patriótica (1984), Autoridades Indígenas de Colombia-AICO (1990) y la Alianza Social Independiente-ASI (antes Indígena) (1991). El protagonismo de dichas fuerzas políticas en la opinión pública, su permanencia en el tiempo y su papel en los cambios administrativos y jurídicos de la Nación desde la promulgación de la Constitución de 1991 y el debate que genera su existencia son prueba de que hasta cierto punto son tradicionales.

Los partidos con tradición, son otra cosa. La tradición en cualquier contexto se basa en la coherencia, el legado generacional y la práctica sistemática de usos, costumbres y reglas individuales, colectivas y familiares. En ese orden, puede haber tradiciones positivas y negativas en consonancia con los valores éticos y morales y con los cambios sociales. En las listas del Congreso de 2018, el resultado de que los partidos Liberal, Centro Democrático -partido de oposición creado por los seguidores del ex presidente y senador Álvaro Uribe Vélez al gobierno de Juan Manuel Santos creado en 2013 y con personería jurídica desde 2014- y Cambio Radical-(partido creado en 1998 por un grupo de liberales galanistas e independientes para respaldar la candidatura presidencial del ex fiscal Alfonso Valdivieso, posteriormente acompañando a Andrés Pastrana y la carrera política del actual candidato Germán Vargas Lleras- y el Conservador, son la muestra de que es difícil que los partidos tradicionales y de tradición pese a las crisis políticas salgan de circulación a nivel general y su existencia es garantía del funcionamiento de la democracia, siempre y cuando representen posiciones y modelos de Nación y funcionamiento del Estado desde una ideología o una visión determinada. No obstante, los casos de Cambio Radical, el Partido Alianza Verde -desde 2004 con varias reformas y transformaciones-, las listas de la Decencia -coalición entre el Progresismo de Gustavo Petro, la ASI, el partido Mais y el movimiento de Clara López Obregón que salió del Polo Democrático pactada en 2017- y el Partido Movimiento Alternativo Indígena Social-Mais fundado en 2014, ha sido la revelación de las listas indígenas y de la Cámara al nombrar al representante campesino César Pachón por Boyacá.

Conclusión: la tradición se gana con trabajo, coherencia, respeto al electoral, al ciudadano, a la identidad partidaria cualquiera que sea. Por esta razón, creo que, a pesar de que muchas decisiones, como en todo no las comparta, entraré por mi convicción de la importancia del buen trato, respeto y valoración de la cultura indígena colombiana, entraré al Partido Mais. Espero que mi nueva colectividad sea una buena y nueva casa, para el punto de vista conservador independiente e indigenista.

@armesto1989

*Director publicidad periódico El Nodo Colombia