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Cultura  |  06 febrero de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

EL LIBRO DE LEHDER/ Las mujeres de Carlos Lehder

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Foto del libro de Lehder, que trae la siguiente leyenda: “Foto con mi esposa en un festejo en Armenia-Colombia"

Uno de los mitos que también corren en el Quindío es el relacionado con la actitud de ‘Don Juan’ que tuvo Carlos Enrique Lehder Rivas, a quien se le conocieron varias mujeres en su vida de juventud. Ese mito lo corrobora el propio Lehder en su libro ‘Vida y muerte del cartel de Medellín’. En el texto, nombra por lo menos a seis amantes, en el transcurrir de su vida, hasta los 37 años cuando fue apresado por las autoridades y extraditado a los Estados Unidos, donde pagó una condena de 33 años de prisión. (Vida y muerte del cartel de Medellín, Carlos Lehder, Penguin Randon House Grupo Editorial. 2024).

Melody

La primera mujer de la que habla el libro se llama Melody, y es la novia de su primera juventud, cuando Carlos Enrique tenía entre 17 y 22 años. Es una dama proveniente de una familia norteamericana que vivía en Nueva York. La menciona como su amiga preferida y dice que la ha llevado a Miami y le ha alquilado una casa en Long Island, para vivir juntos, como lo hicieron muchos años en Nueva York. Es decir, en sus años de primera juventud. La pareja vivió también en Los Ángeles, durante algunos meses. Cuando la situación de Lehder se complicó por la persecución que se le hacía como reconocido narcotraficante colombiano, siendo aún muy joven, la pareja decide separarse y Melody regresa a Nueva York con su familia.

Foto del libro de Lehder, que trae la siguiente leyenda: “En Miami, aprendiendo de botes y pesca con los piratas de la marina Pier 66.

Chocolata

Más adelante, en cayo Norman, Bahamas, Lehder habla de una mujer que lo acompaña, y la llama Chocolata; “…una rubia primorosa de avanzada que había conocido en una fiesta familiar en su villa en Medellín, muy admirada por el primer ministro…” (se refiere al primer ministro de las Bahamas). Iniciada la guerra de la DEA contra los narcos en Bahamas, y el permanente asedio a su isla cayo Norman, Lehder decide sacar de este sitio a su nueva mujer, Chocolata. “Aunque no existían todavía los teléfonos celulares ni los sistemas de navegación GPS, la alerta intensificó nuestra vigilancia. Envié en el avión colombiano a Chocolata, mi mujer, y a nuestra hija bahameña junto con otras mujeres para Medellín”, narra Carlos Enrique en su libro.

‘Ojitos’

Tiempo después, llegan a su nueva isla un grupo de tres mujeres, también de Medellín, acompañadas de un par de pilotos que Lehder contrató para trabajar manejando aeronaves cargadas de coca entre La Guajira y cayo Norman. Una de las mujeres, conocida como ‘Ojitos’, al momento de regresar, casi en la escalerilla del avión en donde había llegado, se devuelve y le dice a Lehder que quiere trabajar con él en la isla, que conoce de botes. Y se queda con él. “Encontraba complicado mirarla porque era tan bella que magnetizaba”, dice Carlos Enrique de ’Ojitos’.

Un día cualquiera, en Cayo Norman, ‘Ojitos’ se sintió mal, mareada y con vómito. “Yo creo que la niña está embarazada”, le dijo a Lehder una de las empleadas de la casa. “Entre mis planes no estaba el matrimonio ni conformar un hogar…todavía”, revela el escritor en su texto. Y dice: “Adoraba esa niña, pero ¿qué quería ella? Un par de días después, supe que había decidido convertirse en mamá. Escogió la ciudad de Málaga, en la maravillosa España, para residir”, narra Lehder en su confesión sobre mujeres.

Lulú

Más adelante aparece en su vida Lulú, tal vez la más importante de las mujeres en la vida de Lehder. Lulú es de Armenia, con familia de arraigo en esta ciudad. “Recargado de trabajo y sin posibilidades de vida social, mi refugio y paraíso terrenal era mi villa en Medellín, donde moraba omnipresente mi cariñosa y bella mujer Lulú. Ella era la primera que no jugaba a ‘ser princesa en su castillo’, sino que madrugaba a administrar la casa y a todos los empleados. Conocía toda mi ropa y zapatos, mis gustos y necesidades de vestimenta, todo lo tenía listo de antemano”, dice en su libro.

Y agrega sobre Lulú: “Su nariz perfecta y sus hipnotizantes ojos color castaño me prodigaban intenso cariño. Sus preciosas facciones, adornadas por su brillante cabellera castaña, eran todo para mí…yo estaba inmensamente enamorado de ella, y ella lo sabía…”.

Esta es la mujer a la que Lehder le dedica más páginas en su libro. Incluso un subtítulo denominado: Mi Lulú. En este acápite revela la adicción de Lulú al bazuco, lo que le provocó a él una profunda tristeza. “Lulú era una adicta, una viciosa, una enferma que creía que el bazuco le iba a curar sus apetitos mentales. Ella había descendido al fondo del abismo”, revela en el libro.

Lehder consultó médicos y psiquiatras para el tratamiento a su mujer, pero todo parecía perdido, sin solución. Finalmente, atendió el consejo de un amigo y empleado de él, que había superado la adicción al alcohol y le dio la fórmula de levantarse todos los días y decir como un mantra: ‘hoy no tomo alcohol’. Y decide enviarla a Armenia. “Ella viajaría al día siguiente en mi avión a Armenia, a la finca cafetera de su familia. Lulú comenzaría tratamiento psicológico para reforzar su fuerza de voluntad, visualizando lograr su meta: no volver nunca más a intoxicar su mente ni su bellísimo cuerpo con bazuco”, señala Lehder.

Foto del libro de Lehder, que trae la siguiente leyenda: “A los veintidós años, en mis inicios con el narco y marino Larry Greenberger; estaba de vuelta en Miami, después de que me deportaran a Colombia.

Esperanza

Luego de una temporada en Medellín, y después de conocer que había sido pedido en extradición por el gobierno de los Estados Unidos, Carlos Enrique Lehder decide volver a Airapúa, su hacienda en los Llanos Orientales. En el helicóptero en que iba abrió la correspondencia que le habían entregado y halló una carta y una foto de una amiga de Armenia, Esperanza. “En la carta…me expresaba su admiración y su deseo de acompañarme”, relata.

“La siguiente semana, aterrizó mi helicóptero en una de las casas del río, con Beltrán y la bellísima y dulce jovencita Esperanza a bordo. Su cariñoso saludo y el plácido tono de su acento paisa en unos labios tan perfectos me recordaban mi juventud en los clubes de Armenia. Fue un nuevo amor a primera vista. El idilio se prolongó por un mes. Recorrimos las veredas juntos. Esperanza, hija de ganaderos, recorría el territorio con la confianza de una buena chalana. Era valiente, no le molestaban mis armas. Yo la mantenía cerca de mí, acostumbrado a vivir con el temor de que en cualquier momento llegaría la policía a buscarme”, narra Lehder en su libro sobre esta dama.

Finalmente, Esperanza regresa a Armenia, enferma, al parecer atacada por ‘malaria’. “Yo sabía que el llanero es casi inmune a la malaria por sus fuertes e innatos anticuerpos, que Esperanza no tenía. Le pedí a Beltrán que llamara una avioneta para devolverla inmediatamente a Armenia”, precisa el autor del libro. Y dice: “Descorazonado la subí al pequeño avión y, cubriéndola de besos, le juré amor eterno”.

Más adelante, cuando Lehder decide irse a Nicaragua, invitado por el gobierno sandinista para exportar desde allí cocaína a los Estados Unidos, nuevamente se reúne con Esperanza en Managua. “En la villa que me asignaron reinaba Esperanza…ella tocaba muy bien la guitarra, y en las tardes llamaba a los empleados y les ofrecía bebidas y tapas, cantaba unas cuantas canciones colombianas y repasaba otras nicaragüenses…”.

Cuando las cosas se le complicaron a Lehder en Nicaragua, cuyo gobierno entró en cólera por la invasión de Estados Unidos a Panamá para capturar a Noriega que era presidente de ese país, Esperanza entró en pánico y pidió regresar a Colombia. “Esperanza entró en una crisis nerviosa y pidió regresar a Colombia. Esperanza, ya embarazada, partió en un vuelo comercial con destino a Managua, luego viajó a Panamá y por último a Medellín”, revela Lehder.

Yolanda

Viviendo, escondido, en los llanos, muy cerca de la selva, huyendo de los constantes asedios de la Policía y el Ejército colombianos, llegó a la vida de Lehder una jovencita de 19 años, llamada Yolanda. Era hija de Bernardo, uno de sus empleados que decidió llevar de vacaciones a su familia a una de las haciendas del narcotraficante quindiano. “Entonces apareció en mi vida Yolanda, la hija mayor de Bernardo, una escultural amazona de 19 años, trigueña, de portentoso cuerpo con unas facciones no digamos hermosas en el sentido convencional, pero sí muy atractivas. Me encantó. No aguanté la tentación de seducirla. Por eso, casi cada noche subía desde el río a saludar a Bernardo y a su familia, y aprovechaba para salir a caminar con Yolanda por los jardines. Un día antes de su retorno a Pereira, Yolanda le comunicó a su papá que había decidido acompañarme y trabajar para mí manejando los radios, a lo que Bernardo no se opuso”, menciona el relato.

Yolanda acompañó a Carlos Enrique en los momentos más difíciles de la persecución que le hacían la Policía y el Ejército. “Esa noche revisamos todos los procedimientos, juntamos las cuatro lanchas y alistamos los morrales, incluyendo a Yolanda que había decidido portar un arma”, describe Lehder.

Carlos Enrique atiende un llamado que le hace Pablo Escobar y viaja a Medellín, al búnker del capo y a la hacienda Nápoles. Y lo sigue su novia, Yolanda. Lehder descubre que Escobar está matando a todos los narcos amigos para quedárseles con el negocio y los bienes. Yolanda, en la Hacienda Nápoles, olisquea el peligro y decide separarse de su pareja. “Yolanda me dijo que no había dormido bien, que se sentía cansada y que ella necesitaba visitar a su madre en Pereira. Me quedó claro que estaba incómoda y nerviosa en ese lugar, quizás era la intuición femenina. Al mediodía, voló un avión de Gustavo con rumbo a Medellín y en él se fueron Yolanda y Beltrán”, sostiene Lehder, anunciando la separación con esta mujer.

‘Pestañas’

Yolanda es, tal vez, el último amor de Lehder antes de ser capturado y extraditado en 1987. Sin embargo, aparece fugazmente una mujer, que él llama ‘Pestañas’. Es compañera de la Reina de Pablo Escobar. Pasa un par de noches con ella, y le saca información sobre la forma como Escobar está matando a los narcos para quedarse con sus fortunas y sus rutas de tráfico hacia Estados Unidos. Una noche, antes de ser capturado, se entera de que a ‘Pestañas’ la matan saliendo de una discoteca en Medellín.

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