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Región  |  13 abril de 2018  |  12:00 AM |  Escrito por: Rubiela Tapazco Arenas

Padre venezolano canta en los buses de Armenia con la esperanza de llegar a Perú o Chile

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Todos los días llegan más y más venezolanos al Quindío con la ilusión de levantarse lo del diario, ahorrar un poco de dinero y continuar su marcha hacia suramérica para estabilizarse, buscar cuanto antes reunir a su familia y evitarle las dificultades que enfrentan quienes viven en su país natal.

La correría desde la frontera es larga, insegura, llena de tropiezos e incierta, sin embargo, este ejército de venezolanos se arriesga porque las esperanzas en su país no existen, este es el caso de un muchacho que hace cuatro días se lo pasa en los buses en Armenia, su rostro muestra la necesidad de conseguir dinero y alcanzar sus metas.

Gabriel Loreto, nacido en San Juan de los Morros capital del Estado Guárico en Venezuela, vive su vida en esta capital muy de afán, sube a un bus, explica velozmente su situación con una sonrisa que no desaparece de su rostro, canta una canción en cuya letra expresa toda su inconformidad con lo que pasa en su país del alma, la letra no es muy amable al referirse a Maduro, termina y espera el apoyo de los pasajeros que le recompensan con monedas con las cuales logra pagar una habitación de $ 5 mil, comprar sus tres comidas diarias y ahorrar para continuar con rumbo a al sur del continente.

Hace cuatro días llegó a la capital del Quindío, luego de un largo viaje que inició por Cúcuta en compañía de su esposa y dos pequeños hijos entre ellos un bebé de ocho meses nacido en Colombia.

Este joven es profesor de educación física, sin embargo, la situación de su país lo obligó a convertirse en comerciante informal hasta que ingresó a Colombia donde le ha ido mejor cantando en los buses, luego de ejercer como obrero de la construcción y oficios varios.

La experiencia laboral lo ha puesto frente a personas que lo han tratado bien y otras que no quiere recordar, pero da las gracias a Dios todos los días y se siente feliz y contento porque diariamente el cielo le regala una oportunidad.

Con seguridad dice que su intención no es quedarse en Armenia sino salir de Colombia, hacia Perú o Chile donde considera hay mejor poder adquisitivo con el fin de vivir y enviar dinero a su esposa que retornó a Venezuela.

Se rebusca intensamente cada día para obtener lo suficiente que le permita comprar el tiquete que lo lleve directo a la frontera con Ecuador y acercase al objetivo.

Gabriel es un padre que añora a sus hijos y esposa, no tiene tiempo para sentirse solo, busca intensamente abrir esa puerta que le permita cambiar su vida y la de los seres que ama, él sabe que eso no lo va a lograr en Venezuela.

 

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