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Columnistas  |  28 abril de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Gustavo Hernández Castaño

todavía hay tiempo, señor presidente

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Gustavo Hernández Castaño

Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)

Los medios de comunicación han dado a conocer que este fin de semana habrá retiros espirituales del alto gobierno.

Momento y espacio, oportunos y necesarios señor presidente para, si se quiere, enderezar el camino y, volver al Petro del día de la posesión y, el de los primeros ocho meses de gobierno.

Los radicalismos a nada conducen. Los dogmatismos obnubilan y enceguecen. Una alta dosis de racionalidad es la mejor cura para la pedantería y la compañía ideal de la mesura.

No hay que renunciar a los sueños a la esperanza y al optimismo, criaturas gemelas del deber ser, de la teleología, del fin último.

No hay que vacilar en el empeño, pero él debe amigarse al realismo, para buscar el justo equilibrio de las acciones.

La sabiduría de los abuelos es una buena consejera. Ellos decían con certeza: “hay que soñar, hay que imaginar, pero, con pies en tierra”, queriéndonos decir, que hay que buscar lo nuevo, lo inédito, el sueño, acompañados de un análisis adecuado de la realidad del momento y las circunstancias que lo acompañan.

La realidad es que el país está polarizado desde hace cerca de veinte años. La realidad es la de un país deseoso de cambios y otro que se le opone, con razón o sin ella.

La realidad es que el gobierno no tiene mayorías en el Congreso, y las reformas para producir cambios deben tramitarse en el Congreso, razón suficiente para entender que debe concitar acuerdos con otros partidos y con otros dirigentes.

No es en la calle donde se legisla, ni se gobierna. En un estado democrático es por las vías institucionales y la civilidad política que se legisla y se gobierna.

Y, se gobierna con expertos, con profesionales capacitados y capacitados lo suficiente, en las diversas áreas y disciplinas, para asumir los retos; con los funcionarios que han acumulado años de experiencia en la administración pública, miles de funcionarios de carrera administrativa que saben el oficio y cómo hacerlo; una planta de personal que ha sido de todos los gobiernos, al servicio del gobierno de turno, no están casados con las ideologías, están casados con la administración pública, con todos ellos se gobierna, a todos los niveles de la administración pública, actuando para producir los cambios, ejecutando el presupuesto, no acumulándolo, para que este llegue a todos los rincones de la patria y a la población más vulnerable; es con eficiencia, es con eficacia, para amainar las críticas y bajar la percepción de gobierno incapaz.

La realidad enseña que hay que concertar y concertar para llegar acuerdos y, llegar a acuerdos, si se quieren producir cambios. Tal como lo ha dicho el senador Iván Cepeda, hay que perseverar en la búsqueda y la concreción de un acuerdo nacional; pero, perseverar no diciéndolo, sino, allanando el camino hasta lograrlo. 

Solo falta un poco más de dos años para producir los cambios que, los ciudadanos que votaron por usted y, el país entero, esperan.

Señor presidente, usted, ya ha producido cambios, pero, todavía faltan, y muchos, para sentirse tranquilo de su paso por la casa de Nariño. Una billonaria reforma tributaria contraria a todos los pronósticos; un acuerdo de Escazú, que tuvo muchos opositores en Congresos y Gobiernos anteriores; la aprobación de una ley para la búsqueda de la paz total (la que en su ejecución tiene demasiados baches); la aprobación de un Plan Nacional de Desarrollo, que es la hoja de ruta para un buen gobierno.

Han sido muchos los sobresaltos, los disgustos, la generación de conflictos innecesarios, desde que usted se perdió en el camino cuando pretendió imponer sus convicciones, sus posturas y sus ideologismos. No es a la fuerza, no es imponiendo, ese es el camino errático de la confusión y la incertidumbre, es el camino ciego de la monocromía.

El otro camino es el de la búsqueda de los acuerdos para gobernar tranquilo. El otro camino es el de la policromía, el de la diversidad, el del disenso. El del disenso que respeta la opinión diferente para explorar consensos.

Este es un país tan diverso en lo ideológico y lo político, como diverso es su territorio, como diversa es su naturaleza y como diversa es su cultura. Tenemos de todas las riquezas: naturalezas nativas y también hibridas; culturas nativas, ancestrales, y también cruzadas, heterogéneas; multiplicidad diversa que le dan mayor sustancia a sus contenidos. Toda esta naturaleza se expresa también en la ideología y en la política. 

Ya no somos un país bipartidista, menos monopartidista; somos una nación multipartidista, esa es nuestra esencia. Ni las guerrillas y los movimientos insurgentes han sido de un solo color; han existido de todas las ideologías, todavía coexisten. Hay una diversidad variopinta que torna más compleja su realidad.

Somos producto de muchas hibridaciones, y en esa complejidad debe usted gobernar produciendo cambios.

No hay que escuchar tanto a los corifeos de siempre que solo le dicen lo que usted quiere oír. Hay que escuchar al país de todos los matices, también a la oposición.

No es el momento de un gobierno de partido. El momento exige un gobierno de transición y en ese gobierno deben estar también quienes piensan diferente.

Para producir cambios reales, no ideales, debe acompañarse de otros partidos (de centro, del establecimiento, verdes, y variopintos).

No olvide que los votos que a usted lo eligieron presidente, fueron votos de todos los colores, de todos los estratos, de todos los sabores, los votos de esa Colombia diversa, de esa Colombia multiétnica, de esa Colombia multicultural y de esa Colombia multipartidista. Por algo ganó las elecciones, por algo ganó la presidencia.

Todavía hay tiempo, señor presidente, para consolidar un gobierno de transición, en un consensuado acuerdo nacional; todavía hay tiempo, para demostrar eficacia y eficiencia en la ejecución del billonario presupuesto que no llega a las regiones, pues, aún se encuentra en las cuentas y los despachos oficiales.

Hágalo sentir y hágase sentir señor presidente, ahora, y en estos dos años que le quedan, para que en 2026 se pueda dar continuidad a los cambios que la sociedad y el país, todavía esperan.

(*) Magister en Ciencias Políticas

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