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Cultura  |  30 abril de 2018  |  02:16 PM |  Escrito por: Robinson Castañeda.

Un homenaje a los héroes hecho por un artista honesto

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Tuvieron que pasar 14 años para que el maestro Sigifredo Ocampo Gómez pudiera darle forma a su obra que hoy se exhibe en la glorieta del barrio Sinaí en Armenia. Una escultura de 5 metros de altura en homenaje a los bomberos, algo que ya no es solo un bosquejo al que no le encontraba patrocinador.

La ruta para que la escultura se hiciera realidad pasó por varias campañas de recolección de fondos. En algunas oportunidades se recogieron llaves donadas por ciudadanos pero se terminaron perdiendo o se las robaron. Esos entre varios episodios, desgastaron la causa y se hacía más remoto el momento de poder construir el homenaje hasta que por fin, en el trasegar de tertulias y de una persona que lo conectara con la otra el maestro encontró en la Alcaldía de Armenia el empujón necesario y que en cierta forma le permitió dar un paso a la inmortalidad en el arte, que es una de las cosas que Ocampo Gómez tiene en su búsqueda personal.

La estatua que está construida en concreto fundido le tomó cerca de 3 meses para terminarla. Primero contó con la compañía de un ayudante pero luego fue necesario el apoyo técnico de un ingeniero para el tema de los cálculos, cimiento y estructura.

El artista quiere mostrar en este trabajo el lado humano y sensible de un héroe. No en un contexto trágico sino en uno diferente. Algo que le llegara a los ciudadanos que transitan por la ruta. Es por eso que el bombero lleva en su brazo derecho a un niño cargado y ambos son acompañados de un perro. Ese fiel amigo en todo momento de la vida.

En un comienzo la escultura iba a ser de 3 metros de altura pero luego se determinó ponerle dos metros más porque un trabajo de ese estilo y en el lugar donde fue ubicado, debe verse desde la distancia. “Tiene que ser una figura imponente y más si se trata de un héroe”, manifestó su autor.

Sobre el creador

El maestro Sigifredo Ocampo Gómez, a quien no le gusta que le digan artista plástico, es descendiente del fundador de Armenia, don Jesús María Ocampo conocido como el Tigrero. Nació en Buenavista y desde niño se mostró interesado por la pintura, tanto que a los 23 años se fue a vivir a Bogotá. Siempre de formación empírica, tuvo la oportunidad de conocer al artista español Juan Antonio Roda de quien recibió consejos que aún hoy  aplica.

“No vaya a trabajar por encargo y dele valor a la obra, era lo que me decía el maestro Roda”, declara Sigifredo, quien además agrega “Entonces tuve que decidir entre seguir pintando en los andenes o darle dignidad, prestigio, valor y respeto a lo que hacía.

Desde entonces el maestro Ocampo Gómez ha forjado una obra figurativa y comprometida con los temas sociales del país. Dejó de lado los paisajes y se centró más en la figura humana. Es por eso que en ella se incluyen desplazados, comunidades invisibles y los rostros que nadie quiere ver en la sociedad.

En la actualidad sus obras han llegado a Canadá, España, Japón, Suecia, Argentina, Estados Unidos y Suiza, y aunque aún no ha expuesto en alguna galería extranjera, si ha sabido vender muy bien el producto de lo que ama, tanto que desde hace 20 años dejó a un lado su trabajo como comerciante y se dedicó en alma y cuerpo al pincel. Una entrega al arte tan disciplinada e incondicional que le ha dejado hasta la fecha 1.080 oleos, 7 mil dibujos y 25 esculturas.

Sin duda alguna Sigifredo Ocampo Gómez es un artista que ha hecho respetar su talento dándole un valor. Ahora nos deja este homenaje a los héroes de la ciudad. Desde la trinchera de la resistencia permanece el arte que sobrevive al tiempo.

 

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