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Cultura  |  08 octubre de 2017  |  08:32 AM |  Escrito por: Robinson Castañeda

Hambre de poder: nada más peligroso que la ambición

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Persistencia. Nada en el mundo puede suplir a la persistencia. Talento no.

En el silencio de la noche, vencido por el insomnio y agobiando por las preocupaciones, Ray Kroc (Michael Keaton) pone sobre el tocadiscos en la habitación de un hotel de carretera, una de sus grabaciones de superación personal llamada “el poder del optimismo”. Son como su mantra. Su oración. Su único credo. En el disco que reproduce esa noche, la voz de un hombre le da el siguiente mensaje mientras él bebe alcohol como es costumbre.

Persistencia. Nada en el mundo puede suplir a la persistencia. Talento no. No hay nada más común que un hombre fracasado con talento. Ingenio no. No es reconocido y es casi una imitación. Educación no. El mundo está lleno de educados tontos. Persistencia y determinación juntas son poderosas. Indican que no debes derrotarte por nada. Que puedes estar en paz. Ser más sano y nunca cesará el flujo de energía y…bla, bla, bla.

Todo el tiempo ese lavado de cerebro gira y gira en la mente de Ray. Lo repite entre dientes. En carreteras, moteles, comiendo en butacas callejeras donde lo coja el hambre y antes de visitar a los clientes que siempre le dicen no. Esta es la historia de un don nadie vendedor de batidoras en las puertas de la ruina. Un hombre de 52 años que ha dedicado toda su vida a las derrotas.

Ray es vendedor desde que era adolescente. Y comercia todo tipo de artículos. Nada lo detiene. Pero el ocaso de su vida va llegando como un tren sin frenos y él lo ve venir porque todo le indica que pasará. Se lo dice su esposa que ya está cansada de las quijotadas que terminan en hipotecas vencidas y manos vacías sin ahorros. Se lo dicen quienes no le compran nunca ni se interesan en sus productos. Pero él insiste porque así se lo ordena su intuición o quizás la grabación que escucha todo el tiempo y que está tatuada en su cerebro: Persistencia. persistencia.

Pero oh sorpresa. Un día le hacen a Ray un pedido de 8 batidoras, cosa que nunca ha pasado y viaja para entregarlo a los compradores al sur de California. Allí conoce a sus nuevos clientes. Unos ingeniosos empresarios que han montado un restaurante de comida rápida con un sistema novedoso para la época, en cuanto cadena de producción. Son los hermanos McDonals. (John Carroll Lynch y Nick Offerman)

Esta película del director John Lee Hancock se situa en los años 60, , aunque la historia de Macdonals como restaurante había iniciado 20 años antes. Y bueno, ¿qué puede pasar entonces de especial si hablamos de genios empresarios y un fracasado cincuentón? Pasa lo impredecible. Que nuestro protagonista resulta más inteligente y valiente, al menos en los negocios y de forma astuta, que el dúo incapaz de vencer el miedo a la piel del tigre luego de haberlo matado.

Cuando menos lo imaginamos ya Ray es multimillonario con miles de franquicias dentro y fuera de Estados Unidos, gracias a un modelo de negocio mejor que el inicial y que hasta nuestros días, 50 años después, hace de esta corporación una de las que más bienes raíces tiene en el mundo.

¿Cómo lo logró? ¿Siendo despiadado como todo empresario que se respete? No, porque Ray tiene carisma. Mucho carisma. Es un hombre normal que posee los defectos de las buenas personas que quieren progresar a toda costa. Uno está de su lado siempre. Se puede vivir queriendo a este hombre que le hizo mal a otros robándoles la idea pero que termina siendo admirado por generaciones gracias a sus ganancias de millones de dólares.

La interpretación de Michael Keaton en el papel de Ray Krock no deja dudas en esta producción. Es un personaje ambiguo porque no es un villano pero hace cosas de villano, sutil, pero las hace. Un hombre que se muestra débil, enclenque. Que incluso en algunas secuencias logra inspirar lastima obteniendo la misericordia del espectador hasta el final. Uno quiere que se salga con la suya. Que se quede con la empresa que no creo ni fundó.

También se destacan las actuaciones que completan el reparto a cargo de John Carroll Lynch y Nick Offerman, quienes interpretan acertadamente a unos personajes ya historicos que están entre la genialidad, ineptitud e inocencia.

Hambre de poder es toda una lección de emprenderísmo. Una clase magistral no dada e ninguna universidad, de como llegan y se visualizan las oportunidades en los negocios dejando a un lado la ética. Una buena película que puede confundirnos cuando nos deja un sabor de triunfo e insensibilidad ante el dolor ajeno. Es la derrota y el robo a terceros que aceptamos con satisfacción. Una obra que reafirma lo dicho siempre: Detrás de toda gran fortuna hay un crimen, pero no siempre un crimen es un asesinato.

Les queda la tarea de saber el cómo pasaron los hechos. Ya les dijimos el quién lo hizo y que hizo.

 

Ficha técnica

Hambre de poder (The Founder)

Año 2016

Duración: 115 min.

País: Estados Unidos

Director: John Lee Hancock

Guion: Robert D. Siegel

Música: Carter Burwell

Fotografía: John Schwartzman

Reparto: Michael Keaton, Nick Offerman, John Carroll Lynch,

Trailer de la película

 

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