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Columnistas  |  18 julio de 2018  |  12:16 AM |  Escrito por: Horacio Duque

¿Es posible construir la paz en el Quindío?

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Horacio Duque

No es suficiente para el Quindío y sus habitantes que la aproximación a la construcción de la paz resultado de la implementación de los Acuerdos firmados por el gobierno del señor Santos con las Farc se limite a unos recursos para invertir en vías terciarias -que deberían ser el complemento de la Reforma Rural Integral, de la cual nada se ha hecho en el Departamento-, a la presencia del actual gobernador Osorio en el Ocad de paz o a la reunión ocasional del Consejo Departamental de Paz creado por el Decreto 885 del 2017 el cual modifico la Ley 434 de 1998.

Como bien es sabido varios municipios del Quindío como Génova, Pijao, Córdoba y Salento fueron escenarios de la guerra con graves consecuencias para su población con muertes de alcaldes, falsos positivos, masacres y desplazamiento de campesinos.

En esos territorios aún está pendiente una labor de desminado y limpieza de cientos de artefactos sembrados en el marco de los combates y enfrentamientos entre los militares y guerrilleros.

El Quindío no puede seguir al margen de la implementación integral de los Acuerdos de paz que han alcanzado un amplio arraigo institucional por los actos legislativos, las leyes, los decretos y las sentencias de la Corte Constitucional que han blindado los compromisos del Estado con carácter de tratados especiales según las disposiciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y con implicaciones jurídicas extraordinarias dada la cercanía de la Corte Penal Internacional con las labores y decisiones de la Justicia Especial de Paz/JEP.

Francamente es muy precario el compromiso del gobierno departamental con el proceso de paz en esta etapa del postconflicto. Situación que debe ser objeto de debate público y de compromisos concretos por parte de las instituciones regionales.

El Quindío necesita un viraje en esa materia y aterrizar cuanto antes todos los elementos del Acuerdo de paz, más cuando el enfoque indicado para la misma es el territorial.

La paz se construye en lo cotidiano, en lo local y en lo regional.

En ese sentido son varios los campos en que deberían trabajarse con gran esmero y compromiso.

 

Sugiero varios temas al respecto

La paz necesita una adecuada institucionalidad pública y social comunitaria que comprende no solo el Consejo Departamental de Paz sino una secretaria departamental de Paz Territorial para la convivencia y la reconciliación, también Consejos Municipales de Paz -en Génova, Córdoba, Pijao y Salento-, igualmente una amplia red de gestores de paz que trabaje mancomunadamente con los promotores de paz del ministerio del Interior, de la misma manera requiere en funcionamiento los comités de reincorporación departamental y municipal y la operación de los comités municipales de desarrollo rural.

La paz demanda igualmente una estrategia para atender a las víctimas del conflicto que dé aplicación a la parte 5 de los Acuerdos de La Habana para que los comités de víctimas y los consejos de justicia transicional operen de manera eficiente en la solución de los problemas de los desplazados y víctimas que en el caso del departamento superan las 70 mil personas.

La paz requiere que en el Quindío se implemente la justicia transicional, el acceso a los mecanismos formales y no formales de justicia, la jurisdicción rural, los mecanismos de seguridad para los exintegrantes de las Farc, de las comunidades y los líderes sociales -objeto de un dantesco exterminio por los grupos paramilitares- y todo el proceso de reincorporación económica, social y política de quienes hicieron parte de los grupos guerrilleros.

De igual manera la paz requiere que en el Departamento se avance en los procesos de Reforma Rural Integral mediante la adecuación de una sólida institucionalidad pública, social y productiva, con sostenibilidad ambiental, para que se dé el acceso de los campesinos a las 3 millones de hectáreas y se avance en la formalización de la propiedad agraria mediante la creación del Fondo de Tierras, el catastro multipropósito y la ejecución de los planes y programas complementarios como el de las vías terciarias, redes de energía, de conectividad, los distritos de riego y adecuación de tierras, los planes sociales en educación, salud, vivienda, de seguridad alimentaria y los de apoyo técnico y financiero para cristalizar los proyectos socio productivos en favor de los campesinos y sus economías comunitarias.

La paz acá necesita la aplicación de los acuerdos para profundizar la democracia mediante las garantías a la oposición política que adelantan los movimientos sociales y políticos -para que se aplique el Estatuto de la Oposición-; para estimular la organización y la movilización social con garantías para la protesta popular y la acción popular; y para promover la formación de liderazgos transformadores y expertos en la solución concertada de los conflictos.

Como la paz es una transformación cultural profunda que cambie los sentidos comunes de la violencia y el conflicto, acá obviamente necesitamos una estrategia de educación, cultura y comunicaciones para la paz impulsando la cátedra y la cultura de la paz, la convivencia escolar, la memoria y la identidad histórica, las Escuelas Comunitarias de Paz y Convivencia, y las comunicaciones que apalanquen los imaginarios asociados con la reconciliación mediante las emisoras y canales comunitarios.

Desde luego la paz demanda un programa avanzado para dar vigencia a los Derechos Humanos y las garantías de los mismos.

Requerimos un plan especial para crear espacios urbanos de paz y convivencia en aquellos lugares en que la violencia se recicla como guerra de pandillas y presencia generalizada de grupos sicariales.

Obviamente cada una de las tareas indicadas debe contar con un enfoque diferencial de mujer, género, Lgtbi, indígena y afrodescendiente.

Un Modelo territorial de paz y convivencia es lo mínimo que se le puede demandar al actual gobierno departamental para no permanecer a un lado de la transición que se vive en todo el país como resultado del fin de la guerra con las Farc.

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