• VIERNES,  29 MARZO DE 2024

Editorial  |  04 agosto de 2018  |  08:42 AM

Café, no más centavos, necesitamos dólares

0 Comentarios

Imagen noticia

El precio del café se desplomó, definitivamente, y parece que su recuperación no va a ser posible a corto plazo. La semana de cotización cafetera cerró ayer a $69.000 el precio base interno por arroba. Precio catastrófico cuando sacar una arroba de café le cuesta al productor cerca de $80.000. Los caficultores del Eje Cafetero y de Colombia entero se van quedando sin defensas, pues quienes han dirigido históricamente el gremio no fueron capaces de asumir las políticas claras que hicieran el negocio más rentable y menos volátil.

Es así como con un retraso de cincuenta años, el Quindío ha entendido que el café es la segunda bebida más importante del mundo, después del agua. Comprender esta fantástica realidad del mercado nos ha costado dos luchas tremendas. La primera de ellas contra las barreras mentales de la ignorancia, y la segunda, contra la dependencia neocolonial de Estados Unidos y los países Europeos que explotaron, a instancias de nuestra propia Federación de Cafeteros, el sudor del campesino y de los cafeteros para el beneficio de grandes torrefactoras capitalistas que se han quedado, históricamente, con las grandes utilidades del negocio del café.

Aunque ya comprendimos la importancia del café que colonizó desde finales del siglo XIX nuestras laderas, todavía seguimos dependiendo de las torrefactoras multinacionales, por eso nos quedamos con las migajas que nos ofrecen con la compra del café pergamino, al precio que se les dé la gana a las multinacionales.

Y aunque ahora sabemos que el negocio de la rubiácea no yace en la siembra y la venta del grano en pergamino, sino en los valores agregados que le pongamos al producto, aún no avanzamos lo suficiente y seguimos detrás de los centavos, mientras las torrefactoras se ganan los millones de dólares que dejan los consumidores.

Sabemos que en el Quindío hay por lo menos ciento cincuenta caficultores produciendo su taza de café, esto es, haciendo todas las prácticas culturales e industriales: siembra, beneficio, trilla, tostión y molienda del grano. Si nos hubieran enseñado a hacer este negocio desde los años sesenta, o por lo menos en los setenta y ochenta, las crisis no serían tan severas.

Hay en el Quindío unos ejemplos que podrían servir de adalid para tratar de impulsar unas nuevas formas de ver y pensar en el café. La utilización del café y de los subproductos de este con fines de mercado a través de la incorporación de valor agregado, son alternativas que se deben expandir. No solo es beneficioso acudir a las modernas máquinas para beneficiar la cereza, trillar, tostar y preparar café, sino innovar con productos sencillos, pero revolucionarios, como las artesanías de la borra del café (el cuncho), dulce de cacota o cáscara del grano, arequipe de café, turismo cafetero, croquetas de cascarilla de la trilla del café, para reemplazar la leña de los fogones, y, por supuesto, los diferentes tipos de café que han surgido de acuerdo con la calidad del grano.

Desde la década del ochenta del siglo pasado hemos insistido que el café tiene infinidad de usos que en Colombia, y sobre todo en el Quindío, desconocíamos. Incluso, puede servir como aromatizante, en cosmética y en medicina. Las crisis, siempre se ha dicho, deben servir para crear, para dejar volar la imaginación, y no es alarmante decir que empezamos a caminar por una nueva crisis cafetera, cuyas consecuencias pueden ser funestas.

De manera que llegó la hora, señores, el Quindío está llamado a hacer su propia revolución agroindustrial teniendo como base su producto insignia, el café. No podemos seguir esperando que nuestros dirigentes mendiguen un centavo de dólar por taza entre los consumidores del mundo, cuando por nuestras manos, cada día, pasa esa gran riqueza, los granos de la bebida más importante del mundo, sin que podamos aprovecharla. Hagamos la revolución del café.

 

 

PUBLICIDAD

Comenta este artículo

©2024 elquindiano.com todos los derechos reservados
Diseño y Desarrollo: logo Rhiss.net