Con la manifestación cultural denominada por sus organizadores El Hueco Infame, algunos artistas del Quindío se pronunciaron junto a la construcción que se suspendió desde hace más de dos años en la antigua estación del tren, donde se pretendía la adecuación de parqueaderos a los visitantes de la biblioteca pública municipal, el Museo de Arte de Armenia y el Quindío Maqui, Corpocultura y la secretaría municipal de tránsito.

Las obras hasta el momento no se han terminado, por lo que el centro cultural La Estación se ve afectado en su imagen y buen funcionamiento ya que tiene el propósito fundamental de ser un lugar importante del arte en la ciudad.

Durante el acto llevado a cabo por colectivos artísticos y grupos constituidos, hubo música, lectura de poesía y algunos textos realizados por integrantes del Taller de escritura creativa Café y Letras Renata Quindío.

Igualmente artistas plásticos simpatizantes de la causa plasmaron obras de protesta relacionadas a la difícil situación del lugar, entre las que se destacó la novia del hueco, un trabajo llamativo de Mayo Mejía reconocido por su irreverencia y estilo provocador.

De esta manera pacífica gestores culturales, pintores, escritores, fotógrafos, poetas y algunos ciudadanos destacados amantes del arte, se unieron con su estilo a la voz de protesta esperando una solución cercana para la terminación del que puede ser uno de los lugares más importantes en el departamento en cuanto a formación artística y exhibición se refiere.

El llamado que hicieron al finalizar la jornada es para que las autoridades competentes, tanto de orden municipal como nacional, tomen cartas en el asunto y se logre dar terminación a la obra sin más aplazamientos.

El siguiente es uno de los textos que se publicó y leyó durante el evento:

Un Hueco Infame

“…Mi vida mi vida transeúnte está llena de las troneras de las horribles cavernas…”

“Y ya no puedo borrar en mí la sensación de los huecos de la ciudad…” Luis Vidales.

Llegaron los primeros hombres. Con rudos machetes abrieron selvas y montes. Plantaron casas de teja, barro y guaduas. Sembraron los primeros surcos y abrieron trochas por donde enrumbaron sus mulas, cargadas de café, más allá de las montañas quindianas.

La pequeña comarca se fue poblando de calles y ruedas. Un día llegó la primera locomotora, trayendo objetos que contenían el mundo lejano. Fuimos ciudad en medio de voces campesinas y olores montañeros.

En la Estación de Armenia, el ruido de las máquinas de vapor y carbón no cesaban de llevar y traer cosas, objetos, personas, lugares distantes a nuestros pensamientos. Crecíamos con orgullo e inocencia, creyendo que tejíamos un sentido de civismo y progreso para todos.

Nos volvimos asfalto, luces de neón y avenidas lejanas. Fuimos ciudad. Un día los viejos trenes se fueron tras las montañas y no tuvieron tiquete de regreso. En los viejos muros de la estación crecieron la nostalgia, el olvido y las enredaderas. La desidia oficial nos condenó a mirar las ruinas de un patrimonio único.

Un día pensaron en oficinas y usos oficiales. Como queriendo burlar su deuda con los ciudadanos que pensábamos este lugar como arquitectura, estética, nostalgias, educación. Tres o cuatro burócratas, disfrazados de empleados de la cultura, fingen administrar el presupuesto cultural. Pero solo hay despilfarro sin resultados.

Los comediantes de la política, crearon un proyecto de humo. Los ilusionistas de ciudad, vendieron un proyecto de papel: un complejo cultural. Nos burlaron como siempre. Se tragaron en sus bolsillos, los reducidos presupuestos culturales.

nuestra esperanza y nos dejaron EL HUECO INFAME, como una herida a la dignidad cultural. Y hoy estamos aquí, mirándonos desde este fondo de tierra socavada. Ahogada en la miseria y la desidia de quienes fingen ser nuestros un gobernantes y políticos.

 

Carlos Fernando Gutiérrez T. Taller Café y Letras. Armenia Quindío.