La muerte cabalga sobre las llanuras de Nuevo México en 1880. No se detiene. Es imparable. Sus 30 jinetes del apocalipsis, que en esta historia no son cuatro, llevan enfundados al cinto los revólveres para asesinar sin piedad y solo por el placer de ver caer a sus víctimas. No hay pueblo o caserío que salga bien librado ante su presencia demencial. Mujeres, niños, ancianos, hombres y hasta los animales pasarán al olvido. Todo a su paso es destrucción, dolor y violencia.

Estos hombres tienen un objetivo claro: Encontrar al joven Roy Goode, quien otrora hacia parte de la pandilla y ahora, luego de robarles el botín obtenido de un asalto al tren, se ha convertido en su peor enemigo.

Quien comanda este escuadrón de sicópatas es el legendario Frank Griffin. Un bandolero veterano de los más temidos en el sur de Estados Unidos. Él es el mentor de Roy Goode. Lo adoptó, le enseñó a defenderse y a ser buen tirador. Griffin es un tipo metódico, calculador, frio, despiadado e inteligente. Asegura haber visto en sueños el momento exacto y la forma como va a morir, por eso nunca tiene miedo. Lo cuenta mientras recita versos de la biblia y los predica a sus hombres que no saben leer, solo matar y obedecer. Considera que asesinando a sus víctimas les da el boleto para ir al cielo.

Frank lleva en su equipaje durante toda la travesía y búsqueda envuelto en trapos, su brazo izquierdo que perdió por un disparo de su exdiscípulo mientras este último escapaba en medio de una balacera. El trozo de carne y huesos le fue amputado por el médico de un pueblo por donde pasaron en una noche lluviosa. La extremidad apesta pero este hombre desalmado no tiene en mente deshacerse de ella hasta no cumplir con su venganza originada de la traición.

Ese pedazo mortecino representa dentro de la historia, la degradación y podredumbre de los bajos fondos a los que se dirigen todos y cada uno de los protagonistas de esta miniserie llamada Godless, que traducido al español significa Impío y se estrenó en la plataforma Netflix el año pasado, escrita y dirigida por Scott Frank.

Pero este drama no solo tiene las dos historias antes mencionadas. Dentro de su excelente guion se encuentran las viudas de La Belle, un pueblo ubicado en Nuevo México. Ellas perdieron a sus esposos cuando la mina en la que estos trabajaban se derrumbó borrándolos del mapa en menos de 4 minutos. Desde ese momento nada ha sido igual.

¿Y cómo entran estas viudas en todo este conflicto? Pues su pueblo, La Belle, bajo el mando de un comisario que empieza a quedarse ciego y un ayudante enérgico y poco sensato, fue el escogido por el joven fugitivo Roy Goode para esconderse y sanar sus heridas de bala mientras huye de Frank Griffin y el grupo de bandoleros que le siguen la pista.

Estas mujeres deberán escoger entre desaparecer de la faz de la tierra ante la destrucción irremediable a la que se enfrentan, o dar la pelea de antemano perdida, teniendo en cuenta que solo dos de ellas poseen los conocimientos y el valor para manejar armas mientras las restantes, sumisas y temerosas, se limitan a obedecer y van como corderos al matadero.

Dentro de esta magistral obra de género wéstern no existe un solo protagonista que lleve todo el peso de la historia. Godless maneja un equilibrio que pocas veces se construye con tanta precisión, pues los que participan en el drama tienen un papel vital en cada acción. Sin embargo en medio de la violencia explícita en la que viven rodeados, son totalmente prescindibles ante la llegada del dolor y la muerte que puede tocarlos.

Técnica:
Excelente e impecable fotografía, sonido, vestuario, actuaciones, dirección y por supuesto guion. Godless cuenta con unas bellas secuencias de paisajes dentro de los bonitos encuadres y planos, pero a su vez cuenta con estremecedores momentos que nos recuerdan que no estamos viendo una postal del paraíso sino lo más bajo dentro de la descomposición humana que se repite por los siglos de los siglos.

En resumidas cuentas Godless tiene muchos dramas bajo un mismo cielo. Muchas historias bien narradas que se van tensionando, entrelazando y anudándose hasta estrangularse así mismas.

Cada uno de estos relatos va en un tren a alta velocidad con destino a la misma estación y a la misma hora. Lo que pase luego de la colisión inevitable es el infierno mismo.