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Editorial  |  27 agosto de 2018  |  12:00 AM

Crece el voto de opinión en el centro del país

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La consulta anticorrupción celebrada ayer en el país nos deja muchas lecciones. Una de ellas: las regiones de las costas colombianas y los antiguos territorios nacionales siguen siendo zonas donde los electores salen a cumplir con este compromiso ciudadano impulsados por la dádiva, y mantienen la costumbre de que les paguen el pasaje o los lleven gratis en buses a los puestos de votación.

Es increíble la baja participación de la gente en estos departamentos. En ninguno de los departamentos de la costa Atlántica se obtuvo el umbral necesario, 33,3%, para que la consulta fuera válida. Incluso, muchos de ellos estuvieron por debajo del 20%, esto es, de 100 personas habilitadas para votar, solo 20 acudieron a las urnas. Un fenómeno similar se vivió en el Chocó y en los departamentos de los antiguos territorios nacionales.

Lo sorprendente de estas cifras es que en casi todos esos mismos departamentos, había ganado Gustavo Petro en las elecciones pasadas, y se suponía que la consulta anticorrupción era una de las más importantes campañas del excandidato presidencial y hoy senador de la República. ¿Qué pasó? Quedan muchas preguntas.

También significa que los departamentos del centro del país, pero especialmente Bogotá, tienen la gente con mayor capacidad de opinión, de discernir sobre los problemas del país, lo que se colige de su cercanía con el poder central, por un lado, pero también con la mayor capacidad académica instalada, como con mayor independencia del ciudadano, que no depende en su gran mayoría de los puestos públicos ni de los políticos.

La gran ganadora de la consulta, sin duda, es la abstención. Solo el 32,4% del total de la población salió a votar. Quiere decir que hubo una abstención del 67,6%. Una participación muy baja que deja dos desilusiones: primera, a la gente no le interesa si hay o no hay corrupción, les da lo mismo, no hay conciencia sobre la defensa de lo público, de lo colectivo. Dos: a la gente no le interesa la democracia, o no sabe la importancia que tiene este sistema en la vida moderna.

La otra lección es la apatía de los partidos políticos colombianos por este tipo de consultas. Excepto el partido Verde y el movimiento de La Colombia Humana, ninguna otra organización partidista hizo campaña para llevar a sus electores a que participaran en las urnas con su voto contra la corrupción. Esto demuestra que los partidos políticos en Colombia, muy a pesar de las reformas políticas, siguen siendo entidades particulares, donde un cacique o gamonal pone su dinero para hacerse elegir, es decir, son microempresas electorales para beneficios personales.

Si bien es cierto que la votación de 11 millones y medio de sufragios es importante, y que son el comienzo de una nueva forma de pensar y reflexionar, de cara a las próximas elecciones regionales, no menos desilusionante es saber que el país perdió una oportunidad de oro de lucha contra su peor flagelo, la corrupción. Todo seguirá igual.

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