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Editorial  |  13 septiembre de 2018  |  12:00 AM

Armenia, una ciudad pesimista

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Armenia parece haber sucumbido al progreso, muchos de sus dirigentes, pero sobre todo los ciudadanos y líderes de opinión metieron la cabeza en las chuspas del pesimismo, donde se ahogan sin poder respirar el aire que nos ofrece la inteligencia y la experiencia. Es una lástima que de un tiempo para acá esos líderes solo encuentran en la ciudad cosas malas, lo negativo, lo irremediable, la hecatombe. Parecen haberse conformado con seguir echándole sal a las heridas o leña al fuego para que todo se acabe.

Las columnas de opinión de los periódicos y portales web de la región, las noticias de los medios y, sobre todo, los comentarios en las redes sociales están cargados de un pesimismo sin par. En toda acción pública y privada solo ven los fantasmas de la maldad y la corrupción, que existen, evidentemente, pero que son apenas un punto que no les permite observar las otras cosas buenas que suceden en la ciudad.

No podemos los ciudadanos sentarnos a llorar sobre la leche derramada, no podemos seguir desgastándonos en lo mismo, cada vez con mayor asiduidad, sin aportar en las soluciones, sin pensar en la necesidad que tenemos de darle vuelta a la hoja y empezar a escribir en la página siguiente. Si seguimos en el día a día del lamentable suceso que nos dejaron las dos alcaldías pasadas y la corrupta gobernación anterior, no nos va a alcanzar el tiempo para recuperarnos.

Dejemos que la justicia actúe, que condene a los que tiene que condenar por sus hechos de corrupción, y asumamos con gallardía, con dignidad y con valor de quindianos las riendas de la ciudad, no solo desde el timonel mismo de la alcaldía, sino desde cada una de las distintas posiciones que regentamos en Armenia.

Pero, la primera actitud que debemos asumir para salir de la crisis, es la posición mental del optimismo. Si nos dejamos arrastrar por las fuerzas oscuras de la derrota, saldremos, irremediablemente, derrotados. Estamos seguros que hay grupos políticos, huérfanos de poder, que promueven ese pesimismo, esa derrota, a través de la mentira y el engaño, porque les conviene mantener esa actitud ciudadana negativa, en provecho propio para el debate electoral que se nos avecina.

Infortunadamente, hay quienes cayeron no solo en el absurdo, sino también en la idiotez de hacerles el juego a esos grupos políticos huérfanos de poder, y se convirtieron en ventrílocuos y promotores políticos de aquellos que en el cuatrienio anterior se echaron al bolsillo millones y millones de pesos que estaban destinados a las obras públicas y sociales de Armenia y el Quindío.

Llegó la hora de parar la actitud negativa, de decirle no al pesimismo, de no ser más idiotas útiles de aquellos que desde el momento en que abandonaron el poder, hace tres años, convirtieron la ciudad en un cuadrilátero de enfrentamientos, peleas y desazones para frenar los nuevos gobiernos, pensando en las elecciones del 2019.

Fuera las penas, fuera el pesimismo de ciudad, hay que abordar los problemas con la visión de superarlos, con la alegría de trabajar en unidad para hallar las soluciones, con el optimismo de un mundo lleno de recursos y oportunidades. La ciudad y el departamento están llenos de recursos, empezando por el humano, pero también de recursos naturales, ambientales, paisajísticos, agrícolas, turísticos, en fin, no hemos sucumbido, como algunos quieren hacernos parecer.

¡Ánimo quindiano!, en este territorio nuevo la vida apenas empieza, las experiencias que nos dejan los sinsabores del pasado reciente nos tienen que prodigar enseñanzas suficientes para recuperarnos. No dejemos que la oscuridad maledicente de los políticos de antes se roben también nuestras ilusiones y nuestros sueños.

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