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Columnistas  |  13 septiembre de 2018  |  12:00 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

Los escarabajos colombianos

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Aldemar Giraldo

Siempre he admirado a quien se monta en una bicicleta y le da tres o cuatro vueltas a la manzana de su barrio, pero ante quienes me inclino con respeto y admiración son los ciclistas profesionales en todas sus modalidades; ante todo, pienso que son seres humanos que entregan gran parte de su vida al entrenamiento y sacrifican casi todo para afrontar competencias locales, regionales, nacionales e internacionales.

Su esfuerzo pasa inadvertido por la mayoría de los ciudadanos , incluso, por comentaristas deportivos, críticos, narradores y presentadores de noticias; olvidan, por ejemplo, que todos los ciclistas que se inscriben en eventos internacionales tienen como meta ganar la competencia, aparecer en el podio durante la premiación, triunfar en una etapa; ser el duro de la montaña, del terreno plano, de la regularidad o darle, al menos, una pequeña satisfacción a sus patrocinadores.

En pocas palabras, lo que quiero decir es que nuestros escarabajos no están solos en el Giro de Italia, en el Tour de Francia o en la vuelta a España; tienen que luchar hombro a hombro y rueda a rueda con otros atletas que persiguen iguales fines; tienen que sudar la gota amarga en nuestras carreteras, regalar hasta su tiempo y hacer muchísimas maromas para que alguien les patrocine sus sueños; muy pocos llegan a hacer parte de equipos de renombre, algunas veces, saltando matones para defenderse de mercaderes e intermediarios.

Por eso, insisto en la injusticia que cometen nuestros sabios comentaristas deportivos al afirmar, después de la finalización del Tour, que nuestro ciclismo está en crisis, que los resultados son pobres; que hay que rediseñar las estrategias de selección y conformación de equipos. Con razón afirmaba Nairo Quintana la semana pasada: "Las cosas no son tan fáciles como se ven en la pantalla; la lucha es muy dura".

Es verdad que nuestros ciclistas aprenden y se preparan en las lomas, pero también lo es que los extranjeros se trasladan a terrenos escarpados en donde se han ido acostumbrando al desgaste de la falda; basta con mirar la clasificación de la montaña en las últimas competencias de renombre internacional; también merecen elogio especial los colombianos que han sorprendido en el terreno plano o se han convertido en verdaderos rematadores (velocistas).

¿Por qué esperar siempre que nuestros corredores ganen, que barran con todos, que sobresalgan en los premios de montaña y se traigan todos los premios? La cosa no es tan fácil como se la imaginan algunos; son muchos días, muchos kilómetros, muchas variaciones climáticas; se pueden caer, se les pueden romper los neumáticos, les puede doler la barriga, les puede dar diarrea, pueden contraer una gripa, se pueden cansar y hasta les puede dar la pálida. En resumen, no son dioses, son personas de carne y hueso y lo único que quieren es dejar en alto el nombre de nuestro país. Ah, y, a veces, les toca trabajar para otros, según acuerdos internos en los equipos.

Así las cosas, un reconocimiento especial a Nairo, Urán, López, Henao, Anacona, Restrepo y Soto. Son unos verracos y dejan hasta la última gota en las carreteras españolas. No hay que buscar héroes sino luchadores. Como decía mi abuela:"Cuando el filósofo señala la luna, el tonto mira el dedo".

 

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