Al igual que todos ustedes llevo en mi corazón una gran nostalgia por la niñez que ya se ha ido, por los amigos que hoy no están, por aquellos con quienes jugaba hasta altas horas de la noche y con quienes descubrí el mundo con una mirada nueva.

Al dar una mirada hacia atrás, lo primero que se viene a mi mente es aquella época donde todo era diferente, cada uno era distinto; pero teníamos en común la necesidad de compartir, en ese punto de encuentro que era el parque del barrio; el cómplice de muchas aventuras. La calle se convertía en la cancha de fútbol, ese lugar en donde se dejaban todas las energías y qué decir de la infaltable tienda de la esquina donde la señora de “los fiados”. Sin duda los años pasan y cada día se hace más difícil encontrarse con los amigos de aquel tiempo; recordar es la única manera de revivir esos momentos que están en el corazón de cada uno.

El transcurrir de la vida nos va alejando con severidad de todo aquello que rodeaba nuestro pasado; terminando por convertir en desconocidos a quienes compartían con nosotros; cada quien tiene una vida aparte y probablemente la velocidad del tiempo no le permite recordar las historias del parque, los partidos en la cancha del barrio, las cuentas en la tienda de la esquina y los juegos tradicionales que en la niñez eran fuente de gran felicidad.

Es por ello, que la tristeza embarga mis ojos, ya no están los amigos con quienes escuchaba las mismas historias; cuando nos reíamos del personaje del barrio, del viejo que contaba cuentos de miedo, la casa donde según todos asustaban; ha desaparecido todo aquello con lo que crecimos. En alguna medida esta no es solo la historia de quienes vivían en el barrio, ni la historia del vecino o alguien conocido; esta es la historia suya y mía, porque todos hemos coincidido con alguien con quien actualmente solo tenemos recuerdos en común, muchos a quienes hoy llamamos “pasado”.

Todos somos un fragmento en la vida de alguien; a pesar del paso del tiempo siempre estaremos en la memoria de quien se atreve a recordarnos. En algunos casos seremos protagonistas de historias ajenas y extras de nuestra historia; la única salida que tenemos para seguir estando presentes reside en nuestra voluntad por saber de dónde venimos, entender como cada situación que hemos vivido nos ha permitido construir lo que hoy somos. Entender que nuestro paso por mundo es finito y que en algún momento seremos también un pedazo del pasado, debe ser la motivación para cambiar con actos sencillos la vida de cada persona con quien tenemos el placer de coincidir; es la memoria de quienes nos conocen la única manera de permanecer presentes pese a la ausencia. Como lo mencionó Borges en alguno de sus poemas “ya somos el olvido que seremos”.

Mauro Alexander Cañas M.

Estudiante Pedagogía Social

Universidad del Quindío

Integrante del Colectivo Social EJES