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Región  |  21 octubre de 2018  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Un viaje por la cultura del Quindío. Salento: El paraíso de los colibríes

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“En algún sitio, algo increíble, espera ser descubierto” Carl Sagan

Henry Plazas Olaya

En esta entrega intentaré no referirme a las tradicionales maravillas que encierran los pueblitos de encanto: no hablaré de esas casitas de bahareque, ni de sus balcones y grandes puertas finamente labradas, ni de la arquitectura propia de la época de la colonización antioqueña, ni mencionaré ese trasegar lento de los habitantes por la Calle Real, suspendidos en un tiempo que no pasa, ni de la Plaza de Bolívar y sus doce palmas de cera, ni de la Iglesia del Carmen, ni tampoco mencionaré las 238 escalas hacia el Alto de la Cruz, mirador del Valle del Cocora

Tampoco voy a detenerme en el puente de la explanación, vestigio del tren que nunca fue, ni de la historia de la inundada Colonia Penal de Boquía, ni de sus cantinas bohemiasllenas de rancheras.

Resulta que más allá de los atractivos turísticos por los cuales en alta temporada es invadido o sobre saturado por el turismo, Salento constituye la entrada al Parque Nacional de los Nevados, camino que en su transepto, se halla el increíble paraíso de las aves más representativas de las montañas del Quindío.

Las aves han sido un tema tan apasionante, como que su estudio, la “Ornitología”, cuenta con más seguidores en todo el planeta que cualquier otra disciplina: la observación de aves (Bird watching) o Aviturismo, es una de las actividades que posee mayor potencial de desarrollo: con sólo mencionar que la diversidad de aves en Colombia, cuenta con más de 1900 especies reportadas y que posee el 20% del total de las especies del mundo, 79 especies endémicas y 193 casi endémicas, nos convierte prácticamente en una potencia en recurso de la avifauna, particularmente en las rutas del Aviturismo de los Andes centrales, o sea en el Eje Cafetero.

¿Que hace que el estudio de las aves sea tan especial? Estos animales constituyen algo muy particular: ¿quién no se admira con el colorido de sus plumajes que copian a la perfección cada color del arco iris y se asombra con los espectaculares vuelos acrobáticos de las golondrinas, o con los apacibles y poderosos vuelos de un Cóndor? , ¿quién no reconoce la conquista de todos los climas por las aves que los hace nómadas del viento, y qué decir de su música, que despierta todos los días el paisaje de su entorno y nos hace percibirlos sin verlos?

Y esa pasión amorosa en una primavera eterna de sus bodas, llenas de sortilegio, exhibicionismo de los pavos reales, danzas, paradas nupciales, rivalidad de imponentes galanes para impresionar a la consorte, rituales de las palomas y torcazas, las actitudes de dominancia, o qué decir de lo celosas y territoriales de las pavas de monte, madres cuidando sus polluelos y aportándoles algo del alimento directamente de sus buches a sus camadas, y el ejemplo de trabajo maternal compartido en la crianza por los dos progenitores que se turnan el cuidado de sus crías. Se trata de un bellísimo espectáculo para aquel observador con lentes, encaramado en una torre y armado de paciencia, con telescopios sofisticados, que contempla en silencio esos increíbles constructores de nidos horizontales, verticales, o excavados dentro de troncos vivos, en lagunos casos zurciendo sobre la copa de los árboles el hogar de su camada, o en otros, tejiendo en el aire sus nidos con briznas de paja, desafiando las leyes de la gravedad.

Muchas otras características hacen de la contemplación de las aves una actividad tan apasionante, estos animales alados que diariamente nos dan pruebas de la belleza de la naturaleza, y hasta de la fidelidad de pareja en ciertas especies que optan por perderse dentro del mar, antes de quedar solos.

Mitos, leyendas, historias y enigmas, como el saber las razones por las cuales bandadas de aves viajan desde extremos australes de Canadá hasta Groenlandia atravesando medio mundo para empollar en una tierra y morir en otra a cientos de kilómetros… Es que las aves no acaban de ser descubiertas: cada día los biólogos inventan formas de monitorearlas, hay quienes les colocan anillas en sus patas para informar su presencia y actualizar las bases de datos de cientos de Asociaciones y Clubes de Ornitólogos del mundo y otros quienes con sensores GPS anudados a los cuerpos de las aves, trazan los caminos por satélites y se admiran cuando registran vuelos intercontinentales increíbles. Por eso existen bastantes fundaciones de recuperación de avifauna nativa en todo el mundo donde con los cuidados veterinarios, se internan las aves heridas o en peligro de extinción para ser salvadas y reproducidas. Las aves son prueba de la creatividad de la naturaleza. Su cuidado y preservación como especie animal, y el conocimiento de la flora que con sus frutos y flores los alimenta sumado al hecho de evitar el uso de cualquier agroquímico y prohibir todo tipo de cacería que afecte la vida de las aves, es una prueba de la capacidad de los humanos de convivir con los demás seres vivos.

La exuberante presencia de aves en el recorrido desde Salento hacia el Valle de los Colibríes, partiendo de la truchifactoría de Cocora hacia el oriente, es indicadora de la salud ambiental de ese entorno: las aves se alimentan de frutas, néctares, artrópodos y hasta de vegetación sumergida: toda una cadena trófica de un sistema en equilibrio, que percibimos apenas penetramos al bosque, donde las emisiones sonoras que se pueden escuchar, nos informan de la inmediata proximidad de los dueños del Bosque, los Barranqueros, (Momotus momota), el toche enjalmado, Ramphocelus flammigerus), el Gallito de Roca (Rupicola peruvianus), la Pava Caucana (Penelope perspicax), la Perdiz Colorada (Odontophorus hyperythrus), el Toro Pisco y una gran variedad de Tangaras (Tangara gyrola, Tangara vitriolina, Tanga). y los colibríes que nos acogen con sus vuelos espectaculares.

Incluso, algunos ornitólogos graban y trasmiten los cantos de las aves a sus pares de todo el mundo a manera de fonoteca aviaria, como una forma de registrar la presencia de estos animales en un sitio. Inclusive, antes de penetrar al bosque, el camino recorre unos potreros con ganado vacuno; allí, en aparente simbiosis, un grupo de pájaros garrapateros libra de parásitos externos a los vacunos que permiten su presencia y proximidad con total indiferencia, ¡qué ejemplo de cooperación!

Pero el máximo espectáculo es observar el vuelo detenido de los artistas del aire: los colibríes en la reserva de la Fundación Herencia Verde, 4 kilómetros arriba a 3.100 msnm por la rivera del Rio Quindío, pasando 7 vetustos puentes colgantes que amenazan ruina y derrumbe y que al final, brindan ese espectáculo maravilloso por el que bien vale la pena caminar para hacer dicho descubrimiento.

Este camino es el mismo que continúa hacia el parque nacional Natural de los Nevados a 4.750 msnm, pasando por el Paramillo del Quindío, Los Arenales, La Cuchilla, la Laguna Berlín, la Laguna Alta, El cerro del Águila y la cuchilla de la Media Luna, y la Laguna del Encanto, y Los pantanos de Peñas Blancas hasta el Nevado del Tolima.

Pero no sólo en ese recorrido se pueden observar las aves, también usted puede contratar a un guía profesional para que lo conduzca a las veredas Palestina y el Agrado o al Bosque de Bremen.

Todos estos sitios tienen que ver con la cuenca que alimenta nuestro acueducto de Armenia y otros más, de modo que el manejo por parte de la CRQ en lo que a cultivos y actividades forestales se refiere, se torna demasiado importante para los quindianos: es necesario propender por la conservación ambiental mediante un turismo pasivo y sostenible, que consulte la capacidad de carga y sólo admita actividades de caminatas ecológicas, no predadoras ni invasivas que puedan deteriorar estos hábitats.

Involucrar las comunidades en los proyectos de ecoturismo y de avistamiento de aves se hace necesario, mejorar los caminos y los puentes, velar porque la cuenca se conserve y mantenga en las mejores condiciones sin contaminación alguna, incrementar el conocimiento de la avifauna, de la zoo fauna y de las riquezas etnobotánicas de la zona, deben ser las prioridades de quienes todavía tenemos capacidad de asombro ante tanto esplendor natural con nombre propio: Salento, Quindio.

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