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Columnistas  |  08 noviembre de 2018  |  12:00 AM |  Escrito por: Juan David García Ramírez

Los triunfos condicionados de las Mid Term Elections

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Juan David García Ramírez

Las elecciones intermedias en los Estados Unidos, decisivas para la continuidad del gobierno de Donald Trump y para el equilibrio de los poderes en ese país, se siguieron con intensidad en los principales medios de comunicación norteamericanos y de todo el mundo. Cualquier analista político o comentarista de la realidad del mundo, debe tomar en serio la dinámica política estadounidense, en particular sus jornadas electorales, tanto por la complejidad del sistema como por las dimensiones territoriales, demográficas y económicas de Estados Unidos y los alcances globales de las decisiones que allí se toman, bien sea en el Senado, la Cámara de Representantes, el gobierno federal y las distintas gobernaciones estatales.

En el tercer país más populoso del planeta, se celebraron este seis de Noviembre elecciones para renovar parcialmente el Senado, la totalidad de la Cámara (o House of Representatives) y las gobernaciones de los cincuenta estados. Aunque desde los dos grandes partidos, el Republicano y el Demócrata, sus principales líderes celebraron los resultados como una gran victoria, y periódicos como el New York Times o El País estaban exultantes de felicidad ante el retorno de la mayoría demócrata a la Cámara, todo debe verse en perspectiva y sin perder la razón. Objetivamente, el juego sigue dando la ventaja a Donald Trump y sus aliados republicanos, teniendo en cuenta que conservan la presidencia, ampliaron la mayoría en el Senado a cincuenta y seis senadores, y obtuvieron veinticinco gobernaciones frente a veintitrés de los demócratas. Sin embargo, para el Partido Republicano representa un riesgo serio haber perdido el control de la Cámara, al pasar de 247 a 196 representantes, mientras el Partido Demócrata pasó de 188 a 222, posicionando a Nancy Pelosi (California) como líder de la oposición al gobierno de Trump.

En realidad, el nuevo escenario presenta un balance de fuerzas entre los dos partidos, que deberán entrar en el terreno de la negociación y un mayor entendimiento, más que de confrontación, como se ha mostrado en casi todos los noticieros. En clave de Teoría de conflictos, las posiciones maximalistas de ambos lados del espectro político abrirán espacio a posiciones minimalistas, en donde todos son conscientes de que no podrán ser ganadores absolutos, de modo que mantienen sus exigencias hasta donde sea posible, y renunciarán a las pretensiones menos realizables.

Así, Trump asume que algunas de sus iniciativas en inmigración, reforma del sistema de salud o política exterior, estarán sujetas al control de los demócratas en la Cámara. Así mismo, es probable que la bancada de Pelosi se arriesgue con un asunto delicado como proponer restricciones a la Segunda Enmienda, sobre la libertad de armas en el país. De otro lado, la mayoría demócrata entiende que sus decisiones dependen de la mayoría republicana en el Senado, que, por ejemplo, juega un papel fundamental en la estabilidad de la Corte Suprema de Justicia, ahora en manos de los conservadores (después de la confirmación del juez Brett Kavanaugh).

Con los resultados casi definitivos y una nueva composición de los poderes en sus diferentes niveles, Estados Unidos vuelve a dar al mundo una lección de democracia liberal. La vehemencia de las principales figuras políticas, en la que tanto se enfocan con superficialidad los programas de discusión sobre la realidad estadounidense (que con frecuencia ansían desórdenes y episodios de violencia para tener rating), fue superada por una competencia organizada y pacífica por espacios de influencia.

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