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Editorial  |  11 noviembre de 2018  |  09:19 AM

Estamos en manos del caos vehicular

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Por cuenta de la empresa Amable y la Secretaría de Tránsito y Transporte de Armenia, a menos de 20 días de iniciarse la temporada vacacional, la capital quindiana soporta un verdadero caos vehicular.

La empresa Amable por más que se trate de tapar la realidad, ha incumplido en la entrega de las obras de la principal vía de la ciudad, la carrera 19 en donde a todo momento del día, no solo en las horas pico, la movilidad automotriz se ha convertido en un insoportable dolor de cabeza.

Se preguntan los conductores qué planes de contingencia se elaboraron cuando se presentaron los proyectos de las obras viales, porque al parecer y como lo muestran los enormes trancones que a diario se forman, no hubo una planificación seria por parte de Amable y mucho menos de la entidad que le corresponde regular el tránsito de la ciudad, es decir, Setta.

Pero además, tanto Setta como Amable son las responsables de la incertidumbre de los comerciantes de la zona que han visto menguados sus ingresos por cuenta de las obras, y que ven con desconfianza la recuperación de esos ingresos en la temporada de diciembre, porque el tiempo corre y los trabajos avanzan a paso de tortuga.

Es de agregar el poco sentido común de los reguladores del tránsito en Armenia, quienes montan retenes a las horas pico y en los sitios donde hay mayor congestión, es decir, entran a hacer parte de la congestión, del ‘despelote’, sin ninguna consideración por la ciudad, que igualmente presenta una enorme desorganización en las vías céntricas y principales tanto al norte como al sur.

La Secretaría de Tránsito y Transporte de Armenia, de nuevo, a menos de dos meses de terminar el 2018, perdió el año con calificación en cero. Es una entidad que no tiene ningún norte, que le ha faltado liderazgo, dirección y que a nuestro parecer y el de muchos ciudadanos, no ha funcionado en los últimos años. Es un elefante blanco lleno de contradicciones porque mientras hace alarde de sanciones a motociclistas y conductores de autos, no cuenta con un proyecto contundente para remediar la movilidad y el orden vehicular en la ciudad.

Existen sitios en Armenia, y ya lo hemos dicho en anteriores editoriales, que podrían utilizarse como la salida al caos vehicular, con buena planificación, pero estos sitios como las carreras 20 y 21 son intocables para Setta, incluso para las demás dependencias municipales responsables del orden en la ciudad, no sabemos por qué pero nos lo imaginamos. Estas dos vías son, aparte de la Plazoleta del CAM, la mayor vergüenza de los armenios y de su localidad, dizque uno de los “mejores destinos turísticos de Colombia”.

En la 20 y en la 21 se violan todas las normas de tránsito, de comercio y agréguele todo lo que quiera. Vehículos de toda clase parqueados a lado y lado de las vías, talleres que funcionan en plena vías, exhibición y venta de motos en los andenes y en las vías, ventas de toda clase de repuestos y cachivaches en las calles en donde se dificulta el tránsito vehicular, y lo más insólito, separadores de parqueo, es decir, comerciantes dueños de las vías. Un mercado persa sin ninguna restricción, un accionar comercial libre e informal y que no justifica la sanción que sí se hace a vendedores ambulantes de perecederos o a conductores de motos y vehículos parqueados en cualquier otro sitio de la ciudad.

Armenia se nos hunde en el desgobierno y en las contradicciones de los organismos de control incluyendo a las tales veedurías ciudadanas que ante este ‘despelote’ no se pronuncian ante el pobre accionar de Setta, ni ante la mediocridad de Amable.

Dicen que el amor se demuestra, el tal “amor por Armenia” no existe, hay un desamor por la capital quindiana que arropa a sus habitantes y que tiene como responsable el ejemplo de unos dirigentes que carecen de sentido de pertenencia y de autoridad para darle orden a la ciudad.


 


 


 

 

 

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