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Editorial  |  03 enero de 2018  |  12:00 AM

La Línea, sin previsión.

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Los problemas que se presentaron durante las festividades de Navidad y Año Nuevo en la ruta La Línea, no solo obedecen a los percances generados por el invierno o los choques de vehículos. También es, en gran medida, una falta de previsión y de sistemas reguladores por parte del Ministerio de Transporte y el Instituto Nacional de Vías.

El gran trancón que se generó inicialmente en las obras del intercambiador vial de Versalles, en el municipio de Calarcá, obedece a la falta de regulación por parte de Invías sobre las obligaciones del contratista para con los usuarios de la vía. Y no solo es un problema en esta época festiva y de vacaciones, sino durante todo el tiempo de la obra.

Al contratista debería de obligársele a hacer una vía alterna provisional, lo más expedita posible, con mínimas comodidades, mientras se terminan las obras sobre la vía principal. El contrato es multimillonario y la vía que ha sido objeto de los arreglos es importantísima, fundamental para el país, por tanto es un grave error, una falta de previsión enorme no haberlo hecho, y que no hubiera quedado contemplado en el contrato mismo.

No puede el Estado someter a los usuarios de la vía a los martirios que sufrieron durante esta temporada, personas trancadas en la Línea por más de 18 horas, por no haber asumido desde el principio las medidas del caso. O, haber tenido que asumir la decisión extrema de suspender las obras temporalmente, para tratar de paliar un poco los problemas que se generaron.

Otro gran trancón se generó en el peaje de Cajamarca, donde la fila de vehículos esperando pagar la contribución para pasar completó hasta 15 kilómetros. Eso no es razonable, eso es imprevisión, eso es una irresponsabilidad. Desde mucho antes de empezar la temporada se debió contratar personal suficiente, como se hizo a última hora, para evacuar la venta del tiquete de peaje, sin necesidad de esperar a hacerlo solo en las casetas respectivas.

Choques, accidentes, derrumbes son factores que se presentan de súbito, de repente, que también pueden prevenirse, y, de hecho, quedarán superados en gran medida con la apertura de la doble calzada y el túnel de La Línea, pero los otros dos mencionados, el de las obras en ejecución y la lentitud del paso del peaje, pudieron haberse solucionado si hubiera una política seria de previsión.

El fenómeno de La Niña, las intensas lluvias que corren en la montaña del Quindío, frenó a muchos viajeros que habían planeado venir al Eje Cafetero. De no ser así, los trancones hubieran sido mayúsculos. Sin una política clara de previsión en las vías, es muy difícil hacer buen turismo. Los grandes damnificados de estos problemas generados por el propio gobierno, son los empresarios de hotelería y turismo del Quindío.

Nos volverá a pasar, de seguro, si no asumimos las soluciones desde ya, y hasta tanto no tengamos en funcionamiento la doble calzada Cajamarca-Calarcá y el túnel de La Línea, lo que será solo en el 2020.

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