Aunque tiene un carácter construido frente a miles de rostros de la muerte y el dolor en el campo de batalla por más de 30 años que como médico atendió heridos en el conflicto armado colombiano, hoy el profesional de la medicina y coronel retirado de la FAC, Francisco José Arroyo Arboleda, no puede ocultar sus lágrimas por el pesar y la tristeza, al ver caer a su colega y hermano William Gutiérrez Lombana, quien no pudo vencer al Covid-19.

Es una historia de dos personas que más que amigos, fueron dos hermanos que se encontraron en 1988, cuando ingresaron a la Fuerza Aérea y se dedicaron a trabajar durante mucho tiempo con heridos en combate, posteriormente uno como Anestesiólogo e Intensivista y el otro como Cirujano Vascular avanzaron en su relación profesional que se conjugó con la personal, la familiar y surgió la hermandad.

Cuando la muerte por el Coronavirus llega dolorosamente para el Doctor William Gutiérrez Lombana, su amigo Francisco Arroyo lo destaca por ser un hombre amoroso de su progenitora Julia, de su fallecida esposa Gloria Vidal, quien perdió la vida en un trágico accidente cuatro años atrás y de sus hijos, el también médico Sergio, Daniel, Miguel, María Clara y Tomás, así como de su actual compañera Milena Vidal.

Recuerda que siempre estuvo orgulloso de su quindianidad el extinto médico anestesiólogo William Gutiérrez Lombana, quien hace poco tiempo le regaló de cumpleaños un carriel y un sombrero que llevará consigo toda la vida y con el cual, quiso dimensionar el gran valor de su cultura paisa expresada también con su manera de hablar, su sencillez, alegría y humanismo.

Francisco José Arroyo Arboleda, médico Vascular y Coronel en uso de retiro de la misma fuerza, no oculta el dolor que le causa la muerte por cuenta del Covid-19 de su amigo el médico oriundo de Armenia William Gutiérrez Lombana, quien se caracterizó por su responsabilidad con la familia y el trabajo, por su amor al prójimo, su orgullo por el país, la gente y su hermandad durante 35 años de conocerse y trabajar juntos.

Lo califica como profesional de alta calidad, respetuoso de sus pacientes y compañeros de trabajo, se desempeñó como Anestesiólogo e Intensivista ocupando la jefatura de una UCI lo que implica tener características de alto nivel, trabajó en Armenia antes de ingresar a la Fuerza Aérea y en el Hospital Militar.

Era un hombre sin pretensiones, sin lujos, de origen sencillo, amoroso de su terruño, quien deja una familia sumida en una profunda tristeza y unos amigos que siempre lo recordarán y extrañarán, asegura su compañero de siempre.

Dijo finalmente, que su sentimiento por la pérdida del amigo, del compañero, del ser humano cercano que lleva en el corazón es de absoluto dolor y como médico, es la preocupación porque esta situación debe asumirse con gran responsabilidad para atender a la gente, pero se requieren condiciones mínimas de protección para no perder el personal asistencial, agregó, que hay que aprender de las experiencias, e invitó a quedarse en casa para evitar ser una cifra más que se vuelva inmanejable, el llamado es a la cordura, a la inteligencia y a la responsabilidad, concluyó el médico Francisco José Arroyo.