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Colombia  |  02 febrero de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

¿Acuerdo o capitulación?

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Por Rubén Sánchez David

Profesor, Universidad del Rosario.

El presidente Duque se comprometió ante el pueblo colombiano a gobernar sin “mermelada”, término utilizado por el uribismo para referirse a las prebendas acordadas por el Ejecutivo a cambio del apoyo político a sus iniciativas. La inminente incorporación al Gobierno del partido Cambio Radical, que se inscribió ante el Consejo Nacional Electoral como partido independiente, trocará un gabinete de tecnócratas en un colectivo del que harán parte también políticos avezados conocedores de prácticas non sanctas que amplios sectores de la población rechaza por corruptas y clientelistas. Este giro en el manejo de los asuntos públicos se explica por dos motivos: en primer lugar, la estrategia de Duque de cambiar las relaciones de poder conformando un gabinete con mayoría de técnicos en lugar de repartir las carteras entre los partidos aliados se tradujo en una entrega de las riendas al ala más radical del uribismo, a la falta de mayorías en el Congreso para hacer aprobar las iniciativas del Ejecutivo en el Congreso, en ingobernabilidad y en un índice de desfavorabilidad del primer mandatario sin precedentes en el país. En segundo lugar, como consecuencia de la situación generada por la situación creada, el inicio de la carrera de quienes consideran que están en condición de postularse a la presidencia de la República para lo cual necesitan controlar ciertos espacios de poder.

Duque afrontó su segundo cierre de año en un ambiente que pareció devolverlo al pasado, marcado por el asesinato de líderes sociales, la aprobación de urgencia de una reforma tributaria y movilizaciones ciudadanas que culminaron en un paro nacional mientras seguían aplazadas las reformas que anunció desde su discurso de posesión, a saber, laboral, pensional y a la justicia. La falta de comunicación con los partidos se hizo evidente en el caso de las objeciones a la JEP y aunque dejó al Gobierno sin deudas burocráticas, también sin aliados clave y con la consiguiente parálisis que hoy enardece los espíritus de muchos colombianos.

Ante el fracaso de la estrategia concebida para darle un giro a la política dando cabida a un gabinete de tecnócratas, y en búsqueda de la ansiada y necesaria gobernabilidad, el Presidente se prepara a abrir las puertas del Ejecutivo a quienes históricamente se han adueñado de ella. Según lo expresado en algunos medios de comunicación, Duque lleva varias semanas ofreciendo ministerios a los grupos políticos a cambio de apoyo a su Gobierno lo que ha sumido al país en una interinidad preocupante.

El primero de los partidos invitados a hacer parte del Gobierno que ha confesado que está llegando a acuerdos con el Ejecutivo es Cambio Radical. Tal como lo ha expuesto el senador Germán Varón, uno de los hombres más cercanos a Vargas Lleras, el éxito de las negociaciones dependería de si la administración de Duque “acompaña” algunos proyectos legislativos caros al exvicepresidente y que estuvieron en la agenda de su campaña en las pasadas elecciones, entre las cuales la reforma a la justicia, la salud y las pensiones y una regulación de la consulta previa.

Otro de los miembros destacados de Cambio Radical que ha dejado claro que en caso de que culmine con éxito el proceso, Cambio Radical se convertirá en partido de Gobierno, es el senador Rodrigo Lara quien no ha ocultado que en caso de entrar en coalición de Gobierno “para empujar juntos el peso de las reformas y sacarlas adelante, hay que tener responsabilidades en el Gobierno”, es decir, hacer parte del mismo. De hecho, ya ruedan los nombres de algunos posibles llamados a hacer parte del gabinete como los del exsenador Juan Carlos Restrepo, Germán Bahamón Jaramillo, José Fernando Cardona y Luis Alexánder Moscoso.

Los dirigentes de Cambio Radical han puesto sobre la mesa sus demandas para trocar su independencia en parte integrante del Gobierno y en ese sentido parece que dicho partido está en mejor posición que el Gobierno el cual no ha anunciado de manera oficial cuál es la agenda que llevará al Congreso.

Ciertamente, el ingreso de Cambio Radical al Gobierno dará un remezón al juego político y en el papel las cifras parecen indicar que la coalición permitiría al Gobierno tener mayorías en las plenarias del Senado y la Cámara, lo que actualmente no es el caso. Sin embargo, no puede pasarse por alto que, si bien la mayoría de los integrantes de Cambio Radical está a favor de ingresar al Gobierno y de contar con sus recursos, unos pocos como el representante a la Cámara José Daniel López son reacios a la coalición por cuanto consideran que desde una posición independiente el partido puede lograr más y que la posible nueva mayoría puede poner en riesgo la estabilidad jurídica del acuerdo de paz. Así mismo, que ante el silencio del Gobierno que no ha oficializado sus pretensiones cabe el temor de que se ponga en juego la credibilidad del partido por una coalición política forjada alrededor a la nada, cuando las reformas estructurales que necesita el país pueden lograrse por medio de acuerdos sin renunciar a la independencia.

Como lo expresó Pablo Felipe Robledo en El Espectador, “Una cosa es buscar y concretar un acuerdo y una agenda, y otra bien distinta entregarse a los rancios y corruptos dirigentes de los partidos que en medio de la crisis quieren pescar en río revuelto” (miércoles, 28 de enero de 2020). ¿Estaremos ad portas de un acuerdo o de una capitulación? El tiempo lo dirá.

TOMADO DE REVISTA SUR

https://www.sur.org.co/acuerdo-o-capitulacion/

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