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Región  |  14 marzo de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Rubiela Tapazco Arenas

La presencia del Coronavirus genera temor, preocupación y estrés

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Carolina García tiene 23 años y estudia en la universidad, Jorge Molina de 35 años es un vendedor callejero de refrescos en Armenia y Marina López a sus 60 años, es ama de casa y con frecuencia recorre el sector del parque de Los Fundadores haciendo diligencias relacionadas con su salud y la de su esposo.

Estas tres personas no se conocen, nunca se han visto pero tiene algo en común, oyen hablar del Coronavirus, les da temor ser afectados y les parece que es una noticia que se ha repetido mucho en las últimas semanas y no les resulta agradable.

Los tres se sienten preocupados por la situación y están cansados de tanta información sobre el Coronavirus, dicen que esas noticias los estresan.

Seguramente como ellos, muchos otros habitantes de Armenia están preocupados, en todos los lugares no se habla de otra cosa que del virus global y eso en muchos seres humanos ocasiona pensamientos negativos, repetitivos y obsesivos.

Algunos psicólogos consultados afirman que la preocupación cumple una función importante en la vida, porque frente a un hecho incierto o desagradable, el cerebro se estimula, además es posible que la preocupación mueva a las personas a solucionar sus problemas y actuar, lo que es positivo, sin embargo, dicen los expertos, que cuando la preocupación pasa a ser obsesión deja de ser funcional para la persona.

Con relación al estrés los psicólogos consultados indican que se trata de una respuesta fisiológica a un acontecimiento externo, es decir, para que se inicie el ciclo de estrés debe presentarse un factor estresante de carácter externo, como el coronavirus en este caso y los cambios que ha generado en la vida de todos.

Entre los síntomas del estrés son notorios el ritmo cardiaco acelerado, las manos sudorosas y la respiración rápida y poco profunda, para lo que se recomienda el ejercicio físico, la práctica deportiva, hacer conciencia de lo que podemos controlar y aceptar lo que no se puede cambiar y recordar que cada uno responde en forma distinta frente a hechos estresantes.

Tanto Carolina, como Jorge y Marina coinciden en que les aburre la incertidumbre que se está viviendo en el mundo, les preocupa la situación económica, que se enfermen ellos o sus seres queridos y que con este sistema de salud no los atiendan adecuadamente.

“De algo nos tenemos que morir dice Marina, aunque tengo achaques vivo contenta, me gustaría ver crecer a mis dos nietos y que mi familia se conserve bien, por eso rezo todos los días, pero vea que hasta la misa ha cambiado y los curas tienen miedo”. Concluye esta abuela.

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