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Columnistas  |  31 mayo de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Luis Fernando Franco Ceballos

S. O. S. ANTE LA PANDEMIA

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Luis Fernando Franco Ceballos

Por Luis Fernando Franco Ceballos

Desde hace cerca de tres meses el país colombiano, sumándose a la esfera mundial empezó a sentir un cambio sustancial con la alteración de sus costumbres y manera de actuar, generado ello por la presencia de la Covid-19.

Los gobiernos en el país, nacional, departamentales y municipales iniciaron desde el comienzo de la emergencia una serie de acciones encaminadas a controlar o evitar el contagio, buscando un cubrimiento para casi todos los estratos de la población, y lo cual se ha reflejado en subsidios económicos y raciones alimentarias.

Los apoyos han tenido variados direccionamientos, los sectores de manejo económico mayor han recibido favorecimientos con la reapertura comercial que les facilita la rentabilidad; de igual manera los sectores más limitados, estratos inferiores se han visto favorecidos con la entrega de ayudas solidarias generadas en variados estamentos.

Las disposiciones gubernamentales representadas en decretos, leyes, auxilios, anuncios, han tenido una finalidad específica, arriba o abajo, obligando al desprevenido observador a mirar y notar la proyección de estos beneficios en los extremos mayores o menores, sin ninguna clase de intermedios.

Pero en ese mar de disposiciones, en esa generación de órdenes ha quedado marginada una clase social integrada a estratos intermedios, la cual no ha sido objeto de apoyos pues ha sido marginada y convertida en invisible para los programas sociales sin merecer la atención de ninguno de los estamentos oficiales, los que vienen contribuyendo a someter estas comunidades al ostracismo en esta época de crisis.

Se conoce de peticiones hechas por estos sectores la cuales no han encontrado eco en los representantes oficiales, mientras se reiteran los auxilios en espacios ya definidos, a la vez que la denominada pobreza oculta de muchos integrantes de la clase media no ha recibido la atención de los entes encargados de procurar las acciones de beneficio, y es por ello que al día de hoy estos espacios comunitarios sometidos al olvido solo son tenidos en cuenta para la recepción de los recibos de servicios públicos, onerosamente incrementados ante el silencio de los entes de control y también de quienes se hacen llamar voceros de la comunidad.

Y de seguro, como se puede evidenciar, todos pagamos el cambio generado por la pandemia, y como en todas las situaciones sociales, las marcadas diferencias ahora se hacen más notorias en detrimento de una clase social que si bien no es mendicante, tampoco está en lo alto de la pirámide, y hoy es la más afectada, la menos tenida en cuenta y si la más olvidada.

Los entes oficiales, en todos los órdenes no responden a los clamores ciudadanos, y si lo hacen es en acartonadas y pregrabadas respuestas, las que de ninguna manera atienden las necesarias y particulares inquietudes.

Avanza la pandemia, crecen las dificultades, se limitan las oportunidades y el S.O.S. de una clase abandonada sigue elevándose pero sin encontrar eco, ni la reclamada, necesaria y urgente acogida.

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