Recordó aquel maestro cuando hace 15 años ofreció un seminario pedagógico apoyado en el video beam. En su casa repasó los apuntes y consideró que los gráficos y esquemas con diferentes tamaños y colores, acompañados con música, utilizados por el profesor fueron indispensables para motivar su atención y ayuda clave para la reflexión.

Cuando en aquel 2005 se maravilló de ver el video beam como recurso audiovisual importante decidió aprender a utilizar las TIC –Tecnologías de la información y la comunicación –para motivar el aprendizaje. Pensó que durante esos 15 años la universidad no generalizó el empleo de las TIC; por su cuenta diseñó material docente para los cursos presenciales, disfrazado de virtualidad: documentos, guías y esquemas en Word, Excel y Power Point.

Pensó que con el coronavirus la educación a distancia se convirtió en obligación, pero somos analfabetas tecnológicos. Pasará mucho tiempo para que nuestros programas presenciales se conviertan en virtuales o semipresenciales. Revisó los datos del MEN, 2015, sorprendido comprobó que la gran mayoría de los programas colombianos eran presenciales -10.237 de 11.213, es decir 91% -. Virtuales 539, o sea 5% y programas a distancia tradicional 437, solo 4%.

Creo que hoy la situación es similar, reflexionó, difícil pero posible de solucionar. Desde siempre la tecnología sorprendió a maestros e instituciones educativas. Pasó con la escritura, la imprenta y los textos escritos, con la radio y la televisión, ahora con internet. Preocupado dejó los apuntes sobre el escritorio y consideró que, a pesar de constatar la brecha tecnológica entre él y sus alumnos, tenía que discutir con ellos sobre la necesidad de utilizar las TIC. Creyó oportuno partir de que ellas, por la obligación de seguir con las clases, serán un instrumento de inclusión digital y un recurso técnico de innovación educativa. Recordó que hacía poco leyó sobre las TAC –Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento -, como sostén de la calidad educativa futura.

tema de la calidad lo devolvió al informe del MEN. Se preguntó: ¿Cómo convertir la mayoría de programas presenciales a virtuales sin rebajar la calidad? De 956 programas acreditados de alta calidad, 947, 99%, eran presenciales. Transformarlos a virtuales o adecuarlos a modalidad distancia tradicional será una empresa descomunal de trabajo pedagógico y didáctico de docentes e instituciones y de alta inversión tecnológica y pedagógica.

Soy consciente de la responsabilidad, caviló, lo más importante y demorado para mantener la calidad será transformar los modelos de enseñar y aprender. Con las TIC hay que enfatizar en el autoaprendizaje y la autoevaluación; potenciar el trabajo colaborativo y acrecentar la creatividad e innovación. De paso, discutir sobre el cambio del uso tradicional –entretenimiento, diversión y ocio – de las herramientas informáticas.

Varias tareas, unas por acoger y otras por descubrir. Con los alumnos estoy con Paulo Freire: “El punto de partida de la educación está en el contexto cultural, ideológico, político y social de los educandos así como en el reconocimiento y la asunción de su identidad cultural y realidad contextual.”