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Colombia  |  18 agosto de 2020  |  12:01 AM |  Escrito por: Edición web

El otro Barcha

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Jaime Lopera,

Eduardo Barcha trabajaba a mi lado en las oficinas de la agencia de noticias Prensa Latina que el gobierno cubano había establecido en todos los países de América Latina para contrarrestar el bloqueo de las filiales norteamericanas como la UPI y la Associated Press.

Nuestra tarea, con el nombre sofisticado de copywriter, consistía en redactar bien las noticias que mandaba La Habana por el canal de una emisora y que un avezado radioperador de apellido Nossa nos entregaba en obra negra para que redactáramos el encabezado y el título antes de ser llevados, con otro legajo de cables, a los principales periódicos de Bogotá. Para efectos internos de la oficina simplemente éramos los mensajeros de los diarios, pero el nombre en inglés lo dejábamos correr entre los amigos para chicanear sobre lo que hacíamos también con Iván Ocampo de la Pava.

Hace poco llamé a Eduardo, el cuña, para saludarlo con motivo de la muerte de su hermana Mercedes, pero su teléfono resonó sin éxito en Montería varias veces. Hace por lo menos dos años que no escucho su voz, estentórea como la mía pero de agradable vocalización costeña, y no pude recordarle que la Gaba me animaba mucho a que continuáramos nuestra amistad pues ella sabía que él escuchaba los amistosos reproches que yo le hacía en el trabajo y que su ilustre cuñado, subdirector de la agencia, posiblemente le condonaba.

Raramente veíamos a Mercedes Barcha visitando a García Márquez en nuestras oficinas de Prela en la calle 18 con séptima, pero al parecer su simpatía con Consuelo Mendoza era firme y clara. Hay una estupenda foto de las dos circulando en Facebook en el pleno de una juventud elegante y alegre, pero Eduardo se desmarcaba de esas ocasionales visitas y nos volábamos a tomar tinto en Los Cardenales, un café cercano con las meseras de Anserma más hembras de los alrededores. Allí solíamos ver a Estanislao Zuleta debatiendo con Mario Arrubla los pormenores de la revista “Estrategia” y nos daba envidia no poderlos abordar para nutrirnos de su sabiduría.

Perdí de vista a Eduardo varias veces, pero luego supe que “el cuña”, como le decíamos afectuosamente, trabajó en Caracol con mi amigo calarqueño Juan Leonel Giraldo y que luego había trasladado su nerviosismo a Cali donde ayudó a Daniel Samper en la fundación del diario El Pueblo, al lado de Fernando Garavito y de Beatriz López quien luego fuera su esposa.

Así se queda en esta nota la brevísima memoria de Mercedes Barcha cuya agradable sonrisa al despedirse de nosotros una vez al salir de Prensa Latina no puedo dejar de evocar.

Agosto 2020

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