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Cultura  |  30 agosto de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Robinson Castañeda

Obligatoria creatividad

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Escrito por Guillermo Salazar Jiménez

La universidad es la conjunción de la docencia, investigación y proyección social, reflexionó, si alguna de estas funciones falla la institución tambalea. Estamos dedicados a diseñar las clases virtuales por la cuarentena, pero la investigación y la proyección social no inician. Enfrentamos el problema de contribuir a que la universidad desaparezca porque el tiempo disponible y el contexto de la pandemia obligan a atender exclusivamente la docencia.

Pensó que los enemigos de la universidad pública tienen la disculpa precisa para desaparecerla: por la emergencia sanitaria los recursos serán para financiar la docencia. Con el tiempo, sin recursos para investigación y proyección social, la universidad muere y el desarrollo social entra en cuidados intensivos. Creyó que los profesores y estudiantes son los actores centrales para permitir, con sus potencialidades y trabajo profesional, que la universidad siga adelante.

Si resultó difícil para profesores y estudiantes las clases virtuales, desarrollar la investigación y la proyección social a distancia será más complicado. ¿Cómo hacerlo?, se preguntó. Así como aquellas tres funciones son indivisibles, juzgó que la imaginación y la creatividad son armas para resolver tal dificultad y enfrentar el futuro. Valorar la imaginación en nuestro trabajo universitario es darle alas al conocimiento creativo, es decir crítico y significativo. Sin imaginación nuestra tarea será reproductiva y sin creación la universidad pierde significado.

“La creatividad necesita la inspiración de la imaginación, es su sustrato básico, es el alimento que lleva a materializar los sueños”, leyó de la médica española Marta Ligeoiz, especialista en neurociencias. Consideró que imaginar para crear nuevos rumbos de enseñar, investigar y afectar la comunidad podría ser el camino para perfeccionar en la cuarentena. Discutir con los estudiantes tal idea mantendría viva la imaginación como base para crear un nuevo conocimiento en un circuito de descubrimiento y aprendizaje mutuo.

Caviló sobre la importancia de hacer suya la creatividad como ejemplo para que los estudiantes inventen otros métodos que mantengan viva la investigación pos pandemia y transformen las estrategias tradicionales de trabajo con las comunidades. Creyó necesario flexibilizar la manera de pensar, adoptar la originalidad como ruta y ser sensibles frente al problema de postergar la investigación y la proyección social por atender la epidemia o dejarlas al vaivén de los intereses políticos gubernamentales. Era consciente de la dificultad, pero entendía que la creatividad fundamentada en la imaginación permitiría responder al problema que vive la universidad y que la respuesta la tenían, en primera instancia, los profesores y estudiantes.

Concluyó que la pandemia permitía pensar una educación y Colombia diferente. Estaba de acuerdo con las palabras de William Ospina sobre el maestro Estanislao Zuleta: “Él soñaba con la instauración de un orden distinto de civilización. Él creía en el llamado de Hölderlin de que todo debe cambiar en todas partes, la educación, el trabajo, la fiesta, la moral, nuestra relación con el cuerpo, con la memoria, con la ley, con la imaginación… Sabía que un orden social favorable y generoso engendra seres humanos más responsables, más creativos y más plenos”.

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