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Columnistas  |  06 diciembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Libaniel Marulanda

NOTAS DESAFINADAS PARA UN BAMBUCARIO

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Libaniel Marulanda

NOTAS DESAFINADAS PARA UN BAMBUCARIO

Tercera parte

Por Libaniel Marulanda

“Y cuando crezca y pregunte: ¿por qué en la guerra unos se matan mientras otros conversan?”

Si hablamos de un nuevo bambuco, tendremos que referimos a Guillermo Calderón, un cantautor que encarna esa nueva tendencia. Su aporte al patrimonio nacional está avalado por cuarenta y tres premios. Algo similar en lo cuantitativo al quindiano Ancízar Castrillón, pero opuesto en cuanto toca con el contenido. La obra de Guillermo Calderón resuelve de manera sólida y convincente el socorrido concepto de la inmutabilidad del folclor. Basta con oír dos o tres canciones suyas para corroborar la genialidad de este huilense y advertir qué le falta a la música colombiana. Como todo lo nuestro, paradójico e insultante, aquí los artistas no comerciales, es decir, los verdaderos, deben tener una profesión u oficio lo más distante posible del arte y la música. Los artistas, con una insignificante excepción, producto además de la rentabilidad en términos de mercado cultural, no han logrado su mínimo económico vital mediante el ejercicio del arte.

Desde los inicios como compositor supo volcar con acierto en su obra una clara determinación por la temática social. Durante la década en que emerge al panorama artístico, la cuestión social alcanzó su punto máximo de ebullición y la música popular, en especial, cumplió con el papel que las circunstancias políticas y económicas demandaban del arte. Guillermo Calderón afirma que su postura estética frente a la realidad de la inequidad y la miseria del país proviene en primera instancia de sus tempranos recuerdos que fueron marcados por el terror, el desplazamiento y una prematura orfandad. Contrario al facilismo y las precarias fórmulas que patrocina y exige la industria fonográfica, son las suyas unas canciones que se sobreponen al silencio implícito en el paisajismo del repertorio folclórico colombiano. El cantor sabe que la realidad del país debe aflorar con todos sus bemoles en sus composiciones y al margen de imperativos comerciales.

La ironía y la irreverencia están presentes en el cancionero del maestro. Son aciduladas en especial, El bachiller: “…doce años clavado en un aula sin fin/ y no soy capaz ni de sobrevivir”. O esta graciosa melodía country: “the big cowboy and his steel horse on Irak”. Daniela, otro bambuco antológico de su cosecha, destila la inquietud del padre que no sabe cómo responderle a su pequeña: “Y cuando crezca y pregunte/ ¿por qué en la guerra/ unos se matan mientras otros conversan/ por qué otros niños viven bajo la tierra/ por qué unos tienen y otros no?” Sería injusto omitir uno de los bambucos que contribuyeron a consolidar su prestigio entre la cualificada asistencia de los festivales: Mi país: “…cuando vuela en pedazos cada ciudad/ cuando el veneno blanco se va esparciendo/ cuando en tu nombre reina la impunidad/ cuando tus hijos van desapareciendo/ cómo duele, oh! Mi país”/.”

Continuará…

Recomendamos el siguiente enlace:

https://youtu.be/K9D2o09MdR8

https://youtu.be/Q1Ng2xmsen8

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