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Cultura  |  20 diciembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Sergio Muñoz Bata

Hora de la teleconsulta

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Un texto de Guillermo Salazar Jiménez

Sin otra alternativa tenía que llamar a los pacientes con celular y correo electrónico registrado en las historias clínicas. Este fue el primer paso para mantener la atención a distancia de los pacientes porque la enfermedad no daba espera y la derrota del coronavirus era lucha prolongada. Consideró que aunque la poca inducción recibida, el uso del internet en la salud fue una de las consecuencias positivas que dejó la pandemia.

Como secretaria no solo llamaba a los pacientes para concertar la cita sino que debía prepararlos pues era indispensable tener a mano la historia clínica reciente cuando fueran atendidos por los doctores. Aprendió a denominarla teleconsulta pero nunca imaginó las dificultades soportadas en el uso de la tecnología para desarrollar las consultas a distancia.

Escuchó que la teleconsulta hacía parte de la telemedicina la cual “busca mejorar la salud del paciente, permitiendo la comunicación interactiva en tiempo real entre el paciente y el médico o profesional a distancia”, según Medicare. gov. La Organización Mundial de la Salud consideró en 1988 a la telemedicina como la distribución de servicios de salud en donde la distancia es un factor crítico, donde los profesionales de la salud usan información y la tecnología de las comunicaciones para intercambiar información válida para el diagnóstico, tratamiento y prevención de las enfermedades, investigación y evaluación, y para la educación permanente de los proveedores de la salud pública.

Resintió la discriminación con los pacientes sin internet o celular apropiado porque no tendrían la oportunidad de ser atendidos por teleconsulta o comunicación virtual a través de la cual el médico estable relación con la imagen del paciente para diagnosticar y desarrollar la consulta por llamada, video o uso de redes sociales como el WhatsApp. Garantizar la atención virtual en la salud implica la existencia de los medios tecnológicos apropiados para toda la población.

Los médicos también sufren problemas con los pacientes atendidos pues el tiempo de la consulta deben extenderlo para explicar tareas o acciones, es decir cumplen una importante tarea pedagógica no reconocida por las empresas de la salud. Numerosos pacientes asisten a la teleconsulta sin resultados de exámenes o no saben leerlos. Las respuestas a preguntas básicas para valorar la salud no las encuentran los pacientes porque más que historia clínica es un cúmulo desordenado de papeles. Varios piden ayuda al médico para preparar documentos solicitados, ¿qué es escanear?, preguntan.

instituciones prestadoras del servicio tampoco escapan a los problemas de la atención virtual. A la ausencia de redes y equipos adecuados se suma la plataforma tecnológica desactualizada o la falta de la preconsulta que garantice organizar la información de los pacientes y así los médicos destinen el tiempo requerido para la atención especializada pertinente.

La teleconsulta es un gran avance para mejorar la atención siempre y cuando existan los medios tecnológicos y de comunicación necesarios. Si las escuelas y colegios colombianos sufren las consecuencias de la pandemia para cumplir con su objetivo, los hospitales, clínicas y puestos de salud no escapan a nuestra realidad de atraso.

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