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Colombia  |  20 diciembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Mario Arrubla, un marxista heterodoxo

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Por Sandra Jaramillo Restrepo

Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

CeDInCI / Nueva Sociedad.

Colombia se despide de otro de sus intelectuales: Mario Arrubla Yepes (Medellín, Antioquia, Colombia, 14 de mayo de 1936 – Amherst, Massachusetts, Estados Unidos, 7 de diciembre de 2020). Casi cualquier persona que haya transitado por los años 60, 70 u 80 en Colombia reconoce ese nombre que se hizo famoso básicamente por un libro que tuvo múltiples y disimiles interpretaciones. Pionero de las ciencias sociales, libro político y “best seller”, Estudios sobre el subdesarrollo colombiano publicado por primera vez en ese formato en 1969, contó con 14 ediciones legales bajo los sellos La Oveja Negra, Tigre de Papel y, sobre todo, La Carreta. Este libro reunió tres ensayos originalmente producidos al calor de la sociabilidad político cultural que constituía el Grupo Estrategia, desde 1962. Desde esos tiempos y a lo largo de su larga trayectoria, Arrubla sostuvo contactos, más o menos ocasionales, más o menos profundos, con múltiples artistas, intelectuales y activistas de su tiempo entre los que se pueden contar Hernando Llanos, Estanislao Zuleta, Jaime Mejía Duque, Augusto Corredor, Oscar Espinosa, Jorge Villegas, los hermanos Yunis, José Stevenson, Rafael Arredondo, Eduardo Gómez, Jaime Morales, Iván Colorado, Iván Posada, a más de Jorge Orlando Melo, Bernardo Correa, Humberto Molina, Álvaro Tirado Mejía, Luis Antonio Restrepo, Margarita González y Jesús Antonio Bejarano.

Ahora, el itinerario intelectual de Mario Arrubla cobra mayor personalidad si se le observa de forma más panorámica y en el contexto de una generación latinoamericana contracultural, contestataria y que interlocutó, de forma muchas veces tensa, con ideas diversas de revolución. Arrubla nació en Medellín y habitó en su infancia y adolescencia barrios obreros surgidos de la urbanización creciente y de la configuración del proletariado. Lugares como el Liceo de la Universidad de Antioquia y su biblioteca, fueron iniciáticos para el joven intelectual. Asimismo, la cercanía con círculos culturales de escritores un poco mayores hicieron de invernadero de ideas y posicionamientos políticos. Un ejemplo fue la agencia de noticias France Press regentada en la ciudad por el líder intelectual Alberto Aguirre. En estos espacios confluyeron jóvenes contemporáneos a Arrubla con quienes daría lugar a sus primeras experiencias editoriales y se iniciaría en los debates políticos y teóricos de su tiempo. Una expresión de ello fue el periódico Crisis que promovió en sus orígenes (1957–1959) al lado de Virgilio Vargas Pino, Delimiro Moreno y Ramiro Montoya; quienes han producido elocuentes crónicas de estos tiempos.

Arrubla se trasladó a Bogotá a fines de los años 50 y allí vivió hasta hace más de dos décadas cuando se radicó, definitivamente, fuera del país. De forma autónoma, él concretó a lo largo de su vida una sólida formación comprobada por la producción continuada de ensayos, relatos, composiciones textuales, traducciones y ediciones. El foco de esta producción estuvo en la historia política de Colombia y el eje imperialismo-dependencia como marco para comprender el devenir del país en el contexto de la economía mundial. De hecho, analizo que sus Estudios… merecen ubicarse entre los pioneros del dependentismo latinoamericano; aunque también trabajó desde inicios de los años 60 con herramientas del marxismo crítico como la Ley de Desarrollo Desigual y contribuyó a la circulación de la corriente internacional liderada por Paul Baran, Paul Sweezy y la Monthly Review Press (Nueva York).

Como ocurre en toda biografía, su trayectoria tuvo variaciones y especialmente tomó distancia de una interpretación del marxismo, muy en boga en el medio local, que lo emparentaba con la violencia. Una de las huellas de esto se deja ver en su ensayo “Síntesis de Historia Política Contemporánea” publicado en el clásico libro colectivo Colombia Hoy, de la editorial Siglo XXI y cuya primera edición estuvo a su cargo. Con este ensayo intervenía en un momento aciago de la política nacional en el que se daba fin al Frente Nacional con un alto índice de impopularidad, mientras se gestaba la persecución a toda disidencia y se daba comienzo a una sistemática violación de derechos humanos que traería el Estatuto de Seguridad. Para entonces la Guerra Fría en Colombia cobraba tal nivel de antagonismo que el papel de las ideas y la racionalidad se percibía débil por los intelectuales del compromiso que, como Arrubla, habían soñado con que ellas fuesen una forma de la acción. De modo que él tomó distancia del marxismo revolucionario y exploró formas más regulacionistas de la política y la economía. Algunos indicios de esto se hallan en sus intervenciones en su revista Al Margen, editada entre 2002 y 2008 junto con un pequeño equipo interdisciplinario del que hicieron parte Bernardo Correa, Guillermo Mina, Titus Neyens, Sonia e Inés Arrubla.

Una impresión general sobre Arrubla no estaría completa si no se recuerda el papel temprano que en su itinerario jugaron Jean Paul Sartre y el marxismo humanista, contribuyendo a su visión compleja del mundo. Aunque no rechazó la especialización cuando las ciencias sociales se fueron institucionalizando, Arrubla estuvo lejos de circunscribir su labor a un único frente y en su derrotero coexistieron la producción teórica y el arte. Esta última como terreno para el goce en sus formas clásicas y populares, pero también realizada en la escritura y en la traducción. Recién publicada la primera parte de la autobiografía de Sartre en su revista Les Temps Modernes, Arrubla ofreció la que tal vez fue la primera traducción latinoamericana de Las Palabras. Esta traducción fue publicada en Bogotá por la revista Estrategia (n° 2, 1963) y reeditada en la revista Al Margen (n° 15-16, 2005) 43 años después en el contexto de un dossier de homenaje al pensador francés. Observo que el género biográfico y autobiográfico cultivado por Sartre, su realismo literario, su escepticismo frente a la burguesía, su teorización del intelectual del compromiso, su apego a lo universal y el profundo sentido de la autonomía intelectual son algunos elementos que fraternizaron a Arrubla con el francés. También encuentro diálogos en La infancia legendaria de Ramiro Cruz, novela de formación o bildungsroman, publicada por Arrubla en 1967 bajo el sello Tercer Mundo ―y reeditada por La Carreta en 1975―, así como en sus relatos.

Teórico, escritor, traductor, Arrubla fue también especialísimo editor. Desde 1957 es posible hallar huellas de esta práctica que se prolongó hasta el final de su vida. Publicaciones independientes e institucionales como Crisis, Agitación, Estrategia, Gaceta Tercer Mundo, Revista UN de la Dirección de Divulgación Cultural de la Universidad Nacional, Cuadernos Colombianos y Al Margen, estuvieron marcadas por sus oficios de promotor, líder cultural y editor. Lo que también incluyó su activa participación en la editorial La Carreta de gran incidencia en el campo intelectual de los años 70 y 80, y donde fue patente su colegaje y amistad con el editor César Hurtado.

Los itinerarios intelectuales no se hacen solo de ideas sino también de vínculos y de afectos, así que será necesario contar con esa obra de Arrubla que fue su vida, sus amistades y su familia. Con una personalidad enternecedora y no pocas veces esquiva, Mario ha dejado una huella profunda en quienes tuvimos el enorme privilegio de contar con su palabra profunda, cruda y precisa. Una palabra que aportaba verdades y, al tiempo, una jovial afirmación de la vida en toda su materialidad.

TOMADO DE REVISTA SUR

https://www.sur.org.co/mario-arrubla-un-marxista-heterodoxo/

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