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Cultura  |  28 febrero de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

XXXIII. Notas de la peste la noche de Navidad

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Enrique Barros Vélez

La tarde era opaca y silenciosa y su oscurecido cielo presagiaba una lluvia en cualquier momento. No había movimientos en la calle y la mayoría de los establecimientos comerciales cercanos estaban cerrados. La ciudad parecía estar adormecida, mortificada. A partir de la media tarde un torrencial aguacero acentuó este ambiente de soledad e incertidumbre. Contemplar la lluvia distrajo mi aburrimiento vespertino, sin dejar de pensar en la noche de navidad. A este ambiente cohibido se le sumó la medida para restringir las celebraciones de Navidad y Año Nuevo (el 24, 25, 31 de diciembre y el 1 de enero de 2021), pues en el Quindío la ocupación de camas en la Unidad de Cuidados Intensivos superó el 80 %. El toque de queda fue decretado desde el 22 de diciembre a las 12:00 de la noche hasta las 5:00 a.m. en los municipios del Quindío, exceptuando a Armenia, Salento y Génova. En Armenia la restricción iba desde las 12:00 de la noche hasta las 4:00 a.m.; en Salento desde las 10:00 p.m. hasta las 5:00 a.m.; y en Génova desde las 11:00 p.m. hasta las 5:00 a.m. También prohibía la venta de bebidas embriagantes a partir de las 10:00 p. m. en todo el Quindío. Estas medidas eran inocuas, pues a esas horas poca gente circulaba por las calles. Al parecer el interés de los comerciantes, representado por los alcaldes en el consejo de seguridad extraordinario, prefirió la bolsa a la vida, pues esta restricción en realidad solo afectaría a los borrachos. Por su inoperancia las autoridades debieron reforzarla con llamados para que la ciudadanía acogiera las medidas de distanciamiento social, el uso de tapabocas, el lavado de manos y desistiera de celebrar reuniones familiares muy concurridas, pues éstas se han convertido en la base de la multiplicación de contagios. Y, en caso de hacerlas, que no superaran las 10 personas y fueran al aire libre o en espacios cerrados con buena ventilación. debidamente desinfectados antes del encuentro.

La secretaría de salud departamental reportó 21 fallecidos y 826 nuevos casos de coronavirus, llegando a ser 22.143 casos en total. El departamento fue declarado en alerta roja hospitalaria ante la alta ocupación de camas UCI, que ya se encuentra en el 82%. Los más preocupantes son los asintomáticos, que son el 94% de los positivos. Finalmente, los mandatarios advirtieron que las restricciones estarían sujetas al impacto del coronavirus en la región, es decir, a la ocupación de las salas UCI. Y que, en caso de incrementarse, adoptarían medidas más drásticas, como el toque de queda, el pico y cédula y la ley seca, como se viene haciendo en zonas del país con alta afectación de contagios.

En la noche se agudizó la melancólica inactividad del sector, evidenciando, además, las pocas lucecitas titilantes en la mayoría de las fachadas cercanas o distantes. Y la cantidad de viviendas con sus luces apagadas o, cuando más, con el relampagueo de un motivo navideño en su interior. No se escuchaba música en ninguna parte y la pólvora detonante se oía como un eco lejano, con sus fugaces luces multicolores surcando un cielo violeta sin estrellas, cuya coloración le daba un aspecto inusual. Tampoco se oían voces de posibles reuniones familiares. Ni el transitar de vehículos. Todo esto contribuyó a generar un ambiente de silencio, incertidumbre y ansiosa espera. Al no realizarse el tradicional festejo, con la alegría familiar propia de este día tan especial, todo pareció concluir muy temprano. Entonces sentí mucha nostalgia por la pérdida de este tesoro tan significativo y determinante de mi niñez. Cuando me disponía a acostarme, mortificado por la desconcertante y triste inactividad navideña, empezó a llover de nuevo…

Diciembre 25 de 2020

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