• DOMINGO,  05 MAYO DE 2024

Región  |  28 febrero de 2021  |  12:02 AM |  Escrito por: Edición web

Nota ciudadana sobre los mitos de la vacuna contra Covid-19

0 Comentarios

Imagen noticia

A propósito de la publicación de una nota periodística titulada: Mitos que matan: la vacuna contra el Covid-19 (https://www.elquindiano.com/noticia/24951/mitos-que-matan-la-vacuna-contra-el-covid-19), el lector Nayid Fager, nos envía la siguiente nota ciudadana:

Estoy de acuerdo que los mitos son un gran problema en la información; sin embargo, no estoy de acuerdo con el sesgo de la Dra. Liliana Quintero en relación con la formulación de sus ideas; por tal motivo, te envío la siguiente nota ciudadana:

Afirmar que "No hay evidencia científica para decir que las vacunas no son seguras" es tan abstracto como decir "No hay evidencia científica para decir que las vacunas son seguras". La integridad científica está relacionada con la validez ética de las conclusiones dadas en una investigación. Ninguna investigación seria podría afirmar ni lo uno ni lo otro. Esta falacia de “reificación” pretende convertir una “idea abstracta no comprobable de manera científica” en una “cosa concreta y aplicable en el mundo práctico”.

Afirmar que la vacunación en Israel es exitosa no corresponde a la verdad: https://m.dw.com/es/funcionario-de-gobierno-israel%C3%AD-pone-en-duda-efectividad-de-vacuna-covid-19/a-56287328Según este reporte, la vacunación en Israel tiene problemas evidentes en su efectividad.

Afirmar que las personas no quieren vacunarse porque pertenecen a un movimiento anti-vacuna es una falacia de “generalización apresurada” que termina en una inducción indebida; en efecto, el inferir una conclusión general a partir de una prueba insuficiente es un argumento que está construido a través de una muestra sesgada. En investigación académica, se debe llegar a una conclusión a través de muestras reales, aleatorias, significativas y confiables. Una “generalización apresurada” es una mala inducción que lleva —muy probablemente— a una conclusión errónea. Además, realizar esa generalización desconoce el derecho fundamental que tienen los colombianos en la Ley 1751 de 2015 de elegir libremente si quieren o no un procedimiento médico, un tratamiento de salud o un medicamento. La falacia de “generalización apresurada” oculta que el “consentimiento informado” y la “autonomía personal” del paciente son motivaciones reales de los ciudadanos para aplicarse o no una vacuna o cualquier sustancia. Además, es legítimo, válido, legal y constitucional el derecho de negarse a una vacuna o cualquier sustancia como lo establece la Ley Estatutaria de Salud: “Ninguna persona podrá ser obligada, contra su voluntad, a recibir un tratamiento de salud”.

Afirmar que “las conclusiones de la fuente oficial son verdaderas” es una falacia llamada “argumentum ad verecundiam” (argumento de autoridad). El error no está en la posible conclusión (que puede ser falsa o verdadera), sino en el “razonamiento lógico” que intenta legitimar como verdadera una conclusión dada por una autoridad en la materia. Por ejemplo, decir que “La raíz cuadrada de 2 es irracional, porque lo afirmó Euclides” es una falacia por autoridad aunque la conclusión sea verdadera; en efecto, “la raíz cuadrada de 2 es un número irracional”, pero no porque la razón sea que lo dijo Euclides, sino porque existe la demostración matemática (independiente de las opiniones o afirmaciones de Euclides) que prueba la irracionalidad de la raíz cuadrada de 2. Defender una conclusión como verdadera porque la persona citada en el argumento es una autoridad en la materia es una forma típica de falacia “magister dixit” que es reprochable para la investigación científica y la ética en la investigación. El profesor John Carson Lennox (doctor en Matemáticas de la Universidad de Oxford y asociado a Matemáticas y Filosofía de la Ciencia en el Green Templeton College) afirmó lo siguiente: “Sandeces, se quedan en sandeces, aunque sean dichas por un famoso científico”; en el razonamiento anterior, la validez del argumento y la verdad de la conclusión se derivan de procedimientos lógicos y no de la autoridad de quien lo dijo. Igualmente, la fuente de información debe ser imparcial sin tener ningún interés o sesgo en la información suministrada; en este sentido, es mejor consultar “fuentes primarias” y no exclusivamente “fuentes oficiales” porque éstas no son las únicas que pueden dar información. En conclusión, las “fuentes oficiales” pueden dar información tanto verdadera como falsa; por ende, será necesario consultar las “fuentes primarias” de información. El sentido común, la sana lógica y el discernimiento sobre la base de “fuentes primarias” serán herramientas útiles para formar el criterio ciudadano de un pueblo que tiene el derecho de autodeterminarse, según lo reconoce el derecho internacional.

Presentar un caso de “sarampión” como una evidencia de las implicaciones médicas de no vacunarse es otra falacia de “generalización apresurada”. Se podría cometer el mismo error en el “razonamiento lógico” al concluir que no vacunarse es muy bueno porque solo se ha dado un caso de “sarampión” en los últimos diez años.

La mejor estrategia no es la “costo-efectiva” sino la que “con gran eficiencia es eficaz” no importando el costo. La salud no es una mercancía que tiene un precio sino es parte de la “dignidad humana” que es invaluable en términos monetarios. (Ver libro: El Nosotros Originario, 2017)

Afirmar que se está erradicando la “poliomielitis” (gracias a las vacunas) pero que al mismo tiempo el virus vivo atenuando de “polio vacunal” (que se excreta en las heces de los niños vacunados) podría generar contagios por “virus vacunal”, es una contradicción a primera vista (evidente); por esta razón, se necesitan estudios serios que puedan demostrar que esa conclusión no es contradictoria.

Afirmar que “la conclusión dada por una fuente no oficial o no calificada es falsa” es una falacia llamada “argumentum ad hominem” (argumento contra el hombre). El error argumental no está en la posible conclusión (que puede ser falsa o verdadera), sino en el “razonamiento lógico” que da por sentada la falsedad de una afirmación desacreditando el emisor o argumentando que el emisor de esa afirmación no está calificado. Esto es subestimar a los ciudadanos que tienen el derecho a informarse, que tienen derecho a formular legítimas preguntas o inquietudes, que tienen derecho a saber sobre la procedencia, componentes y efectos de las vacunas o de cualquier sustancia y que tienen derecho a llegar a sus propias conclusiones con la información obtenida de las fuentes. Los ciudadanos tienen el derecho de formar su propio criterio y de difundir sus ideas con o sin soportes: esto se llama “libertad de expresión”. Muchas ideas que circulan en la RED son falsas pero muchas también son verdaderas, el ciudadano debe ser capaz de distinguir entre lo falso y lo verdadero a través de un criterio bien formado.

No siendo experto en la materia pero consultando la “fuente primaria”, el porcentaje de efectividad de las vacunas todavía no es superior al porcentaje de efectividad de la inmunidad natural: https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2020.11.15.383323v1 Se puede observar en este estudio preliminar realizado por el Instituto de Inmunología de La Jolla, en California (EE UU), que la inmunidad natural podría durar mucho tiempo; en efecto, el estudio se realizó con 185 pacientes (43% hombres y 57% mujeres) entre los 19 y 81 años que habían superado la enfermedad: la mayoría de los pacientes habían superado la infección de manera leve y 41 casos la habían superado seis meses antes.

Finalmente, sólo sugiero que se evalúe la integridad científica de las afirmaciones dadas en público. Siempre respetando profundamente tu trayectoria profesional y tu criterio periodístico.

PUBLICIDAD

Comenta esta noticia

©2024 elquindiano.com todos los derechos reservados
Diseño y Desarrollo: logo Rhiss.net