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Cultura  |  07 marzo de 2021  |  12:26 AM |  Escrito por: Edición web

Cuentos de la tía Clara 13. El visitante misterioso que venía de Aranzazu

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El flaco Jiménez 

La tía Clara se acomodaba en el corredor de la casa campesina a mirar la gente que subía por el camino de herradura hacia Manizales cuando Manizales era un pantanero con licorera.

---A ustedes los citadinos les gusta ir al campo para relajarse, sobrino. ---Dijo mientras me servía el chocolate ---¿Pero a dónde van los montañeros a desestresarse? Pues a la ciudad mijo. O salen al corredor para ver pasar gente. Por eso las casas miran al camino y no al paisaje. Desde el corredor de mi casa yo vi pasar toda la colonización antioqueña.

---Usted siempre tan exagerada tia

--- Veeeeee que tuntuniento tan igualao este sobrino mio. Exagerada su abuela que tuvo 26 hijos. Le juro que por mi casa en Guacaica tenían que pasar todos los que subían para Manizales. Era el único camino…Una vez vi un cura que venía a pie desde Medellín, cargando una cruz de madera como Jesucristo.

---¿Y como supo que era un cura, tia?

--Pues muy fácil zorombatico. Porque entró a la casa a tomar agua panela y dijo que era cura. Y por la sotana negra. Les decíamos gallinazos a los curas y aguacates a los policías. Era alto y buen mozo. Lo recuerdo como si fuera hoy, sobrino. Patentico.

Mi tía dice que sintió pesar por ese hombre hermoso y triste que cargaba una mochila, muy abultada, donde guardaba las limosnas que había recogido en el camino para construir el primer templo de Manizales porque la ciudad, según dijo, estaba dedicada al trago, la lujuria, el juego y la pernicia. Mi tia dice que no entendió ni lujuria ni pernicia pero se le quedaron grabadas esas palabras. Eso si lo aprende le dijo la mamá

---Que buena memoria tiene usted tia, ---la aliñé para que me diera otro buñuelo--- ¿Cómo recuerda todo eso estando tan chiquita?

---El sabor de este buñuelo ---me dijo mientras me lo regalaba---- se queda un momento en la boca pero luego se borra de la boca y queda en la mente. Algunos recuerdos también se borran de la mente, pero otros se quedan y una no sabe por qué.

La tia Clara tomó otro sorbo, puso los ojos en blanco y me contó que un año después ya estaba el templo levantado a punta de empanadas que las señoras de Manizales hacían para vender los domingos a la salida de misa y ella también vio pasar al obispo de Medellín cuando subió a inaugurarlo.

Disque montaba una mula alta y para no dejar duda de su importancia traía puesta la sotana morada como una berenjena bamboleándose con un báculo de plata en la mano derecha mientras se agarraba con la izquierda del cacho de la montura.

Los montañeros se arrodillaban al verlo pasar y recibían las bendiciones que el gordito tiraba con el báculo de plata. Disque sudaba chorros y debía detenerse cada rato a resollar, como esos marranos gordos que arrean a la feria de ganado y que no se pueden acosar porque les da un infarto.

A pesar de las invitaciones no se quiso bajar en ninguna casa porque el agua y la comida las traía en otra mula, jalada de cabestro por un monaguillo que además le tenía el estribo cuando se metía de afán al rastrojo. La tía Clara se lo imaginaba en cuclillas, apoyado en el báculo, con la bata morada en la cabeza y el rostro morado también de hacer fuerza.

El obispo bajó con las alforjas llenas y con dos monaguillos nuevos, pero lo cogió un aguacero y se tuvo que escampar en la casa de la tia, que se quedó asombrada cuando lo vio de pie y casi se pone a jugar con él, de lo chiquito que era, pero Monseñor tachuela (disque así lo llamaban en Medellín) se puso de inmediato ese gorro alto y puntudo que llaman Mitra, le ofreció el anillo para que lo besara y casi le pide también un beso en el báculo pero ese más que beso, hubiera sido un ósculo. Y a buen entendedor pocas palabras, dijo la tia Clara.

Solo hubo un personaje que la tía Clara nunca vio subir ni bajar frente a su casa. Ni ella ni nadie, y eso porque viajaba de noche y los campesinos de noche solo miran para dentro. Pero un guaquero que desayunaba en casa de la tía, lo vio muchas veces, porque los guaqueros trasnochan mucho esperando ver una luz blanca en el monte, que es la señal de las animas en pena.

---¿Y porque hay animas en pena, tia Clara?

---Pues porque dejan oro enterrado, que no le presta servicio a nadie y dios nos las deja entrar al cielo. El guaquero ve la luz señala el sitio con disimulo y al otro día madruga con su media-caña a perforar la tierra hasta que encuentra la olla de barro de un indio pobre o un alacrán bien bravo. Algunos también encuentran oro.

El que más oro encontraba, fue un señor Cano del Quindío que no creía en las luces, sino que escarbaba derechito en los sitios bonitos, las orillas de los ríos, las vaguitas con sombrio, los altos con divisa. Decía, con mucha razón, que a los indios pobres los enterraban en cualquier hueco, pero a los caciques les daban los mejores puestos.

---Bueno pues tia no se me distraiga mas y diga de una vez que contó el guaquero?

---Usted zumbambico es el que me distrae con tanta preguntadera. Pues el guaquero contó que cada primer viernes de mes, a eso de la media noche, subía un tipo enruanao, en un caballo negro y bajaba a la noche siguiente.

La tía Clara averiguó con todo mundo en el pueblo por el forastero hasta que una señora que atendía la casa cural se zafó y le contó, aquí en confianza, que los primeros viernes de cada mes el padre Nacianceno no salía de la pieza sino a decir misa y después se volvía a encerrar y había que llevarle la comida y ese día comía el doble que todos los días.

La tia Clara, que estaba medio enamorada del curita, empezó a cavilar y a tejer conjeturas con el vecindario, acerca del extraño visitante que podía ser el mismísimo satanás, aunque el padre Nancianceno era bueno como el pan, que podía ser un vampiro que huía del sol, que era un prófugo de la justicia, un criminal que comulgaba los primeros viernes y el cura lo confesaba al escondido. No faltó sino que dijeran que era un cobrador del gota-gota.

En el próximo cuento sabremos quién era el extraño visitante. No se lo pierda y deje su e-mail aquí abajo para avisarle cuando salga.

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