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Región  |  10 marzo de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Rubiela Tapazco Arenas

Adriana Martínez Camelo se encarga de darle un respiro de vida a pacientes con Covid-19

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Durante esta pandemia la participación del Terapeuta Respiratorio tiene que ver con el cuidado de la salud y respiración del paciente, aprender a tomar las muestras para hacer un diagnóstico y brindar todo el apoyo que sea necesario.
Adriana Martínez Camelo, es una bogotana que trabaja desde hace 5 años en el hospital San Juan de Dios de Armenia, es madre de dos hijos y es profesional como Terapeuta respiratoria.


A estos expertos les corresponde la vigilancia de los requerimientos de oxígeno de los enfermos, están pendientes de los signos de dificultad respiratoria, brindan apoyo de diagnóstico hasta llegar a la parte más crítica de los pacientes con la ventilación mecánica.


Su primer paciente covid lo tuvo enfrente una mañana en el servicio de urgencias, hasta donde llegó en mal estado un hombre mayor de 40 años con obesidad, que no creía en el covid, no pensaba que fuera verdad lo del virus, estaba disneico ingresó a la sala covid y terminó intubado.

Esta mujer dice que fue una situación difícil en la que sentía que aparte de su misión profesional, tenía que darle consuelo. Se trataba de un paciente enfrentando una realidad triste, se le veía mucho miedo y recibió todo el apoyo posible, le explicó en qué consistía el tratamiento y le brindó compañía.


Posteriormente, Adriana tuvo que trabajar en la UCI de adultos, brindar colaboración y enfrentarse con sus miedos, sabiendo que las camas estaban rotuladas con pacientes positivos, pero los miedos fueron superados por la alegría y el ánimo de darle atención a la gente.


Dice que esos primeros días fueron los del mayor miedo, se sentía silencio absoluto en el hospital, las calles estaban tan solas que fueron días sobrecogedores, particularmente el compartir con compañeras que no podían evitar manifestar su temor y llorar en el hospital, no querían vivir esta situación, pero a medida que ha pasado el tiempo, todos han aprendido y van avanzando en sus labores y cuidados .


Al principio Adriana sentía mucho miedo de abrazar a sus niños y a ellos también, eso se les veía en su cara y fue doloroso no poder visitar a sus padres este año en Bogotá.


Afirma que su esposo es tecnólogo en radiología e imágenes diagnósticas, es decir, también esta en primera línea para la atención de Covid-19 y desde el primer momento hablaron sobre la ruta de comportamiento con los hijos, para mantener los cuidados, compartieron experiencias y se hizo la tarea muy juiciosos en la casa, supieron enfrentar la situación con entereza.


Cuenta que llegó al llanto la primera vez que se quitó la máscara y vió en el espejo el rostro de miedo tallado con las marcas de todo un día intenso metida en un traje al que no estaba acostumbrada. Recordó que cuando estudiaba en la universidad y hablaban de pandemias pensaba que estaba muy lejos de vivir una y ahora estar inmersa en esta crisis sanitaria mundial dando la batalla en el hospital, le genera emociones profundas.

La pandemia les ha cambiado la vida, inicialmente esta mujer y sus compañeras, tuvieron que olvidarse del maquillaje, ahora lo han retomado en los ojos que es lo único que se ve y tratan de estar más bonitas.


Cuenta que una vez la esperaron sus hijos uno con un cartel en el que les decían que era su héroe, mientra el otro, le apuntaba con el alcohol, para ella este fue un momento reconfortante e inesperado.

Agradecida afirma que hace ocho días recibió la vacuna y le fue muy bien, aunque admite que estaba asustada, pero cuando llegó el momento la emoción fue total, sintió taquicardia a la hora de la inyección que recibió en nombre de Dios y da gracias porque está muy bien.

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