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Región  |  20 mayo de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Rubiela Tapazco Arenas

En el Quindío las mujeres le siguen el rastro a la desaparición forzada

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En el Quindio no hay una cifra exacta sobre los casos de desapariciones forzosas, aunque datos del CTI se refieren a 800, mientras Medicina Legal habla de 1.000 y de 520 víctimas de falsos positivos, lo seguro es que hay un subregistro, según lo indicó la representante legal de la Fundación Supervivientes Maná, durante encuentro virtual con la Comisión de la verdad y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas en el Marco del Conflicto Armado.

La vocera de dicha organización entregó valiosa información lograda mediante trabajo de campo condensado durante la entrega pública del informe Mapa de Desaparición Forzada en el Quindío elaborado por la Fundación.

 

El documento contiene la cartografía correspondiente a 10 personas desaparecidas y cuyos familiares integran la entidad que representa Luz Elena Ocampo, organizadora de la Fundación Maná, conformada en agosto pasado en Armenia por 15 familias que buscan a sus seres queridos desaparecidos, cuyo interés es que se esclarezcan estos hechos, que en el marco de la coyuntura actual, están seguras irá aumentando.

Confían en que su trabajo se reforzará al integrarse con ocho organizaciones similares del resto del país durante encuentro previsto entre el 21 y el 24 de este mes, para conformar la red y trabajar incluyendo nuevos casos de desaparecidos.

Dijo la representante de la organización que debido al covid-19, las labores que adelanta la entidad se han visto frenadas, sin embargo, asegura que hay más casos de desaparecidos en el Quindío.

La cartografía adelantada en la fundación, fue propuesta y realizada por María Fernanda Quintero, con el apoyo de las familias de los desaparecidos, quienes anteriormente hicieron una investigación sobre sus casos en la región.

 

La investigación entregada a la Comisión de la Verdad desde el Quindío, corresponde al período entre 1994 y 2019, que es el lapso en el que desaparecieron las personas cuyas familias se congregan en la Fundación sobreviviente Maná, de la cual hacen parte 16 integrantes.

Entre los hallazgos del informe entregado por la señora Luz Elena Ocampo ante la Comisión de la Verdad, se encuentran, que de los 12 municipios del Quindío, los hechos victimizantes ocurrieron en seis de ellos correspondientes al sector de La María en Calarcá, Barragán en Génova, al barrio La Pista de Montenegro, en Pijao dos casos, uno en zona urbana y otro en la rural y en Armenia en Hacienda Palma Cera, Nuevo Armenia primera etapa y en Patio Bonito Bajo.

Adicionalmente, indica que los desplazamientos internos urbanos, ocurrieron en Armenia en dos casos, así como otros dos interdepartamentales, también se registraron hostigamientos y amenazas en siete casos, mientras dos desplazamientos forzados en los que Armenia fue receptor para un total de 13 hechos victimizantes en esta zona del país.

Se conoció además, que entre los desaparecidos, según el informe originado en el Quindío, hay un sindicalista, personas dedicadas a oficios varios, agricultores, trabajadores domésticos y estudiantes lo que equivale a que el 50% de los casos son del Quindío, tres de ellos de Armenia y los desaparecidos oscilan en edades entre 13 y 60 años.

Se destacó por parte de la Comisión de la verdad, la existencia en esta zona del país de organizaciones que han resistido y han creado formas de visibilización del fenómeno y recomendaron seguir construyendo confianza, entendiendo que la desaparición es un fenómeno psicosocial y político.

Sobre el particular Oscar Fernando Martínez Herrera, coordinador territorial dijo que en 50 de los 53 municipios del Eje Cafetero, se han identificado formas de desaparición forzada.

Varias víctimas indicaron que en el Quindío hay dificultad para aceptar que hay desaparecidos en las zonas urbanas y rurales, lo que se confirma con el informe de la Defensoría que muestra fenómenos de grupos armados ilegales en las zonas cordilleranas, lo que revela una realidada que hay que aceptar para crear conciencia sobre el flagelo de la desaparición como una realidad en el departamento.

En el encuentro se reconoce la necesidad de descubrir nuevas rutas para acercarse más, en forma eficiente y asertiva con la articulación de todas las instituciones comprometidas en el proceso para la búsqueda de los desaparecidos y hacer que el Estado ejecute acciones que permitan conocer la verdad sobre los responsables de la desaparición forzada en la región.

Destacan las víctimas, el trabajo mediante el cual se logró con el apoyo de Medicina Legal adelantar en forma mancomunada, la toma de pruebas de ADN de todas las familias que han denunciado la desaparición de sus seres queridos.

Se habló en la Comisión de la Verdad sobre la existencia de actores herederos del conflicto armado en el Eje Cafetero y que después del terremoto en el Quindío estos actores armados se mimetizaron en la reconstrucción y la ilegalidad.

Agrega que hay otros, en municipios de la cordillera y fronteras con el Valle del Cauca y Risaralda, que ejecutan ilegalidades que no son claras, ni visibles, a lo que se suma la entrada del Bloque Calima, la organización Cordillera y ahora La Oficina de Armenia, se trata de actores muy grises, porque no se ha logrado hacer explícita su presencia, con un repertorio de violencia.

En este espacio virtual, se dijo que el Quindío y el Eje Cafetero son un foco de concentración de muchos mercados ilegales, hay que hacer visibles esos individuos, dice la Comisión de la Verdad en la región.

No es posible que se capturen grandes actores del Clan del Golfo en el Quindío y no se haga una reflexión sobre las razones de su presencia en dichos lugares y los efectos de sus negocios en la región.

Indicaron que en esta zona del país, hay intereses políticos que se deben identificar y hablar sobre eso, además de la ausencia de oportunidades para las nuevas generaciones, más allá de irse a un grupo ilegal.

Finalmente se indicó que la indiferencia de la comunidad hacia el fenómeno de la desaparición aumenta la frustración y el dolor, además se convierte en una conducta que normaliza la desaparición y las masacres, por lo tanto, es necesario crear conciencia sobre el daño que causa a la familia un hecho como estos y la fractura que genera a la sociedad, especialmente a nivel psicosocial y la responsabilidad que asumen las mujeres ante la pérdida de sus compañeros, padres o hermanos.

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