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Cultura  |  04 agosto de 2021  |  12:03 AM |  Escrito por: Robinson Castañeda.

Suspensión: Una película que nos muestra cómo en Colombia los elefantes blancos nunca se extinguirán

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Una retroexcavadora saca del fango lo que parecen ser los restos de un carro. Lo encontrado es una masa indescriptible de latas retorcidas. Nadie ha sobrevivido. Según los registros de la prensa, por la avalancha han muerto más de 60 personas.

Es el 21 de julio del año 1.991. Las víctimas esperaban en la vía a que les dieran paso cuando el derrumbe se les vino encima.

Estos hechos ocurrieron en la carretera que de la ciudad de Pasto conduce a Mocoa, llamada por sus habitantes El trampolín de la muerte, y según los conductores la vía más peligrosa del mundo. 30 años han pasado de la tragedia o como dicen algunos, de esa masacre de la naturaleza, y las cosas siguen igual; abismos profundos, carros que deben dar paso al que viene luego de irse en reversa por muchos metros, deslizamientos constantes y una carretera destapada, esto último lo más parecido al siglo XIX.

Así comienza el documental Suspensión. Una película de 71 minutos de duración, del año 2019 que actualmente se encuentra en la cartelera en algunas ciudades colombianas, luego de presentarse en varios festivales del mundo obteniendo un reconocimiento destacado.

Dirigido por Simón Uribe, la obra nos lleva por el recorrido de esta carretera de muerte, victimaria de quienes transitan, además, y lo más importante, nos devuelve en el tiempo, pues los registros fotográficos sustentan el relato desde los años 40.

Pasan los metros y metros de estos kilómetros de carretera en el viaje documental por el Tranpolpin de la Muerte, y nos vamos como espectadores sumergiendo en silencios bien construidos, entiéndanse como la ausencia de música estridente o entrevistas que empatan una con la otra dando muchas veces información saturada, innecesaria y sobrante.

Esta vez los silencios son originales y necesarios, porque cuentan solo con el sonido ambiente y nutren la historia sin necesidad de alambicamientos o rellenos. Estos silencios permiten comprender el lugar en el que nos ubicamos, una parte de la selva al sur del país.

Pero el silencio no sería llevadero en esta producción sin el manejo impecable y perfeccionista de la fotografía, que no es bella por los colores que resaltan los paisajes imponentes sino por los encuadres pulcros, casi perfectos y la contemplación que transmiten.

Cada plano se toma todo el tiempo necesario para mostrarnos, en una filigrana de imágenes seguidas, muchas de ellas cargadas de simbolismos, lo que se vive en esa carretera todo el tiempo. El padecimiento de quienes la transitan arriesgando su existencia y los que llevan esperando décadas de una promesa inconclusa como el mismo tramo del puente, casi terminado, que comunica a la nada y es también el protagonista de la película, el origen de su nombre, la cicatriz en medio de la manigua.

Suspensión se entiende por si solo y en eso radica su maestría. Un entrevistado que aparece eventualmente captado en cámara durante una conversación cotidiana, íntima y sencilla, es lo que lo nutre de forma equilibrada, potente y con la medida justa. Luego de su aporte, el entrevistado vuelve al anonimato.

Sobra decir que esta película es una denuncia pública. Una voz que grita a nombre de la injusticia y los desprotegidos. Pero siendo justos es un poco más que lo anterior. Es un registro histórico que con los años se hará más fuerte y útil para las generaciones futuras.

Es el dedo que señala la corrupción del gobierno sin necesidad de decirlo con palabras, pues sus imágenes son las que lo cuentan gracias también a un buen montaje. Suspensión es y seguirá siendo ese arqueólogo que dejará para el futuro, luego de muchos años de investigación y producción, la prueba inminente de que los elefantes blancos, en Colombia, no estarán nunca en vía de extinción.

Trailer:

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